Los golpes de la naturaleza

San Andrés y Providencia sufrieron por primera vez los embates de un huracán grado 5, con vientos hasta de 259 Km por hora.

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24 de nov de 2020, 11:50 p. m.

Actualizado el 24 de may de 2023, 12:42 a. m.

San Andrés y Providencia sufrieron por primera vez los embates de un huracán grado 5, con vientos hasta de 259 Km por hora. Una tragedia para el archipiélago, en especial para Providencia, que no quedó piedra sobre piedra.

A este durísimo golpe se añaden las lluvias torrenciales que han hecho estragos en el norte del país. Se inundaron Cartagena y la desértica Guajira, donde no están habituados a recibir lluvias y menos torrenciales. Se han desbordado ríos y quebradas en los Santanderes, en el Chocó, y en Antioquia, destruyendo lo que encuentren a su paso, hogares y puentes, además los deslizamientos de tierra han segado vidas, sepultado viviendas y carreteras.

A Cúcuta le cayó la roya, puesto que además del desborde de sus ríos y quebradas, recibe la avalancha humana de sus vecinos, los inmigrantes venezolanos que huyen de la miseria, producto de un gobierno inepto, represivo y corrupto.

Caso aparte es el departamento del Chocó, región aislada del resto del país, con unos de los índices de pobreza más altos. Su interior está desconectado del mar, a pesar de tener uno de los litorales más extensos.
En Lloró pudimos apreciar sus desgracias. El río se desbordó e inundó gran parte de su casco urbano y de contera destruyó el puente que comunica a sus habitantes. El desastre no solo se limitó a la infraestructura, se llevó por delante varias vidas.

Esto ocurrió en medio de una pandemia que se inició en China en diciembre del 2019 y llegó a nuestro territorio solamente tres meses más tarde. Hasta el lunes pasado el Covid-19 había producido cerca de 35.300 muertes y aproximadamente 1,3 millones de contagios.

Las consecuencias del nefasto virus, además de los estragos en la salud y los fallecidos, tienen otro componente también casi tan grave, la recesión económica, que nos ha hecho retroceder varios años en los logros alcanzados en el pasado. Recuperar los ingresos nos va a tomar aproximadamente entre dos y tres años. Otro de los funestos efectos es el desempleo, quienes lo padecen se encuentran a la deriva.

Para empeorar el panorama, el gobierno central, de lejos el mayor recaudador puesto que vivimos un régimen que concentra el poder político y económico en Bogotá, se encuentra debilitado. Los mayores ingresos del fisco provienen de la producción petrolera y de los tributos de las empresas y personas, ambas fuentes gravemente deterioradas, precisamente ahora cuando se requiere ayudar a los más débiles, a quienes sufren de las peores condiciones económicas.

Es ahora cuando se debe demostrar una mayor solidaridad, debemos estrechar nuestros lazos y dejar atrás la polarización. Es la oportunidad de disminuir las brechas que nos separan económicamente, promover aceleradamente el empleo y la recuperación de todas las empresas, micros, pequeñas, medianas y grandes. Es el momento para desconcentrar. Se requiere abolir la macrocefalia para que nuestras provincias y territorios prosperen al unísono.

Cuando sea oportuno, nuestra tributación debiera favorecer a la empresa formal, para desestimular la informalidad, ser más progresiva en los ingresos personales, al margen de las fuentes, y luchar contra la evasión como lo recomienda la Ocde.

La economía moderna privilegia el conocimiento y la automatización, así que la educación es fundamental para promover la equidad y el progreso.

Economista de profesión. Empresario con experiencia en el sector público y privado. Columnista de El País desde hace varios años.

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