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Empleo con imaginación

Hubo un momento en el que teníamos los recursos pero no la mano de obra. La comunidad nos dijo: entréguenos los materiales y nosotros haremos la obra. Lo hicimos a través de fiduciarias y así tuvimos otro éxito social y financiero.

25 de junio de 2021 Por: Eduardo José Victoria Ruiz

Hace varios años, Germán Villegas, entonces candidato a la alcaldía convirtió en programa de gobierno registrado ante notario, el censo de las necesidades prioritarias de los barrios de Cali, planteados por los propios moradores de las zonas. Cuadras sin pavimentar, obras inconclusas, falta de parques, muros de contención, gradas en la ladera, instalación de Cais. Fue la comunidad quien armó el programa de necesidades inmediatas.

Al ganar Germán, mi labor como secretario de Hacienda fue conseguir los recursos para financiar las 1500 obras. Hicimos dos emisiones de bonos ‘Supercalis’, los primeros en la ciudad, y honramos así el programa de gobierno. Villegas fue exaltado como el mejor alcalde del país. Nos criticaron por pensar en pequeño. Yo sonreía, porque quienes lo hacían no tenían idea de lo que representa vivir en calles sin pavimentar, o mantener la incertidumbre de un derrumbe en la parte alta de la casa, ni sabían de subir un mercado cuando se vive en loma. Era recuperar la dignidad en la vida cotidiana.

Hubo un momento en el que teníamos los recursos pero no la mano de obra. La comunidad nos dijo: entréguenos los materiales y nosotros haremos la obra. Lo hicimos a través de fiduciarias y así tuvimos otro éxito social y financiero.

Esta historia la traigo porque creo que estamos frente a una oportunidad similar: necesitamos generar empleo; Cali está fea en su estética y apesadumbrada en su alma. Estoy dándole pragmatismo a las ideas de Compromiso Valle, de Óscar Iván Zuluaga y del mismo alcalde Ospina.
No pongamos esos jóvenes cesantes de trabajo a ser guardas cívicos y a aumentar la desconfianza frente a la potencialidad de milicias.
Hagámoslos trabajadores de la recuperación de la calidad de vida y embellecimiento de sus barrios.

Si los empresarios no tienen cómo emplear esos jóvenes, logremos que paguen los salarios de los muchachos en ese plan al que podríamos llamar ‘Cincuentenario’ en homenaje a la transformación que tuvo Cali hace 50 años con los Juegos Panamericanos. Qué bueno sería que ese proceso no adquiriera matices politiqueros sino que fuera manejando por ejemplo por la Fundación Carvajal, dando confianza en el manejo de los recursos y garantizando una formación humanística, complementado con la académica, para que esos jóvenes tengan opciones de crecimiento laboral. Además si ellos trabajan en as obras sugeridas por sus dirigentes barriales, ellos serán héroes de la reconstrucción y embellecimiento y con certeza, cuidarán lo que hagan con su propio esfuerzo. ¡Esto podría arrancar ya!

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