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Todo y nada

Dice la famosa paradoja de Zenón que el veloz Aquiles nunca alcanzará a la lenta tortuga pues la distancia siempre se podrá dividir por la mitad; pero el hecho es que no solo la alcanza sino que la sobrepasa, y de ahí la teoría de los límites, cuando una magnitud ya es tan pequeña que equivale a cero.

18 de julio de 2018 Por: Benjamin Barney Caldas

Dice la famosa paradoja de Zenón que el veloz Aquiles nunca alcanzará a la lenta tortuga pues la distancia siempre se podrá dividir por la mitad; pero el hecho es que no solo la alcanza sino que la sobrepasa, y de ahí la teoría de los límites, cuando una magnitud ya es tan pequeña que equivale a cero. Igual cabría pensar en que si se divide el universo se llega a nada y entonces un Big Bang da inicio a un nuevo universo, en espejo, como cuando Aquiles se aleja de la tortuga, y así una y otra vez.
¿Tendría razón Nietzsche en lo del eterno retorno? No en vano pensaba que “no hay hechos sino interpretaciones” y que esta también lo es (citado por María Teresa Oñate, Posmodernidad, 2015, p.71).

Mientras tanto es preciso actuar, aquí y ahora, pero sin caer en la equivocada interpretación de que se trata de todo o nada, para defender la vida humana en el Planeta y el Planeta mismo. Es urgente recuperar nuestro perdido universo cotidiano constituido por las ciudades, en las que ya habita la mayoría de la gente, pues, como pregunta el sociólogo Juanma Agulles, “¿por qué nos empeñamos en seguir dando el mismo nombre a conglomerados urbanos que después de siglos de transformaciones solo guardan un parecido remoto con los que fueron sus primeros asentamientos?” (La destrucción de la ciudad, 2017, p.16). Y Cali constituye un buen ejemplo de una mala ciudad.
Como señala un lector de esta columna (Andrés Felipe J.) “El postconflicto no reducirá la llegada de ciudadanos rurales a Cali y la atención de la demanda de vivienda y servicios será un reto mayor. Además de la ya complicada convivencia urbana (violencia)”. Pero sobre todo hay que entender que al tiempo que vivienda y servicios públicos, hay que construir ciudad, es decir calles bonitas y animadas y no sosas hileras de casas o edificios de apartamentos idénticos, y un trasporte público eficiente, y que la ciudad se densifique y no se extienda más, pero sin abusar con alturas innecesarias o inconvenientes; que el buen negocio no sea todo para el edificio y nada para la ciudad sino para ambos.

Que las calles sean de nuevo también para los peatones, y que haya más bicicletas como ya se ha señalado en esta columna, entre otras en ‘Las bicicletas’, 02/05/2013. Como oportunamente insiste Andrés Felipe J.: “La bicicleta empezará a ser protagonista de la movilidad urbana [y] la movilidad eléctrica se impondrá sobre los vehículos de combustión.” Una alternativa revolucionaria que André Gorz no veía viable hace 45 años (La ideología social del automóvil, Le Sauvage, 1973), pero que se asume cada vez más en más ciudades en el mundo, y que ya se comienza a ver en Cali, aunque falta mucha educación al respecto, y planes y diseños generales, y no puntuales e improvisados.

Mas no se trata de todo o nada sino de lo que hay entre lo uno y lo otro aquí y ahora. De ahí insistir de nuevo en la urgencia de contar con el todo que significa el área metropolitana de Cali. En el uso del corredor urbano que conforman las Calles 25 y 26, el que ahora no sirve para nada, terminando los pocos tramos que faltan para que tengan continuidad de norte a sur, utilizando el corredor férreo para un tren de cercanías, y la conformación de nuevas centralidades peatonales a su largo. Y, en el rediseño de todo su sistema vial de calles, avenidas y autopistas (de verdad), ampliado y arborizando sus andenes y regularizando sus calzadas para que nada quede por fuera.

Sigue en Twitter @BarneyCaldas

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