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Sabiduría para discernir

La sabiduría es el bagaje que una inteligencia acumula a lo largo de la vida para poder discernir correctamente lo mejor que se debe hacer frente a cada situación.

8 de noviembre de 2020 Por: Vicky Perea García

Por: monseñor Édgar de Jesús García, obispo de Palmira

Vivimos en medio de permanentes desafíos en el mundo que estamos habitando: la pandemia que sigue golpeando la humanidad a pesar de tantos adelantos en el campo de la salud, el cambio climático del mundo y una biodiversidad fracturada, la violencia entre naciones por el egoísmo de los poderosos, los conflictos entre personas, las polarizaciones en el campo político, la búsqueda de Dios en las diferentes denominaciones religiosas, el desarrollo sostenible para un mundo mejor.

Solamente nosotros las personas humanas tenemos una inteligencia con capacidades aparentemente ilimitadas que de una o de otra forma tratamos de buscar, indagar y responder a estos retos de una manera práctica, eficiente y saludable para el bien de la humanidad.

Pero no basta la inteligencia. Se necesita la sabiduría. Y esta es la propuesta de la Palabra de Dios en este domingo. “La sabiduría es radiante e inmarcesible, la ven fácilmente los que la aman, y la encuentran los que la buscan; ella misma se da a conocer a los que la desean”. Sabiduría 6,12.

La sabiduría es el bagaje que una inteligencia acumula a lo largo de la vida para poder discernir correctamente lo mejor que se debe hacer frente a cada situación. Dicho de otra manera, la sabiduría es la riqueza de una búsqueda que conjuga la experiencia personal, el estudio en todos sus grados, y la Palabra de Dios que nos ilumina con los criterios divinos para descubrir cuál es la voluntad de Dios. Salomón gozaba de esta sabiduría.

El evangelio de hoy nos describe muy sencillamente a través de una parábola lo que diez doncellas hicieron para esperar al esposo que las había invitado al banquete de bodas (el Reino de los cielos). Cinco eran sensatas, sabias. Las otras cinco eran necias, sin sabiduría. Las sensatas llevaron suficiente aceite para esperar a lo largo de la vigilia de la noche y las necias no fueron previsivas, tomaron las cosas deportivamente, de una manera informal. Y cuando llegó el esposo para entrar al banquete de bodas solo pudieron entrar las sensatas. Mateo 25, 1-13.

Para responder a todos los retos valiosos de la vida y para entrar al reino de los cielos, el banquete del Señor, debemos tener sabiduría, fruto del Espíritu Santo, que nos ayude a discernir entre lo verdadero y lo falso, entre lo bueno y lo malo, entre lo hermoso y lo feo, entre la unidad y la división. “Por tanto, velad, porque no sabéis el día ni la hora”.

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