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Si el M-19 triunfa, hubiéramos sido un 'narcoestado': exministro Jaime Castro

Jaime Castro, quien fue ministro de Gobierno durante la toma del Palacio, dice que el Estado no se equivocó ni cometió errores.

7 de noviembre de 2015 Por: Argemiro Piñeros | Elpais.com.co y Colprensa

Jaime Castro, quien fue ministro de Gobierno durante la toma del Palacio, dice que el Estado no se equivocó ni cometió errores.

El exministro Jaime Castro Castro siempre ha sido claro y puntual en los temas que toca, de Estado, de política, de jurisprudencia. Pero lo es más cuando habla del gobierno de Belisario Betancur, en especial de los momentos críticos del 6 y el 7 de noviembre de 1985, cuando el M-19 se tomó a sangre y fuego el Palacio de Justicia.  Volvió  a hablar  de las duras y críticas decisiones que él ayudó a tomar siendo ministro de Gobierno y de las que no se arrepiente porque cree que sirvieron para que Colombia no fuera un ‘narcoestado’. Esta semana se conoció una declaración del expresidente Betancur en la que pedía perdón si se había equivocado, ¿habrá llegado tarde ese perdón? No creo. Pero, además, es un perdón condicionado, ‘si cometí errores’, ‘si me equivoqué’, es algo que puede decir cualquier presidente al término de su gestión, porque las equivocaciones no son solo en materia de orden público, se pueden cometer en otras áreas. El documento completo de Belisario Betancur me llegó, pero solo se ha divulgado la parte en mención de pedir perdón a los compatriotas. Es un documento muy humano, propio de un hombre que al final de su vida está haciendo una reflexión de esa naturaleza.  ¿Como ministro, cree que se equivocó en esas horas terribles? No. Con el paso del tiempo, después de haber reflexionado mucho, de haber recogido material, escribí el libro  ‘Del Palacio de Justicia a la Casa de Nariño’ y confirmé que las decisiones que había tomado el Gobierno eran las que más le convenían al país. Se lo resumo de esta manera sin duda alguna: se pagó un precio muy alto por las vidas humanas, pero se evitó una tragedia mayor porque se olvida cuáles eran los propósitos reales de los asaltantes, qué buscaban, y quién los había financiado y les dio el apoyo logístico. Sobre esos temas los comentaristas pasan como por una brasa caliente, las relaciones extraditables y el M-19, las reuniones de Pablo Escobar, su apoyo logístico como armamento o el uso del aeropuerto de la finca Nápoles para traer, incluso, armas del exterior. ¿Pero los guerrilleros decían que tenían otros propósitos?  Suele decirse que querían hacer un juicio a Belisario Betancur por su falta de compromiso con la paz, pero no leen en detalle el manifiesto del M-19 que divulgaron durante el asalto. Decía: “Vamos a juzgar a Belisario Betancur, quien debe venir adonde estamos nosotros”. Ese juicio sería el primer acto del nuevo gobierno.  Gustavo Petro, muchos años después del asalto,  dijo que sí aspiraban a entrar a la Casa de Nariño con los tanques y las armas.  ¿Ustedes, como Gobierno, estuvieron unidos en un solo cuerpo o hubo divisiones, como se ha dicho?  Los ministros fuimos solidarios en todo momento. Belisario nos oyó, aunque las decisiones hubieran podido ser solo de él como comandante de las Fuerzas Armadas, pero llegamos a acompañarlo desde el principio. No hubo discrepancias. Pero no lo fue la posición del ministro de Justicia, Enrique Parejo…  El doctor Parejo tuvo una reserva frente a una acción de la Policía que se cumplió por los hombres que fueron llevados a la terraza del edificio, para que ingresaran al cuarto piso. Él considera que habiendo ejecutado esa operación se desconoció una autorización que recibió para hablar con Andrés Almarales, el segundo al frente en la operación. Los dos se conocían porque eran paisanos de región. Parejo pidió autorización del Presidente para buscar  hablar con Almarales. ¿En qué momento se dio ese contacto?  Después de que habló el Director General de la Policía con Luis Otero, el número uno del operativo, el comandante máximo del M-19. El director de la Policía, a nombre del Gobierno, le dijo que se decretaría un cese condicional del fuego y se haría para que liberaran a los rehenes, devolvieran el Palacio y se sometieran a la decisión de un juez civil. En ese momento de la conversación, los asaltantes ya habían causado 20 muertes.  ¿Qué respondió Otero?  Que no tenía autoridad moral para hablarle porque era el Director de la Policía que había matado a sus compañeros por lo que le dijo que ellos habían ido a vencer o a morir. El general le pidió que reflexionara y hablara con sus compañeros, pero le dijo que no lo llamara ni tampoco esperara su llamada.  ¿Pero cuándo fue que Parejo pidió buscar esa mediación?  Después de oír esa conversación, él (Parejo) le dijo al Presidente que le permitiera contactar a Almarales y por más de una hora intentó hacerlo, pero no logró comunicarse; fue en ese momento cuando la Policía hizo el intento de entrar al cuarto piso. Al ver eso, Parejo dijo que la autorización que le habían dado debió conducir a que la Policía no llegara a ese piso y que por eso mataron al magistrado Alfonso Reyes. ¿Así pasó?  Esta última parte no es cierta. Hay testimonios de sobrevivientes del Palacio  de haber oído hablar a Reyes Echandía a las siete de la noche, y otro que lo escuchó a las once de la noche. Esa fue la diferencia que hubo con el ministro Enrique Parejo. ¿Qué pasa si ustedes, como Gobierno, hubieran decidido, con el fin de negociar, atender algunas de las peticiones del M-19? ¿Cuáles eran las condiciones de ellos? La toma del poder. Al leer el manifiesto, dicen que liberen a sus compañeros que estén presos, ninguno estaba preso porque se habían acogido a una ley de amnistía; que el Gobierno se siente a negociar la paz, pero ellos fueron los que se levantaron de la mesa. No había una petición concreta, lo que hay en sustancia es que pedían que la extradición debía terminar y que Belisario Betancur debía ir al Palacio de Justicia a ser juzgado. Cuando hicieron rehén a Alfonso Reyes le dijeron que él debía presidir el juicio a Betancur, pero él les respondió con personalidad que era un rehén y no un magistrado libre y que, además, el juicio al Presidente tenía unos procedimientos que no eran las vías de hecho. Entonces, sentarse a negociar qué, cuando iban por el poder, cuando estaban atentando contra la Rama Judicial, y en el momento justo en que se iba a definir lo de la extradición.  En estos 30 años parece quedar clara la verdad política, pero no la verdad judicial, ¿cree que se demorará en llegar? Las heridas abiertas permanecen en el tiempo porque no habido verdad judicial sobre hechos delictuosos o presuntamente delictuosos. El hecho de que hayan pasado 30 años sin una decisión judicial en firme, hace que el tema siga gravitando. No hay una en firme, porque las condenas que hay en dos instancias están en manos de la Corte Suprema que cada día, creo yo, tiene más dificultades para fallar en uno u otro sentido, por toda esta interferencia mediática y de comentaristas de distinta naturaleza.  Ha habido una lentitud inexplicable, estos últimos hallazgos de la Fiscalía –no he entrado en detalle, pero entiendo que son restos óseos que la Fiscalía tiene desde el año 98— los tenía ahí y no se había dado cuenta. Además, tampoco hacen mucha claridad sobre el tema. ¿Cree que el llamado de la Fiscalía a los ministros de entonces para testificar  servirá de algo?  Todos los miembros del gobierno Betancur, incluido el Presidente, hemos concurrido a tribunales y juzgados cada vez que nos han llamado, esto que dijo el Fiscal ya lo había anunciado hace dos años, cuando también    dijo que había creado una unidad especial para el tema. Me parece que no hay nada nuevo.  ¿En lo personal, desde su calidad de ministro de Gobierno de la época, ha pensado en pedir perdón o cree que no se equivocó?  Parto de la base de que no nos equivocamos, que no cometimos errores. Hay quienes dicen que no hubo Gobierno, que hubo vacío de poder, que inclusive hubo golpe de Estado. Los que razonan así son los que piensan que el Gobierno ha debido hacer lo que ellos creían. Las decisiones de no negociar y no cancelar el operativo militar fueron producto de una reflexión muy seria, colectiva, teniendo conciencia que sobre esa materia no se podía improvisar. Se pagó un precio muy alto, pero se evitó una tragedia mayor. Si los asaltantes triunfaban, hubiéramos sido un ‘narcoestado’ o algo muy parecido.

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