Judicial
Por los atentados terroristas, ¿se está descuidando la seguridad cotidiana en Cali?
Entre la amenaza del terrorismo y el delito cotidiano, surge la pregunta de si los esfuerzos se están concentrando solo en lo primero. Alcaldía responde.
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15 de sept de 2025, 10:36 a. m.
Actualizado el 15 de sept de 2025, 01:13 p. m.
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La seguridad en Cali atraviesa un momento complejo. El ataque terrorista del pasado 21 de agosto contra la Base Aérea puso en alerta a las autoridades y la ciudadanía, y encendió la discusión sobre la capacidad de respuesta institucional.
Al mismo tiempo, videos de ladrones en motocicletas atracando a conductores y transeúntes circulan de forma constante en redes sociales, aumentando la percepción de vulnerabilidad entre los ciudadanos.
El secretario de Seguridad y Justicia de Cali, Jairo García, aseguró que la Alcaldía no ha bajado la guardia y que se han tomado medidas concretas frente a los casos que han generado alarma.

Según explicó, se conformó un grupo especial de investigación con la Policía Metropolitana para identificar a los responsables de los robos difundidos en plataformas digitales.
Adicionalmente, aclaró que no todo lo que circula en redes corresponde a atracos. En el caso de lo “ocurrido en La Tertulia, se trató de una riña, no de un hurto. Sin embargo, la Policía también está identificando a las personas que participaron en esa riña y mantenemos coordinación con la dirección del museo para garantizar la seguridad de los visitantes”.
Desde la Policía Metropolitana de Cali, el general Henry Bello, resaltó los resultados de los operativos recientes.
“Continuamos con las intervenciones focalizadas, lo que nos ha permitido la captura de un delincuente y la incautación de un arma de fuego. Esta persona, momentos antes, había cometido hurto calificado y agravado a unos ciudadanos que se movilizaban en un vehículo, a quienes despojó de sus elementos personales”, afirmó.
El oficial recordó que días atrás fueron presentados diez integrantes de la banda de motoladrones conocida como ‘Los Sagaces’, señalados de ser responsables de múltiples atracos en el centro de la ciudad.

Sin embargo, analistas advirtieron que la inseguridad no puede mirarse solo desde la operatividad.
Eduardo Llano, analista político, sostuvo que los ataques terroristas tienen un efecto que trasciende lo inmediato: “Hacen, primero, que el miedo se generalice y, segundo, que haya una especie de envalentonamiento de las estructuras criminales de la ciudad”.
Según él, Cali enfrenta un entramado fragmentado de actores ilegales. “Aquí no hay un crimen organizado. Hay muchas estructuras y cada una obedece a un actor del conflicto armado y actores, incluso, del narcotráfico internacional”, menciona.
“Eso hace que el Estado tenga que recuperar y mantener el control territorial, porque, de lo contrario, los ciudadanos terminan buscando defenderse por su cuenta. Si se pierde el monopolio de las armas y de la seguridad, la fractura es mucho más profunda”, puntualizó.
Por ello, Llano insiste en la necesidad de un “pacto regional y nacional por la seguridad”, que articule esfuerzos entre Alcaldía, Gobernación y Gobierno Nacional.
De no ser así, dijo, se abre un escenario de aislamiento institucional que termina afectando no solo la convivencia, sino también la salud mental, el comercio y la confianza en la urbe.
En la misma línea, Felipe Fernández, consultor en seguridad y paz, indicó que la atención a las amenazas extremas puede abrir espacio a las del día a día.

“Un atentado terrorista no solo se mide por las víctimas que deja, sino por el golpe simbólico que representa. Aunque estadísticamente es menos frecuente que el hurto o el homicidio, su capacidad de sembrar miedo resulta desproporcionada. Erosiona la confianza en el Estado y refuerza la idea de que si no pueden prevenir lo grande, tampoco lo pequeño”, aseguró.
Para Fernández, los videos de atracadores en motocicleta amplifican ese miedo: “Los ciudadanos conectan mentalmente la amenaza mayor, el terrorismo, con la amenaza cercana, el ladrón en moto, y concluyen que ninguna está bajo control”.
Además, cuando las instituciones concentran recursos en responder a ataques de alto perfil, “se descuida la vigilancia cotidiana en barrios, cruces viales y zonas comerciales, donde los ladrones actúan con facilidad”.
“El gran peligro de privilegiar solo las amenazas extremas es dejar de lado aquello que más golpea a la ciudadanía en lo cotidiano. Un habitante de Cali tiene menos probabilidades de ser víctima de un atentado, pero convive a diario con el riesgo permanente de un atraco en moto o de un hurto callejero. Cuando la política pública se desentiende de esa realidad, la legitimidad institucional se fractura y la gente empieza a pensar en alternativas como la justicia por mano propia o armas”, estimó Fernández.
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