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Prioridades globales

Las ciudades, en las que ya habita más de la mitad de la población del mundo, han crecido muy rápido no dando tiempo a que sus nuevos habitantes se sumen a su cultura urbana...

8 de junio de 2022 Por: Benjamin Barney Caldas

La naturaleza es destruida cada vez más, la biodiversidad disminuye preocupantemente, y la contaminación del medio ambiente lleva anualmente a la muerte de millones de personas y al cambio climático, producto de la sobrepoblación, el consumismo, el uso de combustibles de origen fósil y la tala de bosque y selvas. Pero, aunque se informa de los acuerdos internacionales que se han firmado, poco se sabe después de lo que se está haciendo en cada país al respecto.

La guerra sigue estando presente, y aunque desde hace casi un siglo han sido mucho más pequeñas, ahora alguna podría generar una tercera guerra mundial y esta volverse atómica, accidental o deliberadamente. Y están las guerras internas, como en Colombia, alimentada por el narcotráfico y pese al Acuerdo de Paz, debido a la inútil guerra contra las drogas que ha llevado a su tráfico ilegal y violento en lugar de ser consideradas como un problema de salud pública.

La inseguridad debida al terrorismo, asesinatos, tiroteos, secuestros, atracos, robos, estafas y la corrupción existen en muchas partes del mundo con características propias en cada lugar. Y está la inseguridad en las vías, causante de muchas muertes; y la de tantas construcciones debida a terremotos e incendios, y por huracanes, lluvias, derrumbes e inundaciones cada vez más frecuentes e intensos debido al cambio climático; y ahora se pueden venir futuras pandemias.

La pobreza, aun dominante en muchos países en desarrollo, sobre todo en África e Iberoamérica, es abrumadora, y preocupante el nacimiento de tantos niños, muchos de ellos indeseados, cuyos padres no podrán alimentar ni educar ni proteger adecuadamente contra la discriminación económica, social, étnica, de género o cultural; así difícilmente podrán ser ciudadanos del mundo y preservar al mismo tiempo y positivamente sus distintos orígenes.

La calidad de vida, en tanto el bienestar físico, psicológico y social de las personas en sus respectivas comunidades y sociedades, cada vez más globalizadas, no es sólo lo relativo a la vivienda, salud, educación, recreación y trabajo, sino al hecho de que ahora todos estos aspectos se dan primordialmente en las ciudades, en las que sobreviven usos, costumbres y tradiciones culturales que hay que proteger y estimular su valoración y el respeto por lo otro, por lo diferente.

Las ciudades, en las que ya habita más de la mitad de la población del mundo, han crecido muy rápido no dando tiempo a que sus nuevos habitantes se sumen a su cultura urbana y no alteren su calidad de vida y patrimonio cultural por su mal comportamiento en el espacio público y su intervención en él. Ciudades que son las que más contribuyen al cambio climático, contaminación ambiental, consumismo, inseguridad y pobreza; y las más afectadas por las guerras.

La ignorancia de todo lo anterior por tantos habitantes del mundo que no se han dado cuenta de hasta qué punto estamos cada vez más dependiendo unos de otros, lleva a preguntar si habrá tiempo para educarlos mejor en todas partes, especialmente en su calidad de urbanitas y demócratas. De ahí que sean necesarios gobiernos no populistas ni polarizados ni dados a las posverdades, las tres ‘p’ en contra de la democracia de las que escribe Moisés Naím.

Sigue en Twitter @BarneyCaldas

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