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Conociendo la esencia

El conocimiento de las profundidades de la mente requiere paciencia y tiempo

4 de febrero de 2024 Por: Carlos E. Climent

Una fuente inagotable de sufrimiento se origina cuando una persona se involucra con otra, sin conocerla de verdad. Alrededor de la mitad de las relaciones de pareja terminan en rupturas precisamente porque no le dedicaron el tiempo suficiente a conocer a la contraparte. Si la gente le pusiera la lupa cuidadosa a su candidato/a antes de entrar en profundidades románticas se ahorrarían muchos disgustos. Infortunadamente la impulsividad, la ambición, las fantasías adolescentes, o la soledad, hacen que la gente se apresure y cometa costosos errores.

No hay pruebas muy efectivas, ni “tests” muy confiables para conocer de verdad a las personas. Pero hay algunas circunstancias que pueden ayudar en el proceso de toma de decisiones al respecto de otras personas, ya sea para abrir las puertas del hogar, entrar en una relación amorosa, o hacer un negocio.

El tiempo. El riesgo de una experiencia negativa en una relación amorosa es mucho mayor cuando las personas deciden involucrarse sin conocerse. Cuando después de la primera cita, la persona asegura que ha encontrado al amor de su vida, muy probablemente el asunto ya comenzó mal. Algunas frases premonitorias de una equivocación incluyen: “Es perfecta/o. Espectacular. No te lo/a imaginas. Por fin alguien me va a hacer feliz”. Que una inmersión prematura, de esta naturaleza, tenga éxito es posible, sí, pero es muy infrecuente. Si se quieren mejorar las posibilidades de éxito hay que alejarse a prudente distancia y observar con atención. La sabiduría budista nos recuerda a este respecto que la montaña solo se aprecia a la distancia.

La incomodidad. Solamente en la contrariedad y en el conflicto puede uno conocer la verdadera naturaleza del otro. La complacencia total de “la luna de miel” oculta tanto, precisamente porque evita cualquier confrontación que pueda revelar aspectos poco gratos de la otra persona. Durante los periodos iniciales, “lindos” y fáciles de una relación, solo se conoce UNA versión del otro. Se conoce mejor la totalidad de la contraparte, cuando hay que tomar partido en una decisión difícil o conflictiva, o cuando hay que devolver un dinero prestado, o cuando hay que desembolsar lo acordado en un negocio. No pocos casos de depresión se asocian a la desilusión por el distanciamiento de un allegado, ante la justa solicitud de la devolución de un dinero o ante la decisión de no seguirlos apoyando económicamente. Mi madre decía, recordando la barbarie de la guerra civil española, que solo en la guerra se conoce de verdad a la gente.

Además de la importancia del tiempo y de la incomodidad, otra manera de conocer a alguien, está contenida en una columna que escribí hace años: “El golf y la vida”. En ella decía que durante cuatro horas en el campo de golf es posible conocerle a una persona, profundidades de su alma que la interacción de la vida cotidiana no permite. No estoy diciendo que eso sea suficiente, pero puede uno darse una mejor idea del carácter de la persona, y de pronto de uno mismo. Por ejemplo, si es generoso, modesto, mesurado, meticuloso, seguro, cuidadoso, apasionado, reflexivo, sensato, transparente. O, todo lo contrario.

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