La presencia incomprensible
Para saber de Dios hay que buscarlo vivencialmente, igualmente que buscamos a la madre, al hijo, a la amada, al amigo, o a cualquier ser vivo con el que queremos relacionarnos.
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11 de jun de 2022, 11:15 p. m.
Actualizado el 17 de may de 2023, 12:44 p. m.
*Presbítero Germán Martínez Rodas, vicario episcopal para la educación.
La primera regla de toda teología dice: “Dios es grande e incomprensible”. La segunda regla afirma: “Más incomprensible que su grandeza es su amor”. No es un juego de palabras, es el comienzo de una búsqueda, igual que el texto famoso de Friedrich Nietzche en la Gaya, ciencia que habla de un hombre loco que, en pleno día, con una lámpara encendida, gritaba: “Busco a Dios, busco a Dios”.
Desde los remotos tiempos del viejo Demócrito de Abdera (460 antes de Cristo), tan inteligente y talentoso para presentir la ciencia, hasta los días recientes de la gran inteligencia de Sartre (1905-1980), tan sagaz para analizar los rincones y minucias del corazón y la razón humanos, para muchos, el gran interrogante es si hay o no hay Dios. Y entonces los estudiosos dicen que Dios es el reflejo magnificado de lo que es la persona; la proyección de los complejos humanos, el complejo infantil de dependencia paterna convertido en neurosis religiosa. Pero tal vez no es tan fácil la cuestión.
Si todo anhelo humano (alimentación, diálogo, afecto, libido sexual) encuentra una realidad que responde a ese anhelo, ¿por qué el anhelo de Dios es vacío? Si las tendencias portadas por el inconsciente corresponden a realidades auténticas, ¿por qué el deseo de infinito, presente también en el inconsciente humano, no corresponde a nada real? Para saber de Dios hay que buscarlo vivencialmente, igualmente que buscamos a la madre, al hijo, a la amada, al amigo, o a cualquier ser vivo con el que queremos relacionarnos.
La persona que tiene la experiencia viva del fundamento radical de la vida, que es más que cualquiera de las manifestaciones vitales fenoménicas, ha llegado a Dios, que es la realidad primaria, la vida misma que, sin identificarse con ninguna de las cosas de la vida, es y está en todo como origen, raíz, principio, fundamento, causa de la manifestación vital en tiempo, espacio y más allá de ellos. Dios es el inagotable dinamismo vital del cosmos, de la vida, de la psique, de la persona, que hace que la evolución nunca se frustre, sino que siempre tenga un camino y un proyecto. Dios es la realidad de la que no podemos salirnos por ser el fundamento de todo, la intimidad de todo, el futuro absoluto de todo.
La realidad en la que, según palabras de Pablo de Tarso, “nos movemos, vivimos y existimos” (Hechos 17, 28). Los creyentes nos signamos con la bendición, fuimos bautizados en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Hoy, domingo 12 de junio, solemnidad de la Santísima Trinidad, podemos orar con la gran cantata 51 de J. S. Bach Jauchzet Gott in allen Landen = Aclamad a Dios todas las naciones.
Mensaje escrito por el Arzobispo de Cali y sus obispos auxiliares para los lectores de El País.
6024455000