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El pedestal vacío

Una noche aciaga, grupos de vándalos enmascarados y amenazantes sorprendieron al vecindario y a la ciudad que dormía y derribaron la estatua del fundador de Santiago de Cali.

25 de septiembre de 2020 Por: Eduardo José Victoria Ruiz

Una noche aciaga, grupos de vándalos enmascarados y amenazantes sorprendieron al vecindario y a la ciudad que dormía y derribaron la estatua del fundador de Santiago de Cali. El brazo de Sebastián de Belalcázar yacía contra el pavimento y el inolvidable dedo índice señalaba el infierno.

La imaginación colectiva voló. Algunos propusieron que se erigiera en su reemplazo la estatua de Nieves, la bella creación de Consuelo Lago. Se homenajeaba a la mujer y además afro. Cuando todo parecía que era un hecho, un agresivo grupo del Pacífico dijo que por qué una doméstica los representaría cuando esa comunidad ya ha tenido hasta ministras.

Se pensó entonces en una representación indígena. No fue fácil encontrar el cacique adecuado entre las culturas de la región, Lilíes, Calimas, Malaganas, entre otras. No era fácil identificar nuestro Manco Cápac ni un Moctezuma.

Se pensó entonces en un guambiano caucano, con anaco obviamente. Sin embargo, al presentarles a niños el boceto, 8 de 10 pensaron que era la abuelita o una señora conocida. Así pasaban los meses y los años de debate sin lograr acuerdo.

Alguien dijo: “¿Por qué no le hacemos un homenaje a una mujer bella, si ellas tanto nos enorgullecen?”. En el debate del Concejo se propuso que Belalcázar fuera reemplazado por un busto de Carolina Cruz. Un concejal dijo que si era Carolina Cruz debían ser los dos bustos y en medio de las dudas y la confusión se levantó la sesión.

Se pensó entonces en una estatua ecuestre de Simón Bolívar. Al Libertador lo tildaron de esclavista y al pobre caballo ‘Palomo’ del tanque de guerra de la época. Nadie se ponía de acuerdo; propusieron a ‘Pacho Guerra’ pero su vocabulario lo perjudicó, incluso a Miguel Yusty por su lucha contra el covid. Hasta llegaron a proponer la reconstrucción de Belalcázar. Pañales Tenaz pidió que los bombachos llevaran su marca y una firma de desodorantes aprovecharía la poderosa axila del conquistador. La propuesta fue abucheada.

Así, se quedó el pedestal vacío. Increíblemente algunos estaban felices: Petro porque eso es lo que él quería, que todo fracasara para él reinar. Los otros, los ricos vecinos, complacidos porque por fin se liberaban de tanta ‘gente rara’ en el sector. El vacío sobre el pedestal fue el símbolo por muchas décadas de una generación cómoda, manejable, que protestaba por todo y no construía ni siquiera una estatua nueva.
Evidentemente era hábil para destruir.

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