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II Domingo de Cuaresma

Y en ese camino de cruz que provoca miedo, Jesús, a quien Dios Padre nos manda escuchar, se nos acerca, nos toca y nos dice que no tengamos miedo

4 de marzo de 2023 Por: Vicky Perea García

Por: monseñor César Alcides Balbín Tamayo, obispo de Cartago

Seguimos avanzando en el camino hacia la Pascua. Hoy, después de haber anunciado su pasión y muerte, Jesús sube al Monte Tabor, donde se transfigura ante la mirada de sus tres discípulos más cercanos.

En el capítulo anterior del Evangelio de San Mateo, junto al anuncio de la
pasión está también la interrogante que Jesús hizo a sus discípulos en cuanto a lo que la gente pensaba sobre el Hijo del Hombre. Pedro ya había hecho su gran confesión: «Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo». Y hasta ese entonces solo habían conocido a Jesús de Nazareth, hijo de María y José, un hombre no tan distinto a los demás. Sin embargo, estos tres discípulos tienen ahorala gracia de conocer al verdadero Jesús. Y son los mismos tres que más tarde lo acompañarán en la agonía del Getsemaní, viéndolo ante la gloria y la humillación: dos misterios que se quedan fuera de su capacidad de comprensión.

Saquemos de aquí la primera enseñanza de hoy: si queremos tener una experiencia profunda de Cristo hay que ser «amigo íntimo suyo». Jesús tomó a Pedro, Santiago y Juan, sus discípulos más cercanos, y a ellos les concede esa gracia. Pedro había sido uno de los que más conturbados habían quedado con el anuncio de la pasión de Cristo, de modo que el acontecimiento de la transfiguración es como un anticipo de la gloria eterna de Jesús y una experiencia para alejar del corazón de sus discípulos el escándalo que había provocado el anuncio de su muerte.
Les ayuda a superar el trauma de la Cruz y a descubrir en Jesús al verdadero Mesías.

“La experiencia de los discípulos en el monte Tabor se enriqueció aún más cuando, junto a Jesús transfigurado, aparecieron Moisés y Elías, que personifican respectivamente la Ley y los Profetas” (cf. Mt 17,3). Había que buscar la manera de eternizar ese momento. Por eso Pedro propone la construcción de tres tiendas, una para Jesús, una para Moisés y otra para Elías. Era tanta la emoción de Pedro que ni siquiera pensó en las chozas de los otros discípulos y la suya. Había que evitar el paso por el calvario, y era lo más importante en ese momento.

Y en ese camino de cruz que provoca miedo, Jesús, a quien Dios Padre nos manda escuchar, se nos acerca, nos toca y nos dice que no tengamos miedo. Ahí encontramos nuestra fuerza, por eso hemos expresado con el salmo: «Los ojos del Señor están puestos en sus fieles, en los que esperan en su misericordia, para librar sus vidas de la muerte y reanimarlos en tiempo de hambre». (Salmo 32).

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