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Radiografía de la 'amante plástica'

Las muñecas inflables son una tendencia creciente en la vida sexual de hombres solitarios. ¿Qué hay detrás de ese fenómeno?

30 de octubre de 2016 Por: Claudia Liliana Bedoya e Isabel Peláez | Reporteras de El País

Las muñecas inflables son una tendencia creciente en la vida sexual de hombres solitarios. ¿Qué hay detrás de ese fenómeno?

Algunos  prefieren  amantes  de plástico antes que los de carne y hueso, porque estos “no causan conflictos, no abandonan, no exijen  y  están dispuestos a todo”.

 Hay algo más que fetichismo en esta práctica  cada vez más extendida  en países de Europa, en Japón y en Estados   Unidos, donde las ‘Real Dolls’,  hiperrealistas, muñecas de compañía de silicona, con diferentes combinaciones de  órganos sexuales y partes del cuerpo removibles,   cuestan unos US$8.000.  

Según el sexólogo argentino Ezequiel López Peralta, porque “la lógica pasividad de una muñeca, por más realista que sea, les da más sensación de control a hombres muy inseguros, que temen no complacer a una mujer.  También puede derivar de  experiencias  de la infancia que los lleven a asociar estas muñecas con altos niveles de excitación sexual”.

En la película ‘Lars and the Real Girl’, de 2007, escrita por Nancy Oliver y dirigida por Craig Gillespie,  el tierno e introvertido Lars Lindstrom (Ryan Gosling) les presenta a su nueva pareja, Bianca,  a su hermano Gus (Paul Schneider) y a su cuñada Karin (Emily Mortimer).  

Incrédulos de lo que ven, una muñeca,   ellos solo se preguntan cómo harán para explicarles a sus vecinos que  Lars  concibe a Bianca  como una mujer de carne y hueso y que por prescripción médica, para ayudarle a superar su delirio,  deben seguirle la corriente.

Aunque parezca un argumento  traído de los cabellos, el caso de  Lars es más común de lo que se cree  en Colombia.  “Hay quienes  compran estas muñecas por Internet  y piensan que solo se trata de un capricho, pero no es así”, dice Carmen Larrazábal, terapeuta  y sexóloga. 

La  directora del programa  ‘Juntos a las 3’, del Canal Uno, cree que quienes prefieren a las “mujeres de plástico se alejan de una realidad social que va más allá del coito y de la penetración y  que nos  exige ser seres sexuados, eróticos y capaces de seducir y conquistar a otro. Nunca una muñeca va a llegar a ser  el reemplazo de una mujer”.

Ella era una chica plástica Aunque  seamos un país de gente “morronga y uñiescondida” como dice Larrazábal hay una realidad y  es que los muñecos sexuales son una bomba. Recuerda que en una ocasión,  cuando trabajaba para El Cartel de la Mega ella  llevó de regalo una  muñeca inflable, tras un viaje. “Eso fue la locura porque la gente se asomaba por las ventanas para ver, pasaban en los buses, hacían de todo para acercarse a este elemento  fantasioso”. Cuenta que son pocos los que se atreven a contar que tienen una amiga plástica. “Una persona de mi equipo en el Canal Uno  me confesó que él utilizaba una muñeca y que le parecía de lo más normal. Se le ha desinflado varias veces y yo le he dicho dónde mandarla a reparar”, cuenta Larrazábal.  Peralta recuerda el caso de un japonés, soltero y adinerado que tenía “más de 150 muñecas tipo ‘real doll’, a las cuales vestía, paseaba, hablaba, como si fueran personas reales. A él se le veía feliz”. Lo positivo: Para romper la rutina Las Real Dolls pueden ser parte de la construcción de una fantasía, que cuando se  cumple genera  satisfacción y se convierte en divertimento. “Pero si somos   capaces de fantasear con una muñeca  ¿por qué no con quien tenemos al lado? ¿No es mejor   abrazarnos los unos a los otros que andar abrazando pedazos de plástico que no nos devuelven afecto, como  lo hace una persona de verdad?”, dice Carmen Larrazábal y agrega: “Preferir la intimidad  con  un fetiche en vez de tomar café con otro y  establecer contacto físico, es dañino emocionalmente”. Estudio. Sexo con robots El  creador  de las Real Dolls, Matt McMullen, está satisfecho con el nivel de mímesis alcanzado por sus creaciones,  que tienen un  amplísimo catálogo de variantes para el color de piel, ojos y pelo y numerosas posibilidades de personalización de rasgos faciales y variantes en el tamaño de las partes de su cuerpo.  También hay muñecos masculinos, que  incluyen vellos en el cuerpo o piercing en sus pezones con múltiples posibilidades de personalización.   Sin embargo, “dentro de poco será posible tener relaciones sexuales con robots que accionen y reaccionen a nuestros movimientos”, asegura el director del Instituto de Tecnología de Estocolmo, Henrik Christensen. Incluso, David Levy, autor del libro ‘Love & Sex with Robots’, cree que en 2050 habrá robots con la capacidad de enamorar a un humano. Tecnología:  A favor y en contra “La tecnología  ha modificado las relaciones íntimas, a veces contaminándolas y deshumanizándolas”, asegura el sexólogo Ezequiel López Peralta. “Si hablamos de los robots, de momento es un perfil muy particular de personas -especialmente hombres- que prefieren lo artificial antes que lo humano”.  Pero, según él, si existe la opción, la gran mayoría aún sigue  eligiendo a un hombre o una mujer de carne y hueso. Y estos robots pasarán a formar parte de fantasías esporádicas en algunas personas y parejas, y en otras serán el foco de su sexualidad. “Hasta podemos encontrarles un uso terapéutico en pacientes con problemas sexuales. Pero las cosas evolucionan a veces más rápido de lo que estamos preparados. Como dice una canción:  ‘el futuro llegó hace rato’”. ¿Cuándo es nocivo para  la vida sexual?  El sexólogo Ezequiel López explica que el uso  de las Real Dolls no afecta a la salud física como otras prácticas sexuales (como el sadomasoquismo). Pero hay quienes acuden a las muñecas debido a  fobias sexuales no resueltas o problemas de relación y acercamiento con la persona deseada (trastornos del cortejo).  Para Larrazábal, usar los muñecos sexuales es válido mientras sea  una alternativa dentro de muchas. “El problema está en que sea el único medio a  través del cual  se  alcanza el placer; esto se da en personas con  incapacidades para relacionarse con el sexo real,   ansiosas, con baja tolerancia a la frustración y dependen cada vez más de su  amiga de plástico”.  Ella considera que “con las muñecas se pierde la sensibilidad, el efecto de los besos, de las caricias y del contacto, de  hallar el olor del otro de su piel, la suavidad de su pelo y las reacciones con las cuales nuestros sentidos se pueden maravillar”. 
Notas Anonimato Debido a los tabús, los usuarios de las Real Dolls no suelen hablar públicamente del tema sino que  recurren a grupos secretos de Facebook o foros  con seudónimos para compartir experiencias e impresiones. Pero  líderes comerciales  del producto dicen que   la lista de usuarios incluye celebridades, deportistas y hasta un premio Nobel  Consejos La Real Doll  no es recomendada para amateurs en juguetes sexuales, pues  su uso los puede intimidar y  generar  culpabilidad.  Si la muñeca se usa  como divertimento en pareja,  para hacer un trío  por ejemplo, es válida, al no causar celos. Eso sí, hay casos de mujeres que le tienen celos a la muñecas (y ellos al vibrador),   dice   Larrazábal.     En  Vanity Fair,  el año pasado, David Mills,   autor de ensayos y libros sobre ateísmo de 55 años, contó que tiene  una muñeca sexual, Taffy,  que  le costó  U$7,149 y que luego de tres matrimonios y de haberse acostado con  unas  180 mujeres,  tiene  mejores relaciones sexuales: “no me siento cómodo rodeado de gente”.

 

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