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La negación de la realidad

Los problemas se perpetúan por la creencia de que su origen proviene de fuera, cuando lo cierto es que la responsabilidad es primariamente de cada cual.

1 de octubre de 2022 Por: Carlos E. Climent

Muchas de las personas que dicen que lo único que quieren es ser felices niegan todo aquello que les sea molesto o les cree dificultades, y su objetivo es evitarse el dolor psicológico que representa la confrontación.

A través de la negación, las justificaciones, la racionalización, la huida o el refugio en múltiples ocupaciones, logran una tranquilidad momentánea, que es más aparente que real. Y tales conductas se vuelven costumbre. Gracias a esta sumatoria de mecanismos defensivos, los problemas se minimizan y todo se justifica. Estos son los conciliadores, aguantadores y expertos en evadir conflictos. Estas son las personas que se consumen en silencio y que por regla general quedan atrapadas en conflictos insolubles.

Evitar experiencias o conversaciones por miedo a encontrarlas arduas o dolorosas sólo hace más difícil el proceso de liberación. Los tiranos sólo se pueden combatir cuando se los identifica, acepta y confronta. Mientras la persona los ignora, sigue siendo una víctima pasiva sin mayores posibilidades de cambio.

Incluso alguien que sufrió de niño (por ejemplo, la víctima de abuso), ya como adulto fortalecido, puede enfrentar esa realidad y zafarse de una vida marcada por la inseguridad y el miedo. Se requiere expresar abiertamente los sentimientos guardados por mucho tiempo para poder comenzar a recorrer el camino de la reparación de los daños sufridos. El reclamo pertinente de una injusticia, así sea tardío, permite aliviar viejos rencores.

Para dar la batalla contra fuerzas opresivas se requiere:

*La certeza que cada día que pasa sin enfrentar la realidad conduce a un debilitamiento mayor.

*Ganar autoconfianza por medio de una mejor comprensión sobre las circunstancias que debilitan y aquellas que fortalecen a la persona.

*Cuestionar mitos autodestructivos de muchos años y cambiar la perspectiva distorsionada que conduce a la repetición de errores.

*Haber llegado al punto de saturación.

*Sospechar que lo único que ofrece la vida es “más de lo mismo”

*Superar la tendencia a esperar soluciones milagrosas (que nunca ocurren).

Es el caso de quien un día reconoce tener un problema que había intentado ocultarse a sí mismo por mucho tiempo. Puede ser un maltrato, una adicción, una debilidad inconfesable o un secreto vergonzoso. En fin, algo doloroso que la persona se ha negado a aceptar pues ha creído-erróneamente que el disimularlo o esconderlo lo hace más llevadero.

Quien busca ayuda psicológica tiene muchas posibilidades de mejorar si está dispuesto a no seguir huyéndole a la realidad. Ello requiere “poner todas las cartas encima de la mesa” y aceptar que hay un problema que no se ha podido superar hasta el momento. Muchas veces este proceso requiere de la ayuda de un profesional que no tenga temor en incomodar a su paciente. Alguien que sea capaz de señalar que la solución del conflicto depende más de cambios internos de cada cual, que de la modificación de factores externos.

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