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El día del sí taxi

Ya va siendo hora de que las autoridades municipales hagan un balance...

18 de noviembre de 2011 Por: Diego Martínez Lloreda

Ya va siendo hora de que las autoridades municipales hagan un balance de lo que le han dejado a Cali las cuatro jornadas del Día sin Carro que se han realizado en la ciudad.Me da la impresión que los únicos que ganan con ese embeleco son los taxistas que ese día hacen su agosto. Porque todos los demás perdemos.Los mayores damnificados son las 450.000 personas que se usan su vehículo para desplazarse de sus residencias a sus puestos de trabajo. Y el comercio que durante esa jornada ve reducidos al mínimo sus clientes.El sacrificio valdría la pena si sirviera para prestarle un servicio a la ciudad. Pero ello no ha ocurrido. Durante la jornada se hacen unas mediciones de contaminación que arrojan que al sacar de circulación todos esos vehículos este fenómeno disminuye sustancialmente. ¡Vaya descubrimiento! No se requiere ser miembro de Green Peace para intuir que con medio millón de carros menos en las calles la polución debe bajar.Lo que cabe preguntarse es qué medidas se han tomado desde que se realizó el primer día sin carro a la fecha para disminuir la contaminación. Y la respuesta es ninguna.El otro ‘gran’ aporte del día sin carro es que durante esas 12 horas disminuyen sustancialmente los accidentes de tránsito. Pero al día siguiente, cuando los carros regresan a la calle, la siniestralidad vuelve a dispararse.La conclusión es que, como está planteado en Cali, el día sin carro es un hecho aislado y anecdótico que no le aporta absolutamente nada a la ciudad. En una actitud muy caleña optamos por copiar una idea que ses le ocurrió a Mockus y Peñalosa en Bogotá y nos pareció ‘in’ aplicarla en la ciudad.Lo que por supuesto no copiamos es lo que había detrás de esa jornada en la capital. Y es que allá el día sin carro formaba parte de una estrategia de cultura ciudadana que pretendía desestimular el uso del vehículo particular e incentivar métodos alternativos de movilización como el transporte colectivo y la bicicleta. Parte de esa estrategia fue la construcción de cientos de kilómetros de ciclovías, el ensanchamiento de andenes y senderos peatonales y, por supuesto, Transmilenio.En Cali ese no puede ser el propósito porque aquí hay muy pocas ciclovías y los ciclistas tienen que pasarse toreando los carros y el Sistema de Transporte apenas da abasto con sus actuales usuarios y colapsaría de inmediato si a los dueños de los carros les diera por usar el MÍO.Lo que hace la mayoría de los usuarios de los carros particulares en un día como ayer es tomar un taxi. Es decir el sacrificio es para el bolsillo. Pero ese señor no aprendió nada porque simplemente cambió su carro por otro.Es hora de que nos preguntemos si vale la pena seguir sometiendo a los caleños a la tortura del Día Sin Carro, que mejor se debía llamar el día del taxista. O el día con taxis.Porque, insisto, tal como está planteado seguirá siendo un hecho anecdótico, un domingo chiquito, que a unos pocos les parece chévere y una inmensa mayoría considera un suplicio. Y del cual a la ciudad no le queda absolutamente nada productivo.¿Cuándo aprenderemos en Cali que cada acción que se emprenda debe corresponder a una estrategia o de lo contrario no sirve para nada?

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