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"Los que mandan en el narcotráfico son los sicarios": abogado defensor de 'narcos' en EE.UU.

Joaquín Pérez fue uno de los primeros abogados que inició negociaciones entre los capos y las autoridades estadounidenses. Ha tenido como clientes a paras como Carlos Castaño y a capos del Norte del Valle.

27 de diciembre de 2015 Por: Ana María Saavedra | Editora de Orden

Joaquín Pérez fue uno de los primeros abogados que inició negociaciones entre los capos y las autoridades estadounidenses. Ha tenido como clientes a paras como Carlos Castaño y a capos del Norte del Valle.

A Joaquín Pérez lo han llamado desde el ‘abogado de los diablos’ hasta el ‘dios de los narcos’. Este cubano que vive hace décadas en Miami es casi tan famoso como algunos de sus clientes. Ha aparecido en un documental, perfiles y entrevistas.  Dice que aunque no le gustan esos calificativos tampoco le molestan. “Si uno da una entrevista no puede controlar lo que se escribe”, asegura.

En lo que sí insiste es que se considera en uno de los pioneros en las negociaciones entre los capos colombianos y las autoridades estadounidenses. Su primer cliente importante y quien lo dio a conocer fue el jefe paramilitar Carlos Castaño. Desde ese momento ha llevado los procesos de Salvatore Mancuso, ‘Jorge 40, Julio ‘Fierro’ (esposo de Natalia París)  y narcos del Cartel del Norte del Valle, como ‘Jhonny Cano’; Carlos José Robayo, ‘Guacamayo’, y  alias 06. “Han sido tantos que ya no los recuerdo a todos”, asegura.

En las últimas semanas, Pérez visitó Cali. No revela a qué cliente o clientes vino a ver, pero en su estadía habló con El País. 

 Usted dice que ha sido pionero de la negociaciones con Estados Unidos. Incluso, conoció al reconocido Baruch Vega, mencionado en  libros por ser un enlace entre los narcos y la DEA.

Yo me considero un pionero en venir a Colombia. Vine en los 90 a reunirme con el capo Leonidas Vargas, en aquel entonces yo no pensaba en la cooperación con Estados Unidos, eso no se pensaba. 

Llegué acá porque  representé a unos pilotos que habían caído en México en un caso del FBI y ellos hablaron acerca de él. Él quería saber lo qué había pasado y me mandó a buscar. Me pagó y yo vine.

La primera vez que vine me ponen un chofer, me llevan a La Picota a ver a Leonidas, había una fiesta grandísima. Cuando voy a salir de verlo me regalan unas botas, me llevan al restaurante de los Ochoa. Yo digo que me dieron un tour de narcotráfico.

En aquel entonces no se pensaba en cooperación. Seguí viniendo.   En  el 97,  ciertas personas fueron  más visionarias en pensar que era necesario llegar a un acuerdo con Estados Unidos. Pocos saben que el que tuvo crédito por esto fue Carlos Castaño, él fue  quien promovió el acercamiento con los organismos de Estados Unidos.

Usted lleva  años defendiendo narcos colombianos, ¿en qué ha cambiado el narcotráfico?

Ha cambiado mucho. Y lo que más ha cambiado es la actitud del pueblo colombiano respecto a este. Yo empecé a venir a Colombia  en el año 90 y en esa época Pablo Escobar era un salvador, los Ochoa eran héroes y esa imagen ha cambiado.

También el tipo de narco. En los 90 eran más educados, veían el narcotráfico como un negocio. Lo que pasó es que para tratar de que te paguen deudas tienen que tener grupos de seguridad, sicarios que las cobren porque ellos no pueden ir a las cortes a negociar sus disputas. Y ahora los que mandan, los que están a cargo del narcotráfico son los sicarios de esa época, como  Los ‘Combas’.

Los hermanos ‘Comba’, herederos del Cartel del Norte del Valle, se entregaron a las autoridades estadounidenses, pero de ese proceso se conoce poco.

 Están en Nueva York y allá las cosas se mueven lentamente. Aún no han dictado sentencia. 

¿Como funciona ese sistema judicial de rebajas?

Son diferentes  dependiendo del distrito judicial. El mejor distrito para llegar a un acuerdo es Nueva York. Los peores Miami y quizá Tampa.  Estados Unidos es un país de 300 millones de habitantes y hay 94 distritos judiciales y cada uno tiene su idiosincrasia.  El sistema trabaja a través de pautas de sentencias, que rigen, a no ser que la persona haya cooperado.

Cuando yo represento un caso, miro quién es el fiscal, el agente, el juez y en qué distrito está. Basado en eso analizo mi estrategia.

En la vida hay trabajo, perseverancia y me estoy dando cuenta que la suerte es lo más importante. Es importante que le toque  un fiscal, un juez o un investigador que ayude en la negociación.

En Nueva York tienen un sistema casi de confesión, así como en la Iglesia Católica, tienen que confesarlo todo. En otros distritos no es así. Ha habido casos de personas que empiezan en casi toda la vida y terminan en cuatro años de prisión porque se asume que si la persona ha confesado ha cambiado y ya no quiere volver a sus actividades ilegales.

Pero solo confiesan los delitos por lo que se lo llevaron, o sea narcotráfico, no los homicidios que cometieron en Colombia.

Algunas veces sí confiesan los homicidios, pero como ocurrieron en Colombia, Estados Unidos no tiene jurisdicción. Solamente lo investigan cuando es un ciudadano de Estados Unidos o un informante, como fue el proceso contra ‘Capachivo’ (jefe de seguridad del capo del Cartel del Norte del Valle Diego Montoya).

Yo he tenido casos de personas que han confesado 200 homicidios y han salido en cuatro años. No quiero revelar nombres, pero así trabaja este sistema.

¿Y esa información no se envía a las autoridades colombianas?

No. Creo que Colombia está contenta con mandar todos estos delincuentes a Estados Unidos porque no tienen que pasar por las cárceles, los remueven de la sociedad y están dispuestos hasta cierto punto a mirar para otro lado mientras se los lleven para allá. Justo ahora hay dos personas de acá de Cali que están esperando la extradición y tienen cierto nivel de riesgo. Y son extraditados solo por narcotráfico.

Colombia se desgasta para capturar a estos narcos, los extraditan, paga cuatro años y regresan a Colombia a delinquir, como el caso de alias Guacamayo, quien fue capturado al volver por nuevos crímenes. Eso muestra que la extradición ya no sirve o que es una calle de un solo sentido.

Estoy de acuerdo, pero al mismo tiempo una vez los remueves de la sociedad acá,  es Estados Unidos el que paga allá sus gastos de encarcelamiento y anualmente con casi US$30.000, una cantidad exorbitante. La guerra contra el narcotráfico es algo en lo que Colombia invierte,  pero EE. UU contribuye. La ayuda es sustancial.

Usted es el abogado de Salvatore Mancuso  que pagará cuatro años allá, ¿qué pasa  con sus procesos en Colombia?

Lo más importante ahora es cumplir con los requisitos de Justicia y Paz, que se ha convertido en un modelo y puede ser precedente en el proceso con las Farc. Los negociadores deben estar preocupados que no pase como con los paramilitares que después del acuerdo los extraditaron. Originalmente, el presidente Uribe dijo que no iba a haber cárcel ni extraditación y todo cambió. Mancuso ha dicho que los extraditó por razones políticas. Eso se dijo en el juicio en Estados Unidos, cuando ellos empezaron a pisarle los callos al grupo político de Uribe, él empezó a cambiar su actitud contra los paras.

Mancuso a pesar de todas las dificultades que ha tenido ha seguido colaborando en Justicia y Paz.

Los narcos colombianos pretendieron evitar la extradición al no enviar directamente la droga a Estados Unidos sino a México y Centroamérica. 

Los narcos colombianos ya no quieren hacer negocio en los Estados Unidos, pero Estados Unidos quiere seguir incluyéndolos a ellos en los procesos. El narcotráfico ahora está completamente controlado por los mexicanos. Hay un grupo de guatemaltecos y otro de hondureños, que mandan dinero para comprar la mercancía.

Los mexicanos también vienen a Colombia a comprar la droga. Y hay algo interesante, han contratado colombianos para que les enseñen cómo cultivar heroína y procesarla. El cultivo de la amapola ha crecido en México y está sustituyendo la marihuana.

En Colombia algunos abogados relacionados con los narcos han sido asesinados, ¿usted  que defiende a estos mismos narcos ha sido amenazado?

Siempre trato de hacer mi trabajo,  uno se busca problemas cuando promete lo que no puede realizar. 

Cuando era abogado de Castaño, él me  decía que se encargaba de mi seguridad. Pero cuando ya empezó a perder poder y se volvió un problema para los otros narcos, ya era diferente. En una ocasión iba a viajar a verlo y me llamó alguien del FBI y me dijo que sabía que yo venía para Colombia y que no lo hiciera.  La información tiene que haber venido de algo que se escuchó acá o no sé.

Ese día no viajé, pero seguimos la relación. Cuando mataron a Carlos hubo un periodo de incertidumbre por su desaparición. La mujer, Kenia, me llamó. Yo recibo también una llamada de la DEA porque tenían que sacarla de acá o sino la mataban. 

Es que no solo querían matar a Carlos sino a toda la familia. Además, estaban buscando toda la documentación que él tenía. Oficiales de alto nivel de la DEA me dijeron que teníamos que sacarla de allá con la documentación. 

Yo hice los arreglos y al otro día de que mataran a Castaño vinieron por ella. Tengo entendido que vino un avión de la DEA sin autorización de Colombia, la sacaron a ella y a la hija. En aquel entonces estaba protegida, parecía el presidente de Estados Unidos con tantos guardaespaldas.

Se habla de que en Estados Unidos existe un cartel de abogados, varios de ellos de origen cubano, que se dedican a asesorar a los narcos.  E incluso, dicen que hay bandos y entre estos se detestan.

Yo siempre he creído que los abogados somos más chismosos que los narcos. La naturaleza de este trabajo es que entre más te acercas al sol, más te quemas y cuando estás abajo, en el frío del sótano, es cuando más contentos están contigo. Mi experiencia es que cada vez que me he arrimado al sol me he buscado enemigos que ni conozco. La única cosa buena que dijo Cero Seis de mí es que yo era el único abogado que no hablaba de los otros.

Las drogas ”Las características de los  vendedores de cocaína, de heroína y de sintéticas son diferentes. Los que venden esas pastillas que vienen de China deben ser más sofisticados, tiene que tener contactos. Son jóvenes, de clase media. No funcionan como cartel.  Y los de la heroína son como la parte más baja”. ”En el narcotráfico  o ganas mucho dinero o lo pierdes todo. No es como tener un salario estable. Un día estás arriba y otro abajo. Yo he tenido clientes que han tenido mucho dinero y pierden un viaje, pierden.  Los que tratan de entregarse son los que tienen un nivel económico alto”.

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