El espíritu de amor
Dejemos que, en estos tiempos de turbulencia electoral, de confusión social nacional y mundial, sea el Espíritu Santo el que ilumine la conciencia de creyentes y no creyentes.
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4 de jun de 2022, 11:20 p. m.
Actualizado el 17 de may de 2023, 12:43 p. m.
Ven, Espíritu Santo. Tú que suscitas lenguas nuevas y pones en los labios palabras de vida, líbranos de convertirnos en una iglesia de museo, hermosa pero muda, con mucho pasado y poco futuro. Ven en medio nuestro, para que en la experiencia sinodal no nos dejemos abrumar por el desencanto, no diluyamos la profecía, no terminemos por reducirlo todo a discusiones estériles. Ven Espíritu de amor, dispón nuestros corazones a la escucha. Ven Espíritu de santidad, renueva al santo pueblo de Dios. Ven, Espíritu creador, y renueva la faz de la tierra. Amén. (Papa Francisco).
La solemnidad de Pentecostés, en la que celebramos la llegada del Espíritu Santo a los apóstoles, y en ellos a nosotros, es una ocasión del todo especial para que cada uno pida con humildad este magnífico regalo del Padre, de modo que con sus siete dones de sabiduría, inteligencia, consejo, fortaleza, ciencia, piedad y temor de Dios, podamos ser capaces de experimentar sus frutos que la tradición enumera en doce: caridad, gozo, paz, paciencia, longanimidad, bondad, benignidad, mansedumbre, fidelidad, modestia, continencia y castidad.
Para los que profesamos la fe cristiana y católica, el Espíritu Santo nos ayuda a entender nuestra adhesión a Dios Padre, en Cristo, pero también nos ayuda a vivir según Dios, cumpliendo sus mandamientos y aspirando siempre al bien superior, es decir, al cielo.
Para los que no son creyentes, hay un elemento común que es la conciencia. Una recta conciencia se convierte en la semilla del verbo mediante la cual, el ser humano lograr orientar su vida en lo que se conoce como la ‘ética de los mínimos’, que permite una sana relación consigo mismo, con los demás y con la creación.
Dejemos que, en estos tiempos de turbulencia electoral, de confusión social nacional y mundial, sea el Espíritu Santo el que ilumine la conciencia de creyentes y no creyentes, y así, todos juntos, podamos contribuir a la renovación de la faz de la tierra. Es el Espíritu Santo el que nos ayudará a ‘no dejarnos abrumar por el desencanto’, es decir, a no perder ni la esperanza ni la alegría en medio de la prueba y a no quedarnos ‘en discusiones estériles’, como lo dice el Papa Francisco, trabajando siempre por lo esencial de la dignidad humana, del respeto de la libertad y el desarrollo integral de todos.
El Espíritu de amor nos llene de su amor.
Mensaje escrito por el Arzobispo de Cali y sus obispos auxiliares para los lectores de El País.
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