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Aura Lucía y María Eugenia

1. Un artículo conmovedor. Mucho me conmovió el reciente artículo de Aura...

18 de febrero de 2015 Por: Carlos Mejía Gómez

1. Un artículo conmovedor. Mucho me conmovió el reciente artículo de Aura Lucía Mera acerca de María Eugenia Piedrahíta, al cual tituló ‘Una mujer bandera’. Seis veces o más utiliza la palabra amor. Fue, pues, una nota escrita con el alma, no con la simple razón, que suele ser tan simple. Varias veces bendice el corazón, exalta la gratitud, convoca la unión familiar, elogia la amistad, destaca la generosidad, alaba la comprensión, agradece oportunos apoyos recibidos. Se reviste de infinita modestia. Pero el mérito mayor radica en quién lo dice y acerca de quién lo expresa: se trata de la primera esposa en relación con la segunda esposa de Rodrigo Lloreda. Lo dice de la segunda madre de sus hijos propios y de la primera madre de sus segundos hijos. No he conocido un caso semejante. Sin asomo de celos tardíos, de resentimientos vacuos, de recuerdos grises. Todo iluminado. El abrazo amoroso a una muerta que no era su muerta. Un recuerdo sublime de otro muerto que ya no era su muerto. Pero que son los muertos de siete vidas fecundas y de muchas vidas más: las de los hijos de sus hijos a quienes convoca para seguir siendo “la más funcional de las familias disfuncionales”. Como de novela. Como de cine.2. Un adiós de todo el mundo. María Eugenia fue una mujer que no se regalaba. Era gentil, amable, pero con una digna distancia hacia el mundo y hacia la gente. Era dueña de su propio valer y, sin alardes, sabía que no formaba parte del promedio. Irradiaba escepticismo hacia el poder, desafecto hacia la arrogancia, desprecio hacia la adulación, ironía hacia el boato y los artificios. Le correspondieron muchos escenarios encumbrados que jamás la deslumbraban. Entendía bien que todo llega y todo pasa.Y así, todos la admiraban y querían. Lo confirmó Aura Lucía: “La Catedral se vistió de gala para despedir a María Eugenia”. “Los coros elevaban sus voces hacia el infinito”. “Cientos de rosas blancas y, al lado de la urna donde reposaban sus cenizas, un vaso de cristal recibía una rosa blanca de cada uno de sus hermanos, hijos y nietos”. La emocionante ceremonia terminó con un aplauso colectivo de pie, a instancias de su hijo Pepe.3. Amor y felicidad. En estas circunstancias se pregunta uno lo que es el amor y lo que es la felicidad. ¿Será que existen esas misteriosas emociones y sensaciones? “Amar y creer son los secretos de la felicidad”, según Clemenceau, en sus ‘Confesiones’. Aura Lucía expresa que María Eugenia esparció felicidad en su entorno. Con ello le da la razón a Bernard G. Shaw cuando sostiene, en Cándida, que “no tenemos derecho a la felicidad si no la creamos en nuestro derredor”.Y hablando de amor. ¿En qué consiste? “Es el que hace la belleza de las cosas”. (Anatole France), “es la única salvación del hombre” (Dostoievski), “nunca pide, siempre da” (Crane), “es el ala que da Dios al hombre para volar hacia Él” (Miguel Angel). Aura Lucía debió titular su artículo con la palabra AMOR.4. Y la belleza. En una ocasión le dije a Rodrigo Lloreda sobre su esposa: “Que nunca se rompa: porque tiene talento de piedra fina, vos de cristal, piel y dentadura perlados y manos y pies de porcelana”. Dios la hizo pasar por el sufrimiento para hacerla acreedora a una eterna y merecida vida celestial. (Qepd)