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La trieja

Con este particular nombre, tres caballeros de la comunidad Lgtbi registraron en una notaría de Medellín su relación afectiva, la cual tendrá impacto patrimonial. Ese estrecho vínculo ya no será pareja, sino que como son tres, será trieja.

23 de junio de 2017 Por: Eduardo José Victoria Ruiz

Con este particular nombre, tres caballeros de la comunidad Lgtbi registraron en una notaría de Medellín su relación afectiva, la cual tendrá impacto patrimonial. Ese estrecho vínculo ya no será pareja, sino que como son tres, será trieja.

Confieso que a mí no me sorprenden las decisiones de este creciente sector de la población, en el cual tengo variados y sinceros amigos, lo que me aterra es la decisión de vivir bajo el mismo techo con dos maridos o con un par de esposas. La imaginación empieza a especular y entre más vuelo, más me asusto.

Si cada salida social con una señora es un bonche por el incumplimiento, ¿cómo será sincronizar tres relojes? Si elegir dónde comer es motivo de pelea, porque ella es indecisa o siempre quiere ir al mismo sitio, ¿cómo será decidiendo entre tres? Si un solo marido que ronca es insoportable, ¿como será una siesta de estos tres oseznos?
Dicen que el encanto de tener amantes es la complementación de expectativas. Un amigo experto me dice que la letra ‘S’ marca la diferencia en los temas entre su amante y su esposa.

Mientras que con la primera habla de sensaciones, sentimientos y sueños, con la señora sus temas son servicio doméstico, salarios, servicios públicos y sermón. Obviamente el compartir sólo ratos, hace que los temas de la cocina, el costo de vida y la relación con la empleada sean temas exclusivos de la señora. Si esa teoría de mi desventurado amigo fuera cierta, ¿qué tal convivir con dos bajo el mismo techo? Yo me imagino llegando exhausto de viaje y un cónyuge grita: “Si vieras que se dañó la nevera” y el otro completa “¡Y también el horno!”

La intimidad, ¿cómo la manejarán? ¿Cómo administrar las ganas colectivas? Y peor aún, ¿el desgano generalizado? Ambos con migraña y el ganoso incrédulo. ¡Serán tres con migraña!

¿Cómo atender el interrogatorio femenino, multiplicado por dos? En cada extremo de la mesa uno preguntando “¿Dónde estabas?”, en el otro extremo y antes de recibir respuesta “¿Y con quién?, ¿y por qué?, ¿desde cuándo tan amigos?”. Y así, imagino la Navidad y Día del Amor, las dudas sobre qué comprarles; la furia cuando les llegamos con regalos repetidos o con el perfume que odian. ¡No puede ser! ¿Cómo alguien inventó la trieja?

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