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Nostalgia de horóscopos

El viernes leí una entrevista a Juan Gossaín. Una de las preguntas fue: “¿Lee el horóscopo?”, a lo cual el admirado periodista contestó: “Los leía y disfrutaba cuando los entendía”.

25 de enero de 2019 Por: Eduardo José Victoria Ruiz

El viernes leí una entrevista a Juan Gossaín. Una de las preguntas fue: “¿Lee el horóscopo?”, a lo cual el admirado periodista contestó: “Los leía y disfrutaba cuando los entendía”. No se imaginan el fresco que sentí porque vengo poniendo en duda mi capacidad intelectual cada vez que leo un horóscopo de los de hoy.

Les comparto un ejemplo de esta semana. “Piscis: tiene que buscar la pureza de mente, de cuerpo y de espíritu. Le hará sentir el movimiento de una vida oculta que empezará a palpitar dentro de su cuerpo. Saber que ninguna verdad es completa si no incluye su opuesto le permite liberarse de la esclavitud de la materia para vivir la realidad espiritual eterna”.

Cuando terminé, me dije: No entendí. Pobres piscianos. Me fui entonces para el mío, Capricornio. “Algo debe estar permitiendo que deje huella en el mundo, así como el sol extiende las sombras sobre la tierra. Usted es la sombra del sol, es decir, es su propia huella”. Casi que me devuelvo a Piscis.

Cambié entonces de astrólogo para mi investigación y me fui para donde el más famoso de los colombianos. Así dice mi signo: “Usted tiene como un halo de misterio indescriptible o produce alguna reacción emocional difícil de descifrar. Tenga cuidado con las personas que aparezcan en su vida porque tendrá que romper toda clase de tabúes con ellas. Deberá hacer sacrificios físicos y emocionales para desenterrar secretos personales y arcanos del conocimiento”.

No sé qué hacer con varias reuniones que tengo esta semana. Allí es donde entiendo a Gossaín y añoro cuando con optimismo delicioso el horóscopo me anunciaba que en los próximos días me llegaría la mujer de mis sueños. Después supe que era la enfermera que me pondría la anestesia por la caída de un caballo, pero no importó; gracias a ese horóscopo vencí la timidez unos días.

En ese entonces los planetas solo los leíamos con Galileo y con Copérnico, no me amenazaban con el peligro de la conjunción de Marte y Saturno. Arcanos eran los de Noé, y la puerta no era esa cosa ininteligible de hoy, sino el acceso furtivo a la casa de la muchacha que el horóscopo me anunció en la mañana.

Gracias al horóscopo de entonces, no solo era más feliz, sino que me sentía menos bruto.

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