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El respeto por los derechos de los demás

Salvo criminales, sociópatas, resentidos y unos cuantos amargados que no tienen consideración...

1 de mayo de 2016 Por: Carlos E. Climent

Salvo criminales, sociópatas, resentidos y unos cuantos amargados que no tienen consideración ni con su madre, el resto de la población está interesada en una convivencia grata en la cual cada persona respeta los derechos del otro. No es sino visitar cualquier país medianamente civilizado para darse cuenta que caminar por la calle puede ser un placer.Cada ciudadano puede contribuir a mejorar la convivencia ciudadana con simplemente actuar de acuerdo a principios fundamentales que han sido resumidos en la olvidada urbanidad de Carreño. A continuación se editan, para los tiempos actuales, algunos de ellos. Su adopción redundaría en una mejoría importante de la calidad de la vida cotidiana:*Ser tolerante con las diferencias.*Ser intolerante con los “ismos” (machismo, racismo, elitismo).*Tener especial consideración con las minorías, los desvalidos, los niños y los ancianos.*Respetar los turnos en todas partes. Nadie más chocante que el avivato que se adelanta en una fila para que lo atiendan primero.*Tratar respetuosamente a los empleados y pagarles cumplidamente sus salarios con todas sus prestaciones sociales.*Recordar a los servidores en cualquier oficina pública o privada, y en todas las profesiones, que les corresponde ejercer sus funciones con amabilidad, pulcritud, presteza e idoneidad.*Combatir por todos los medios legales al vecino insensato que pone la música hasta altas horas de la madrugada para que la escuche todo el vecindario. (A propósito, hasta ahora las normas para combatir este atropello, no han servido para nada).*Utilizar el celular en lugares públicos sin levantar la voz, pues de la misma manera que la música debe ser escuchada solamente en el recinto privado de quien la pone, las conversaciones por celular solo interesan a quienes están dirigidas, no a los sufridos ciudadanos de buses, aviones, salas de espera u otros recintos públicos.*Comprender que la convivencia ciudadana es deber de todos y que comienza con pequeños detalles como depositar en un basurero los desperdicios (papeles, botellas vacías, envoltorios, etcétera), pero jamás arrojarlas a la calle.*Recoger los desechos de las mascotas que adornan la mayoría de los andenes, por cierto desbaratados.*Exigir a las autoridades que los arreglen (los andenes) pues en realidad son trochas por las cuales es imposible conducir una silla de ruedas sin desnucar al enfermo.*Poner en cintura al enjambre de vehículos de todas las especificaciones que se ponen de ruana las normas más elementales del tránsito y que manejan arriesgando la vida propia y la de los demás; algo que es considerado un delito en la mayor parte del mundo civilizado (“reckless driving”). Recordando que si las normas no se cumplen no es solo es por la conducta anárquica de los choferes sino por la incompetencia gubernamental.Los lectores podrán enriquecer esta breve lista con sus propios ejemplos.Dentro de la temática del respeto por los derechos de los demás, próximamente se tocará el tema de los médicos que se olvidaron del juramento Hipocrático.

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