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Roy a la Presidencia

Tiene que venirle muy mala la mano al Partido de la U para que su carta para las elecciones presidenciales del año venidero sea Roy Barreras.

27 de abril de 2017 Por: Diego Martínez Lloreda

Tiene que venirle muy mala la mano al Partido de la U para que su carta para las elecciones presidenciales del año venidero sea Roy Barreras.

Por la sencilla razón de que el senador vallecaucano es de los tipos más odiados del país: una tercera parte de los colombianos lo considera un lagarto, otra tercera parte, un traidor y el resto, ambas cosas.

La verdad, se tiene bien ganada esa fama. Basta toparse con él para darse cuenta de sus condiciones excelsas de lagarto. Es de los que saluda “ilustrsimo doctor” y antes de entablar cualquier conversación abruma, a punta de lisonjas, al interlocutor.

Su vocación de traidor ha sido ampliamente demostrada. Basta decir que fue el mayor escudero de Álvaro Uribe durante su gobierno, que en el 2010 se hizo elegir como el senador del Presidente (aún recuerdo las vallas en las que él aparecía sobre la sombra de Uribe) y que de un día para otro se volvió más santista que Tutina.

Muchos otros políticos hicieron el tránsito del uribismo al santismo. Pero ninguno de una forma tan ramplona como Roy, quien creyó que para ganarse la simpatía de Santos debía volverse el antiuribista número uno.

Pero aunque esa fue la traición más grosera cometida por Roy, no ha sido la única. Previamente se prestó para intentar darle un golpe de estado a Germán Vargas Lleras, en una convención de Cambio Radical en Cartagena. Olvidó muy pronto que había sido elegido a la Cámara por ese partido, gracias al aval que le dio el hoy exvicepresidente.

Juan Manuel Santos, que de traiciones y de traidores conoce, sabe perfectamente quién es Roy. Y por eso no confía un ápice en él. Simplemente lo ha utilizado. Porque, aunque no lo crean, Roy tiene sus virtudes. O más bien el nivel del promedio de los congresistas es tan pobre que Roy brilla en medio de ese mar de mediocridad.

Ahora, la precandidatura que lanzó Roy esta semana no tiene por fin llegar a la Presidencia. Él, que pendejo no es, sabe que no tiene esos alcances. Lo que busca, como Ubeimar Delgado y muchos otros, es ponerse en una posición que le permita negociar un alto cargo en el próximo gobierno.

Lo que no sé es con quién va a negociar: los uribistas no lo pueden ver (aunque Uribe lo trata como un personaje cantinflesco y le dice “senador compadre” porque Roy, en el colmo de la lambonería, nombró al expresidente como padrino de uno de sus hijos).

Vargas Lleras no olvida la cachetada que Barreras le dio en esa convención de Cartagena. O sea que por ese lado no hay posibilidad de acuerdos.

Los conservadores tampoco lo quieren, los Verdes menos y buena parte del liberalismo, donde alguna vez militó Roy, lo aborrece. Tal vez al único al que se pueda arrimar es a Humberto de la Calle, a quien Roy, con su capacidad de lagartería y de enredar a la gente, dio una mano en el último tramo de las negociaciones de paz de La Habana.

Mejor dicho, poco futuro le veo a la precandidatura que Roy acaba de lanzar. Aunque en política nada es imposible. Y Roy, como Fouché, pertenece al partido de las mayorías y para él, el mejor presidente es él próximo. Por ello, a lo mejor, a punta de halagos y lisonjas, logra seducir a algún incauto y terminamos viéndolo a bordo de algún carro ministerial.

Quien se arriesgue a ello puede tener seguras dos cosas. La primera, que Roy se convertirá en su más conspicuo defensor. Y dos, que más temprano que tarde le volteará la espalda.

Sigue en Twitter @dimartillo

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