Adiós al 2020
Llegamos al final del año más extraño que haya vivido la generación de la posguerra.
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17 de dic de 2020, 11:45 p. m.
Actualizado el 24 de may de 2023, 12:45 a. m.
Llegamos al final del año más extraño que haya vivido la generación de la posguerra. Ninguno de los astrólogos lo predijo, ni siquiera Nostradamus. ¿A quién creerle? Sí, la bola de cristal se pifió irremediablemente. Bill Gates sí lo advirtió, pero nadie le paró bolas pues para el 2020 se predecía que los robots reemplazarían paulatinamente a los humanos, inclusive en el amor. Que Trump sería reelegido como presidente de Estados Unidos y que las economías seguirían creciendo.
La palabra pandemia era algo del pasado, ni siquiera se utilizaba metafóricamente, tan es así que al principio nadie creía, como así que usar tapabocas y no abrazarse y aún más que los gobiernos aterrados ante cantidades de personas contagiadas, hospitales repletos, médicos y enfermeras fallecidos, tomaron decisiones como cerrar los negocios no esenciales, obligar a la gente a quedarse en casa, que aquí se llamó cuarentena, en inglés encierro, y en tulueño según Gustavo Álvarez Gardeazábal enchuspamiento.
A los mayores de 60 años se les dijo que no se asomaran ni a la puerta y se sacó del cuarto de ‘san alejo’ la palabra morbilidad para aquellas personas que tenían enfermedades crónicas y que mejor ni salieran pues se podían morir.
Quizá los menos afectados hemos sido las personas mayores de 60 años, algunos ya pensionados. En mi caso se me abrió el mundo, si bien no se podía viajar, la tecnología me permitió entrevistar para los programas de televisión gente de muchos países. Aprendimos a hacer los programas tanto en inglés como en español y distribuirlos por YouTube. Se acabó el salón de belleza, las uñas sin esmalte empezaron a respirar y el pelo con el tinte esporádico dejó de caerse. Por fin pude desayunar sin tener que salir corriendo para comerme el plato de frutas en el carro, ni tener el martirio de los trancones y la esclavitud del reloj.
Me di cuenta que tenía una casa y que si arreglaba un poquito la cocina podía mejorar la alimentación, perder peso y así como en mi infancia comprar en la tienda de doña Fanny que me manda el mercado a domicilio. Hicimos un grupo de estudios de la economía del regalo con mujeres que habíamos conocido en las conferencias internacionales, visitamos sus casas, su cuarto, sus gatos, luego armamos salones virtuales para dar conferencias. Celebramos cumpleaños con invitados internacionales y semanalmente nos reunimos con la familia radicada en el exterior. Conocí al papa Francisco en el Ángelus de los Domingos.
Adopté a Ramona una gata callejera y descubrí la sensibilidad del felino y las dos aprendimos a comunicarnos en un idioma inventado.
El celular se volvió indispensable en eso sí acertaron las predicciones y los mensajes, los chistes, los conocimientos han complementado el proceso de aprendizaje y finalmente nos salvamos de un nuevo periodo de Trump. Agradecerle a mis lectores que me hayan acompañado en este año, he crecido con sus comentarios. El mundo no será el mismo, pero hemos visto que no importa la edad siempre nos podemos reinventar, Feliz año.
Sigue en Twitter @Atadol

Profesión Abogada, PhD en Gobierno de la London School of Economics. Fue directora del programa de TV el Agora y la Lupa. Miembro de La Comisión Preparatoria sobre Administración Pública de La Asamblea Nacional Constituyente 1991. Promotora y madre del Artículo 40 de la Constitución o Ley de cuotas 1991. Miembro del Comité Asesor de Poder de El País 2010. Escribe para el periódico desde el 2005.
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