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“Madre, bendito el fruto de tu vientre”

Lo más sagrado de la mujer madre es su amor incondicional para cada hijo concebido con respeto y amor. Felicitaciones.

7 de mayo de 2022 Por: Vicky Perea García

Por: Monseñor Édgar de Jesús García Gil, obispo de Palmira

En la antropología cristiana que se inspira en la Palabra de Dios, la mujer tiene una sublime vocación que se ha llamado en todas las culturas y en todos los tiempos del mundo: ser esposa y madre. “Creó, pues, Dios al ser humano a imagen suya, a imagen de Dios le creó, macho y hembra los creó. Por eso deja el hombre a su padre y a su madre y se une a su mujer, y se hacen una sola carne. Y los bendijo Dios, y les dijo: “Sed fecundos y multiplicaos y henchid la tierra y sometedla”: Génesis 1.2.

De esta manera, Dios les dio a nuestros primeros padres la capacidad extraordinaria de amarse, de vivir en pareja, de formar un matrimonio, de construir una familia, un hogar. Los hijos son el mejor regalo que Dios puede dar a cada pareja y la más bella expresión de su amor fecundo y generoso. En los hijos florece el amor de los esposos. Cada hijo o cada hija es, además de ser un proyecto de vida para los papás, el sueño de Dios para grandes designios y tareas en medio de toda la humanidad. La familia es la cuna fundamental de la vida y de la humanidad.

Tan sublime es el amor de la familia que Dios quiso que su Hijo Jesús naciera en medio de una familia. Tuviera una mujer mamá, la virgen María, y un varón papá, el joven José, artesano de la madera. Cuando María visitó a su prima, Isabel la saludó con esta bella expresión: “Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre”. Todos los vientres que conciben son benditos, son sagrarios de la vida.

Por eso nos duelen en lo profundo de nuestras almas, todas las iniciativas de muerte, sobre todo, el aborto que es el crimen más nefasto y más terrible de nuestros egoísmos en el mercado de la arrogancia humana donde todo se quiere vender y comprar.

No vale, en la ética y la moral más fundamental, ningún argumento que justifique sacrificar despiadadamente los bebés concebidos, convirtiendo los vientres maternos, de cunas sagradas de la vida, en fosas de exterminio sangriento con el asesinato de niños no nacidos.

Lo más sagrado de la mujer madre es su amor incondicional para cada hijo concebido con respeto y amor. Felicitaciones.

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