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Para inscribirse al Encuentro Internacional de Bibliotecas ‘Cultura de paz, palabra y memoria’ puede comunicarse al 301 425 36 33. Para más información acceda a: www.fundacionbibliotec.org | Foto: Giancarlo Manzano / El País

EL SALVADOR

Las lecciones que quedaron de preservar los archivos históricos sobre el conflicto en El Salvador

Jacqueline Morales, quien coordina los Archivos Históricos de El Salvador, estará en Cali hablando de su experiencia tras el proceso de paz en su país.

27 de septiembre de 2017 Por: Ángela María Collazos 

Para el Simposio Internacional de Memoria y Patrimonio Documental, que tuvo lugar hasta ayer, y el Encuentro Internacional de Bibliotecas ‘Cultura de paz, palabra y memoria’, organizado por la Fundación Bibliotec, que se llevará a cabo hoy y mañana, hablamos con una de las ponentes, Jacqueline Morales, directora de la Biblioteca de la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas y coordinadora de la Red de Archivos Históricos de El Salvador.

Morales habló de la experiencia salvadoreña en torno a la organización de los archivos de memoria histórica del conflicto armado que superó el país centroamericano en 1992 y cómo debería Colombia asumir la documentación de la historia de la guerra luego de los acuerdos de paz.

¿A qué le llaman ustedes exactamente ‘memoria histórica’?

No es lo mismo que historia. La memoria histórica está conformada por acontecimientos que contrastan determinada época de una nación. En
El Salvador creamos la red que coordino para conservar y proteger el patrimonio nacional, todos los documentos generados durante el conflicto armado y el proceso de diálogo que nos llevó a la firma de la paz en 1992.

¿Cómo han recopilado estos documentos?

En El Salvador la red está constituida por seis instituciones que conservan documentos de grupos o excombatientes guerrilleros del FMLN (Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional) como Fundabril y el Instituto Schafik Hándal. La institución Imágenes Libres heredó el archivo fotográfico de un fotoperiodista del conflicto, que cuenta con más de 10.000 fotografías del conflicto armado y aún se encuentra procesando más información. Y el Museo de la Palabra y la Imagen, que heredó las transmisiones de Radio Venceremos, que fue una radio clandestina durante el conflicto.

Desde su experiencia, ¿cómo sugeriría que se manejaran los archivos de memoria histórica en Colombia?

Es un tema sensible, sobre todo, si separamos lo que es el contenido del proceso de negociación que es diferente a los archivos de derechos humanos, porque tienen un tratamiento especial. Debe haber disponibilidad de todas las partes para al menos conservar u organizar lo que cada una de las partes tiene y, paso seguido, revisar la posibilidad de aglutinar a través de un proyecto de memoria nacional la documentación. Hay que destacar que en este proceso todo lo que tiene que ver con la justicia restaurativa cobra mucha relevancia, y ese es un paso firme que ustedes dieron con la firma y que
El Salvador no dio en su acuerdo.

¿A qué nos sometemos si en Colombia no organizamos bien los archivos?

A la pérdida y al caos de la desmemoria: quienes no conocen su historia están condenados a repetirla. Debe haber un trabajo de pedagogía de la memoria y de reivindicación, de fortalecimiento del tejido social en el que se pueda organizar la documentación, porque lo delicado es que hay muchos documentos que pueden servir de evidencia en procesos judiciales que se pueden dar luego de firmados los acuerdos. Ustedes han avanzado mucho porque se han inclinado por la justicia restaurativa que es un primer paso. De llevar a cabo unos lineamientos adecuados de justicia restaurativa se puede permitir el acceso a la información
y fortalecer la democracia.

Colombia sigue polarizado frente a los acuerdos, ¿en manos de quién deberían quedar esos documentos para que su trato sea neutral?

En el caso salvadoreño era en un principio normal sentir que los archivos se habían custodiado celosamente, pero gracias a eso se ha logrado que estén íntegros hoy. Si no quieren facilitar su custodia a un ente gubernamental, hay que procurar que quienes los conserven le dediquen presupuesto y herramientas necesarias para conservarlos hasta que puedan llegar a un acuerdo conjunto sobre su cuidado. Lo que la experiencia salvadoreña nos ha dicho es que es difícil brindar técnicas adecuadas de preservación, difusión y acceso, pero es importante compartir la información, que pueda ser de uso público.

¿Cuáles han sido los beneficios de haber preservado esta información?

La Comisión de la Verdad brindó unos lineamientos respecto a la preservación documental que no se han cumplido, ni los gobiernos de derecha ni de izquierda han tenido voluntad para fortalecer la preservación de este patrimonio. Sin embargo, con la declaratoria de inconstitucionalidad de la Ley de Amnistía en el 2016 se abrió la posibilidad de fortalecer los archivos que contienen información valiosa para procesos administrativos, judiciales e investigaciones académicas, porque hay mucha historia todavía que contar, muchas reflexiones por hacer, que investigadores y académicos realizan sobre estos documentos.

Más voces

Otra de las ponentes en el Simposio de Memoria Histórica fue Soledad Díaz, Archivera de la Memoria y los DD.HH., de Chile, quien sugirió que para el manejo de los archivos de memoria histórica lo principal es la reflexión para recomponer la historia del pasado reciente en países que han vivido violencia, que surjan espacios de conversación, se descentralicen los archivos de la capital y poner a disposición de la gente la información a través de plataformas digitales y redes sociales que motiven a conocer la historia.

Por su parte, Francisco Fernández López, director del Archivo de Cultura de Andalucía (España), dijo que estos espacios no solo son importantes para la investigación especializada, sino que deben ingeniarse estrategias para que lleguen a todos los ciudadanos, incluyendo niños, para que ejerzan su derecho a culturizarse.

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