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Los ríos

Construyamos por fin ese ferrocarril en homenaje a los ríos a los que debe servir.

3 de marzo de 2022 Por: Carlos Jiménez

En una fecha tan cargada de memorias conflictivas como lo es el 26 de febrero, la Universidad del Valle y la del Atlántico realizaron un evento institucional ciertamente cargado de esperanza.

Su objetivo fue el de aunar esfuerzos para lograr que tanto en Barranquilla como en Cali la sociedad se movilice en torno a proyectos de salvar tanto al río Magdalena como al Cauca de la degradación a que han sido sometidos por tantísimos años. Al evento se sumó los ya realizados previamente por Univalle, con el decidido concurso del equipo dirigente del periódico La Palabra, y con el propósito de que tomemos conciencia de cuán decisivos han sido ambos ríos para la vida del país y con cuanta irresponsable desidia han sido tratados por nuestros gobernantes.

Han permitido que sus cuencas se deforesten, que sus afluentes desaparezcan, sus humedales se sequen y que se viertan en ellos con una criminal impunidad aguas contaminadas, basuras incontables y residuos tóxicos. No han sabido amar nuestros ríos como los ha amado un noble extranjero que, aunque es del Canadá, ha hecho todo lo contrario de lo que ha hecho Smurfit, multinacional canadiense. Me refiero al antropólogo y etnobotánico Wade Davis, autor de dos libros imprescindibles en cualquier biblioteca pública o privada de Colombia:
El río, dedicado al Amazonas y Magdalena, dedicada al río del mismo nombre. Son libros vastísimos y proteicos y una formidable demostración de amor por ríos que deberíamos amar tanto como él los ha amado. Y que nos llame la atención no solo sobre su importancia estratégica sino también sobre la necesidad de que los vallecaucanos nos relacionemos con ellos de un modo más fecundo y respetuoso de lo que lo hemos hecho hasta ahora.

Es inexplicable que todavía carezcamos de una generosa vía de comunicación terrestre que acompañe al río Cauca hasta su unión con el Magdalena y a este hasta su desembocadura en el mar. Una vía que debe ser prioritariamente un ferrocarril con tecnología de última generación capaz de conectar al occidente colombiano por un extremo con el océano Pacífico y por otro  con el mar Caribe. Como se pretendió hace más de un siglo cuando se empezó a construir el Ferrocarril del Pacífico, que no solo fuimos incapaces de concluir sino que, para vergüenza eterna, lo poco que se construyó no lo hemos sabido conservar.
Construyamos por fin ese ferrocarril en homenaje a los ríos a los que debe servir.

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