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En busca de la bonhomia

El covid se lleva no solo las buenas personas, sino con ellas los ejemplos de inspiradora bonhomía.

21 de enero de 2022 Por: Eduardo José Victoria Ruiz

Hace unos días debatíamos sobre los efectos de la pandemia en la calidad humana. ¿Somos mejores personas hoy que antes del covid? ¿La solidaridad que se despertó frente a la adversidad, se incorporó en nuestros valores o fue pasajera? ¿Por qué dejamos de aplaudir los trabajadores de la salud si la pandemia permanece y ellos siguen sacrificándose?

He visto a algunos ser mejores personas y transformar vidas. Por ejemplo, empresarios incorporados en procesos barriales de base.
También a lideresas populares que con su ejemplo en los comedores comunitarios, ponen su trabajo y comparten su escaso mercado, para que los vecinos desvalidos tengan que comer.

Hay mucha gente admirable sin duda, pero no hemos visto una transformación colectiva. Pienso en el consejo de seguridad del viernes generado por la cantidad de bandas surgidas en la región como consecuencia del narcotráfico, de la minería ilegal y del desafío a la autoridad, aupado especialmente por los bloqueos de 2021. También pienso en el macabro crimen de los Leal y en la dolorosa impunidad del cobarde asesinato de cinco jovencitos en Buga hace exactamente un año.

Esta es la sociedad que esperábamos se transformara por cuenta de un enemigo oculto: un virus microscópico que ataca, muta, mata, sin consideración a nacionalidad o estrato social. Todos sufriendo por un enemigo común y, sin embargo, seguimos matándonos entre nosotros por poder y dinero. La mejor prueba es la calidad de nuestra clase política: nadie apostaría que es mejor la de hoy, egoísta, ambiciosa, mentirosa.

Por todo eso, cada vez rindo mayor tributo a la bonhomía. Esa cualidad humana definida como “afabilidad, sencillez, bondad y honradez en el carácter y en el comportamiento”. Cada ser que actúa consistentemente como una buena persona, lleva además una dosis de altruismo y generosidad.

Sin duda tendríamos un mejor lugar para vivir si la bonhomía dejara de ser exótica o se asimilara a falta de garra y ambición. Una comunidad con gente decente, solidaria, con buenas maneras, independientemente de capitales o sesgos ideológicos, debería ser consecuencia del momento que vivimos.

Esta semana falleció uno de los mejores exponentes que yo haya conocido de la bonhomía: Eduardo Ayalde González. Exgobernador Rotario, cálido, generoso, familiar; cada encuentro con Eduardo era una feria de esas cualidades que anhelamos encontrar en abundancia. El covid se lleva no solo las buenas personas, sino con ellas los ejemplos de inspiradora bonhomía. No dejo de ilusionarme que lograremos que esas calidades florezcan en la faz de nuestra región.

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