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¿Adiós a Venecia?

Acqua alta es el nombre que reciben las mareas especialmente altas que inundan a Venecia con cierta regularidad.

14 de noviembre de 2019 Por: Carlos Jiménez

Acqua alta es el nombre que reciben las mareas especialmente altas que inundan a Venecia con cierta regularidad. Pero que esta misma semana ha sido tan especialmente alta que nos ha podido mostrar en los noticieros de la televisión a un hombre nadando en la emblemática Plaza de San Marcos. “Ha sido la peor en cincuenta años”, han certificado los técnicos de la municipalidad, sin conseguir con esta referencia histórica tranquilizar a una ciudadanía a la que esta devastadora inundación ha agravado las muy serias dudas que desde antes abrigaba sobre la supervivencia de su ciudad. Y se comprende.

Venecia, que hace diez siglos o más se asentó sobre los islotes de una marisma despreciada hasta por los invasores bárbaros que precipitaron el fin del Impero romano, está al borde del desahucio. Y no solo porque, encabezando como encabeza la lista de las ciudades amenazadas por la elevación del nivel del mar debido al deshielo de los casquetes polares, sino porque está muy retrasada la gigantesca obra pensada para conjurar esta amenaza mortal. Llamada Mose -en alusión a Moisés- consiste en unas gigantescas puertas metálicas situadas en el fondo de los tres pasos que comunican al mar con la laguna de Venecia, diseñadas para levantarse y formar un dique capaz de contener las mareas inusualmente altas. Se empezó a construir en 2003 y ya debía estar funcionando en 2016 pero entre la desidia administrativa, la corrupción y los sobrecostos aún no se ha terminado y lo peor es que nadie parece creer en el anuncio oficial de que en 2021 estará terminada.

Pero no es solo el agua la que paradójicamente amenaza a la ciudad de los canales. Tanto o más amenazante es la leyenda que la envuelve y que desde la segunda mitad del Siglo XIX la ha convertido en un destino turístico irresistible. Sólo que ese turismo, que durante tantos años fue un lujo que apenas podían permitirse la aristocracia y la alta burguesía, se ha transformado en un turismo de masas que le quita a la ciudad más vida de la que le da. Llega sobre todo en unos cruceros tan enormes que el oleaje que levantan socava sin pausa los cimientos de la ciudad y llega en tal cantidad que es una marea humana que inunda las calles y los monumentos ahogando literalmente la vida urbana.

De hecho Venecia está sometida a un proceso de despoblamiento difícilmente reversible. Porque si no es del turismo que la destruye, ¿de qué otra cosa va a vivir?

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