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Darío Henao

Por segunda vez escribo sobre este destacado profesor de la Universidad del...

27 de enero de 2017 Por: Carlos Jiménez

Por segunda vez escribo sobre este destacado profesor de la Universidad del Valle porque creo que es el más calificado para dirigir la pieza que le está faltando al entramado académico y cultural que hemos venido construyendo en el Valle en torno a las culturas afro. Me refiero al Instituto de Estudios Afroamericanos, cuya constitución y puesta en marcha me parecen tan indispensables como urgentes para que nuestra universidad cumpla a cabalidad su obligado papel de analista, intérprete y promotor de la cultura a la que pertenece y a la que tanto debe. La Universidad del Valle no es un politécnico, por mucho que a lo largo de su fecunda historia la medicina y las ingenierías hayan cumplido un papel decisivo. La Universidad ha sido y es una universidad, valga la redundancia, y por lo tanto no tiene solo que ocuparse de la ciencia y la técnica sino también de las artes y las humanidades y entre ellas de los estudios culturales. Campo en el que ha sido pionera la Escuela de Comunicación Social de la Facultad de Artes Integradas y en el que ha brotado como un prometedor retoño la cátedra de literatura afrocolombiana, dirigida por el doctor Henao, que ya ha graduado a su primera cohorte de doctorandos, mientras prepara la graduación de la segunda. Pero con todo y lo valioso que es este comienzo resulta insuficiente porque la cátedra, aunque con una perspectiva cultural amplia, multidisciplinar, se centra en los estudios literarios. Como de hecho la hace la tesis dedicada a la obra de Manuel Zapata Olivella con la que Henao obtuvo su doctorado en Literatura, que explora la dimensión histórica y las fecundas conexiones de dicho corpus literario con las vigorosas religiones afroamericanas. De allí que los estudios afroamericanos necesiten de un instituto que por su propia naturaleza sea capaz de acoger en su seno actividades de docencia, investigación, difusión y promoción referidas no solo a la literatura sino también a las artes, la música, la religión o la filosofía inscritas en el ámbito complejo de las culturas americanas de clara raíz africana. En Europa y Norteamérica ya existen esta clase de institutos. Al igual que en Cuba y en Brasil, países que comparten con nosotros una gran herencia afro. Ya es hora por lo tanto de que tengamos el nuestro. ¿Y quién mejor que Darío Henao para encabezarlo, dada no su formación académica y su notable experiencia como gestor cultural?

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