El pais
SUSCRÍBETE

Inicio

Artículo

Marta, la esperanza canta

Marta Gómez no recuerda un día de su vida sin cantar. Según...

3 de octubre de 2012 Por: Alberto Valencia Gutiérrez

Marta Gómez no recuerda un día de su vida sin cantar. Según su madre, en la cuna se arrullaba con sus propios susurros. Y hoy 3 de octubre, esta caleña adoptiva, egresada del Liceo Benalcázar, viene a la ciudad donde vivió la primera parte de su vida a seguir cantando, esta vez en el escenario del Jorge Isaacs, después de años de ausencia y de éxitos en el exterior, donde es más conocida que en Colombia. Su trabajo constante y tesonero la ha llevado a colocarse a la altura de las grandes cantautoras latinoamericanas como la argentina Mercedes Sosa o la chilena Violeta Parra.Durante una estadía de diez años en Estados Unidos, donde estudió música en el Berklee College de Boston, redescubrió el valor y el sentido de la música popular colombiana y latinoamericana y con un grupo de amigos de diferentes nacionalidades creó un grupo que se dedicó a combinar los diversos ritmos de la región, hasta lograr un estilo propio e inconfundible hecho de bambucos, cumbias, torbellinos y vallenatos colombianos; de festejos, valses y landó peruanos; de carnavalito boliviano, son cubano, zambas y milongas argentinas; de chamamé y candombe uruguayos; de música llanera venezolana; de cueca chilena; de rancheras, baladas y boleros; y hasta de flamenco español. Su música recoge todos esos ritmos, les da motivos y los vuelve canciones que echa a rodar por el mundo.La música y las letras de la mayor parte de sus canciones son compuestas por ella, aunque en los últimos años se empeñó en ponerle música a poemas de García Lorca. Podemos simplemente seguir los sonidos de sus canciones sin preocuparnos por el significado de las letras como les ha ocurrido a muchos de sus oyentes en países donde no se habla español como Israel, Suecia, EE.UU., Francia, Suiza, Finlandia, Sudáfrica y otros donde ha tenido gran éxito a pesar de las diferencias lingüísticas; pero también podemos olvidarnos de los sonidos de los instrumentos y leer las letras de sus canciones para darnos cuenta que se trata de una gran poeta. Música y poesía se confunden pues en un solo haz en la obra de esta mujer que se define a sí misma como cantautora.La nostalgia parece ser el país de donde provienen sus palabras y melodías. Aún en sus más bellos poemas sobre amores afortunados sabe que la felicidad y la nostalgia no se excluyen y que la posibilidad de perder al ser amado hace parte de la dicha de poseerlo. Así le canta a su familia, amores y amigos. También le canta a Colombia, país que lleva “atravesado en la garganta” y que no la deja “acostumbrarse a la distancia”. Y también le canta a las tardes caleñas que “se visten de amarillo”, a los gatos de Hernando Tejada y a los colores de Lucy, con quienes comparte la ternura de sus obras.Habitar sus canciones y su poesía es una experiencia en la que se aprende un secreto para ser feliz, que resume en mi opinión lo fundamental de su trabajo: estemos donde estemos, vivamos lo que vivamos, hay que cantar. Su sueño es que Colombia, “un país que sabe llorar”, al que “le sobra corazón y voluntad”, será otra cosa el día que no haya obstáculos para cantar. Y lo dice en una bella canción llamada Canta dedicada a España después de la tragedia del M-11 en Madrid donde murieron 191 personas: “Si algo quieres decir dilo cantando y si algo quieres llorar, cántalo también”. Por eso su obra, que se reviste con el ropaje de la nostalgia, es más un canto de la esperanza: “Cuando quieras llorar yo te doy mi llanto, (pero) si se rompe tu voz yo contigo canto”. Cantemos con ella esta noche en el teatro Jorge Isaacs. Marta: aquí hay “mil pretextos” que te esperan “para regalarte su mirada”. Bienvenida.