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El sapiens 2020

uval Noah Harari es sin duda uno de los pensadores más destacados de nuestro tiempo.

12 de junio de 2020 Por: Eduardo José Victoria Ruiz

A José Mira, bueno, sabio
y divertido (QEPD).


Yuval Noah Harari es sin duda uno de los pensadores más destacados de nuestro tiempo. En su obra “Sapiens: de animales a Dioses” recrea la historia de la humanidad, explicando cómo ciertos hitos han moldeado el entorno social, nuestro funcionamiento y hasta la personalidad.

Como 100 años después de la devastadora gripa española, nos llegó el Covid-19 y nos hizo mirar lo sucedido en 1918, no dudo que en el año 2121, alguien como Harari revisará el impacto del coronavirus en la especie humana y tendremos conclusiones como estas:

“La pandemia de 2020 cambió la fisionomía y el comportamiento de los humanos. El uso permanente de tapabocas acható sus narices, al punto que desapareció la nariz borbónica y surgió ‘el apéndice nasal de Floyd’ en homenaje a unas revueltas de la comunidad afro en Estados Unidos.
De igual manera las orejas, por la presión de los cauchos de las mascarillas se fueron asimilando a las puertas abiertas de los Volkswagen, populares carros alemanes, también llamados ‘escarabajos’, por su parecido con un insecto ya desaparecido. Las manos se fueron resecando por el exceso de jabón y alcohol, al punto que tenían más lubricación las de los campesinos que araban la tierra con ellas. Otra característica transformadora en los humanos fue la conjunción de las cejas debido al ceño fruncido que exhibían permanentemente. La razón: la desconfianza entre todos los enmascarados, prevenidos entre sí al punto que mercar por ejemplo, que fue una actividad grata, se volvió tensa por la cantidad de ceñifruncidos que presurosos tomaban los alimentos y corrían a pagarlos evitando el roce con los demás.

Otro cambio acelerado fue la disminución de la actividad sexual. El temor colectivo al contagio, hizo que toda la humanidad desconfiara hasta de sus más cercanos. La desconfianza se convirtió en frialdad; los amantes se aburrieron de estar distantes y los vínculos eróticos se extinguieron. Fue tan impactante que el hombre del postcovid no quería hacer el amor ni consigo mismo. El exceso de encierro estimuló el consumo de alcohol, con este el de los snacks y consecuentemente tuvimos un hombre con abdomen abultado, que además por permanecer sentado tanto tiempo, vio perder su ‘derriere’ dando origen a lo que los científicos denominaron el ‘culiplanchis sapiens’. En conclusión lo que vino después generó tal depresión que se necesitaron varias décadas para recuperar la forma, la alegría y el deseo”.

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