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¿El último milenio?

El reciente libro de Antonio Caballero, ‘Occidente conquistó el mundo… y empezó a perderlo’, es un pertinente y muy útil relato, en especial para tantos colombianos a los que hace años estúpidamente se les suprimió la clase de historia en sus colegios.

8 de julio de 2020 Por: Benjamin Barney Caldas

El reciente libro de Antonio Caballero, ‘Occidente conquistó el mundo… y empezó a perderlo’, es un pertinente y muy útil relato, en especial para tantos colombianos a los que hace años estúpidamente se les suprimió la clase de historia en sus colegios. Para principiar se lee de un tirón en unas pocas horas dejando planteado qué otras lecturas hay que acometer y qué debates hay que hacer al respecto. En especial sobre el papel de las religiones en el último milenio, el de Occidente, y sus conclusiones sobre los primeros 20 años del ya globalizado Siglo XXI,
agregadas a la edición original del libro en 2000, y el próximo año va tener que adicionar más dedicadas a las exageraciones de 2020.

Son mil años de la búsqueda del poder mediante la guerra por parte de los poderosos y taimadamente por las religiones, en la que el cristianismo domina a todos. “Porque el agitado Siglo XI marca el momento en que la Cristiandad (la palabra data de entonces) tomó conciencia de su naturaleza homogénea y de su ambición hegemónica y se lanzó a conquistar el mundo en nombre de la verdadera fe, y para la Europa blanca”. Las Cruzadas proseguirían hasta el Siglo XIII, con Europa ensimismada en el fortalecimiento de la cristiandad dirigido a la conquista del mundo, y en el Siglo XIV a la guerra se suma el hambre y la peste negra que redujo a la mitad la población de Europa.

Y en el Siglo XX, mientras la amenaza atómica sigue, la guerra tomó la forma del terrorismo religioso, político, económico, o simplemente privado, “un maëlstrom de violencias que se alimentan las unas a las otras, con el resultado demográfico de que ocurren migraciones masivas de pueblos en dimensiones que no se veían tal vez desde épocas remotas [y] tienen el efecto de estimular una especie de renacimiento del fascismo racista del Siglo XX por el crecimiento de la extrema derecha en los países ricos, cuyos pueblos se sienten amenazados, de nuevo, por los bárbaros”, al que se suma la mal llamada guerra contra las drogas en cuya evidente inutilidad y violencia tanto ha insistido Caballero.

El internet, por su parte y sumado a la llamada inteligencia artificial, penetra toda la vida contemporánea de toda la humanidad en todo el mundo, en lo político, militar, social, económico y cultural, e igualmente en lo íntimo y privado; es como el Gran Hermano de la novela 1984, de George Orwell, publicada en 1949. “Porque los tres inventos -la escritura, la imprenta, el internet- tienen en común que sus indudables beneficios se han visto compensados por sus innegables efectos perversos. En el último caso, la promesa de la comunicación universal sin intermediarios ha venido acompañada por la pesadilla del control de la información y por la imparable difusión de las noticias falsas”.

Finalmente el cambio climático, reconocido por los científicos y negado por muchos políticos y del que las religiones, taimadamente, no hablan, es ahora la gran amenaza del mundo junto con la invasión de basuras y plásticos, debido a “un aniquilamiento de la naturaleza infinitamente mayor en estos diecinueve años que el logrado por el lento desarrollo de la civilización -y del ultimadamente desaforado crecimiento de la especie humana- en los treinta o cuarenta mil años anteriores, desde la época de las cavernas”. Parafraseando a Caballero, el homo sapiens conquistó el mundo y ahora empezó a perderlo. O sea: ‘Cooperación o extinción’, como Noam Chomsky titula su último libro.

Sigue en Twitter @BarneyCaldas

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