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Menor no es igual a niño

Cuando el histriónico senador Roy Barreras salió a denunciar en el Congreso el asesinato de unos niños por parte del Ejército, supuse que las tropas habían incursionado en un orfelinato y disparado a mansalva contra esos críos.

7 de noviembre de 2019 Por: Diego Martínez Lloreda

Cuando el histriónico senador Roy Barreras salió a denunciar en el Congreso el asesinato de unos niños por parte del Ejército, supuse que las tropas habían incursionado en un orfelinato y disparado a mansalva contra esos críos.

Lo que ocurrió en realidad fue muy diferente: el pasado 29 de agosto se presentó un operativo militar, dirigido contra un campamento guerrillero en el que se encontraba ‘Gildardo Cucho’, uno de los más tenebrosos cabecillas de las disidencias de las Farc en Caquetá, responsable de toda clase de delitos atroces en ese lugar del país.

En ese operativo fueron dados de baja 12 guerrilleros, que pertenecían al anillo de seguridad de ‘Cucho’. La edad de los insurgentes, por supuesto, era desconocida por los militares, porque cuando se ataca un objetivo militar no se indaga por el sexo, la edad, ni el estado civil del enemigo.

Por desgracia, sucedió que varios de los integrantes de seguridad de alias Cucho eran menores de edad. Y algunos de ellos, incluso niños. Y hago la diferenciación porque no todo el que no ha cumplido la mayoría de edad puede considerarse niño. Para efectos legales, cualquier persona que tenga 17 años, 11 meses y 29 días de nacido es menor. Y a partir del día siguiente, cuando cumple los 18 años ya pasa a ser mayor de edad. Pero por supuesto, cumplir esa edad no genera ningún cambio en la persona.

Lo que importa es que un ser humano a los 16 y 17 años es perfectamente consciente de sus actos y responsable por los mismos. Y varios de los combatientes dados de baja ese día estaban en ese rango de edad, con lo cual no se pueden considerar niños. La única verdaderamente niña de ese grupo era la muchacha que tenía 12 años.

Con lo cual solo puede haber dos responsables de que esas personas se encontraran en ese campamentos: o los propios menores de edad que se enrolaron voluntariamente o alias Cucho, que, según los familiares de los fallecidos obligó a estos a irse con él.

Todo indica que, al menos en la mayoría de los casos, se trató de un reclutamiento forzoso. Y que, tal como hacen en las ciudades las bandas criminales, estas disidencias están optando por enrolar en sus filas a menores, como una forma de evitar que la Fuerza Pública los ataque.

Lo peor es que algunos políticos y periodistas, enceguecidos por el odio que le tienen a este gobierno, terminaron mordiendo el anzuelo y sirviendo de idiotas útiles a esos delincuentes y salen a denunciar el “asesinato” de los que fueron víctimas los menores.

Perdón, esos muchachos se encontraban en un campamento guerrillero y por tanto eran un objetivo militar legítimo, a la luz del derecho internacional humanitario. Y no solo eso, estaban armados hasta los dientes y eran una amenaza real para los militares y para la comunidad.

El error inexplicable que cometió el ministro de Defensa Guillermo Botero, fue no haber anunciado desde el primer momento que entre los guerrilleros dados de baja estaban estos jóvenes. Ese anuncio, bien manejado, incluso habría servido para denunciar ante la comunidad internacional la forma como esos grupos armados ilegales siguen reclutando menores de edad y hasta niños.

Botero pagó con su puesto ese error. Pero lo que debe quedar claro con este episodio es que no hubo ningún asesinato de niños y que si alguien tuvo la responsabilidad de la muerte de esas personas fueron quienes las convirtieron en objetivo militar llevándolas a esos campamentos guerrilleros.

Sigue en Twitter @dimartillo

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