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Petro y su lucha interna

Sí, alguien que lo conoce muy bien y forma parte de su gobierno, dice que el Presidente es una especie de Mister Hyde y el Dr. Jeckill.

26 de enero de 2023 Por: Diego Martínez Lloreda

Gustavo Petro es un hombre con dos personalidades, que viven en permanente conflicto. La una es conciliadora, equilibrada. La otra, radical, arrogante y autoritaria. Sí, alguien que lo conoce muy bien y forma parte de su gobierno, dice que el Presidente es una especie de Mister Hyde y el Dr. Jeckill.

De ahí la importancia del papel que juegan quienes, al interior del gobierno, luchan porque en las decisiones que se toman y en las reformas que se están adoptando prevalezca la faceta conciliadora del Mandatario: José Antonio Ocampo, Alejandro Gaviria, Cecilia López, Alfonso Prada y Roy Barreras.

Ocampo, persona muy respetada en los círculos académicos de EE.UU., podía estar dictando clase en alguna universidad de ese país. Sin embargo, entendió que la presencia de alguien de su talante, respetado y escuchado, en este Gobierno era fundamental. Y le ha tocado aterrizar a muchos de sus colegas, algunos de ellos más activistas que administradores, para que no hagan y digan barbaridades.

Su tarea ha sido en especial dispendiosa con Irene Vélez, cuya presencia en el Ministerio de Minas es inexplicable, pues no solo desconoce el tema sino que le tiene clara animadversión al uso de los hidrocarburos.

Cada vez que la Ministra aparece diciendo que en Colombia no se van a firmar nuevos contratos de exploración de petróleo y que el país tiene garantizada la autosuficiencia en esa materia hasta el 2037, Ocampo tiene que salir a aclarar que esa decisión no se ha tomado y que esa es una posición personal de doña Irene.

En la función de disipar los temores que genera la funcionaria, cada vez que abre la boca, ha colaborado Roy Barreras, el presidente del Congreso. En entrevista con este diario, dijo de forma tajante “Sin exploración, no hay paraíso. El paraíso es una sociedad de energías limpias, hay que avanzar hacia allá, pero Colombia debe vender su petróleo, aprovechar el precio del barril y financiar la transición energética”. Más claro no canta un gallo.

Por fortuna en el gabinete de Petro está Alejandro Gaviria, otro hombre respetado, con conocimiento y con el convencimiento de que el buen subalterno no es el que da palmadas en la espalda al jefe sino el que le hace ver los errores en que incurre. Gaviria es el contrapeso de Carolina Corcho, otra activista disfrazada de Ministra, cuyo sueño es estatizar la salud.

Si en algún campo ha dado resultados la unión de fuerzas entre el sector público y el privado, que promovió la Constitución del 91, fue en la salud. Para evitarnos discusiones bizantinas basta nombrar dos datos que demuestra el éxito de esa alianza: Hasta 1993, cuando se expidió la Ley 100, solo el 27% de los colombianos tenía cobertura en salud, hoy esa cobertura es casi universal. Además, según el ranking de la Organización Mundial de la Salud, el sistema colombiano es el 22 mejor del mundo.
Por encima del de todos los países latinoamericanos.

Lo que no implica que no se pueda mejorar, pero acabar ese modelo para adoptar uno estatista, como el que padecimos en épocas del ISS, sería un crimen de lesa humanidad. Confío que Alejandro Gaviria no permtirá ese exabrupto, tal como Ocampo y Roy buscan impedir que se atente contra el primer renglón de ingresos que tiene el país.

Por eso, hay que superar cualquier animadversión pasada y agradecerles a estos polos a tierra su lucha por mantener a raya al señor Hyde que habita en el alma del Presidente Petro.

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