La grandeza del perdón

Seríamos muy ciegos si no reconociéramos que hay una realidad muy compleja, que afecta de manera significativa la voluntad espiritual de un pueblo tan sufrido como el colombiano.

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13 de sept de 2020, 06:15 a. m.

Actualizado el 24 de abr de 2023, 05:36 p. m.

Por: monseñor Diego Fernando Guzmán Ruiz, Pbro. Arquidiócesis de Cali

Seríamos muy ciegos si no reconociéramos que hay una realidad muy compleja, que afecta de manera significativa la voluntad espiritual de un pueblo tan sufrido como el colombiano. La historia de una nación que ha crecido en medio de la guerra, del dolor y la muerte. Este designio perturbador ha tenido su origen en la cultura violenta y vengativa, que tiene por principio el ‘ojo por ojo, diente por diente’.

Cómo nos sirve el mensaje que la Palabra para este domingo nos ofrece pues nos invita a tener una actitud serena ante la ofensa y el dolor que pueda causar el prójimo sobre mí. Nos han invitado a la revancha, nos han invitado a una justicia vengativa que no restaura ni corrige los males sino que los empeora generando más dolor y odio.

Ante la cultura revanchista que tiene por principio ‘cobrar’ la ofensa hecha surge en la Palabra, una actitud que rompe con el círculo vicioso del odio y la cólera. “Piensa en tu fin y cesa en tu enojo; en la muerte y corrupción, y guarda los mandamientos”, nos dice eclesiástico.

El evangelio de Mateo nos presenta a Jesús enseñándonos a perdonar y a pedir perdón. La deuda del criado, que por demás es alta, es perdonada por su señor. ¿Por qué lo hace? Sencillamente porque siente compasión de su criado, piensa en su angustia, siente el dolor y la urgencia de quien pide clemencia. Lo perdona para que recupere su dignidad, para que vuelva a la normalidad de su vida y pueda recomponer su camino.

No lo hace como acto de debilidad, sino precisamente todo lo contrario, perdona como acto de fuerza y de grandeza, para que quien es perdonado pueda aprender a hacer exactamente lo mismo con aquel prójimo con el que tenga cuentas pendientes. Tristemente este criado no aprendió la lección y no fue capaz de perdonar a aquel que tenía cuentas pendientes muy inferiores a las suyas y por las que fue perdonado.

Nuestra nación necesita aprender a perdonar, es imperioso que el pueblo colombiano cese en su deseo de venganza. Que nuestros líderes dejen las recriminaciones mutuas y más bien alienten un camino de reconciliación, donde el valor de la compasión nos lleve a la grandeza de ser dignos hijos de Dios.

Nuestra vida es para honrar y glorificar a Dios a través de mi relación armoniosa con mi prójimo. Tal vez aprenderé a perdonar cuando sienta en mi vida que el perdón de Dios me ayudó a crecer y valorar la capacidad de perdonar. El amor y el perdón construyen y edifican relaciones nuevas. Seamos verdaderamente grandes con la gracia del perdón.

Mensaje escrito por el Arzobispo de Cali y sus obispos auxiliares para los lectores de El País.

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