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¿Resentimiento o esperanza?

La solución debe tener un trasfondo mayor: no es golpeando arriba como se construye progreso colectivo, sino fortaleciendo la base con educación, acceso al crédito e impulso a los emprendimientos.

8 de febrero de 2019 Por: Eduardo José Victoria Ruiz

El mundo se debate cada vez más entre la reacción airada contra los dueños del capital y la realidad económica derivada de la sustitución de mano de obra por procesos tecnológicos, robotización e inteligencia artificial. Quienes proveen estos servicios de innovación a su vez se enriquecen más y en consecuencia, la brecha crece permanentemente.

Recientemente The Washington Post publicó un inquietante artículo titulado ‘Se acerca una revuelta contra los ricos’, preocupado por la violencia contra Macron en Francia y por la propuesta de la senadora norteamericana Alexandra Ocasio-Cortez de un impuesto marginal del 70 % para los más ricos. Estas reacciones, así como el ‘¡Exprópiese!’ de Chávez en Venezuela sencillamente terminan alejando a los creadores de empresas.

La solución debe tener un trasfondo mayor: no es golpeando arriba como se construye progreso colectivo, sino fortaleciendo la base con educación, acceso al crédito e impulso a los emprendimientos.

Estamos en mora de fortalecer un mercado de valores que premie el aporte intelectual de los jóvenes visionarios y estimule la participación económica de pequeños ahorradores. El paternalismo exagerado acaba con la iniciativa y la creatividad y no prepara al beneficiario para su sostenibilidad en el largo plazo.

Uno de los grandes retos de hoy es prepararnos para sustituir la dependencia de cargos y salarios. Los trabajos tradicionales son cada vez más vulnerables, están desapareciendo en muy breve tiempo por las razones tecnológicas mencionadas.

El Estado y los mismos dueños del capital deben contribuir a la conformación de un nuevo contrato social para hacer frente a las brechas de poder y riqueza a través de la generación de oportunidades de crecimiento personal y de consolidación de patrimonios con base en el emprendimiento, la proveeduría de servicios básicos, la cultura, el diseño de servicios novedosos, la alimentación.

El mundo no será mejor movilizado con el motor del resentimiento o la sanción a quienes más crecieron patrimonialmente; lo será si estos y los gobiernos diseñan conjuntamente con los demás, alternativas pragmáticas de esperanza y desarrollo.

El otro panorama, el del odio, empobrecerá aún más el Planeta.

AHORA EN Eduardo Jose Victoria Ruiz