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“Lo que me pasó fue algo que no cabía en la cabeza de los médicos, en la de mi familia y menos en la mía. A partir de esto aprendí que la vida se compone de pequeños instantes, tan valiosos que ni siquiera alcanzamos a imaginarlo”. | Foto: Modelo Valentina Forero en campaña de la diseñadora María Elena Villamil. Fotografo: Juan Jaramillo.

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La historia de la valerosa modelo caleña que hoy es ejemplo de vida

Valentina Forero Arjona es una de las cuatro caleñas imagen de Cali Exposhow. Conozca la lucha detrás de su belleza y su talento.

16 de julio de 2017 Por: María Camila Cardona Urrea- Reportera de El País 

Siempre se ha dicho que hay que caer para levantarse, y que luego de tocar fondo solo queda surgir.

Testimonio de eso es Valentina Forero Arjona, una modelo caleña que hace un año protagonizó los titulares de los principales medios informativos nacionales, por haber caído desde el sexto piso de un edificio al sur de la ciudad y que hoy, como un ave fénix, resurge de las cenizas: es una de las cuatro modelos elegidas como imagen de Cali Exposhow 2017.

Pero lo que nadie se imagina, cuando la ven apropiarse de la pasarela, es que detrás de su imponencia y belleza se esconde una mujer que tuvo que aprender de nuevo a caminar e incluso a recobrar su voz y su voluntad.

“El año pasado estuve muy delicada de salud, tuve una enfermedad muy rara llamada Síndrome de Cushing, pero esa condición se me presentó no solo con eso, sino que se convirtió en cáncer”, cuenta sobre este mal que causa un exceso de la hormona cortizona y que es producido, en su mayoría, por un tumor.

“La enfermedad afectó mucho mi vida. Primero empecé a tener síntomas que cambiaron notoriamente mi aspecto físico. Algunos pensarán que la belleza no lo es todo y tienen razón, por eso mismo continué con mis estudios de administración de empresas”, dice.
Pese a su perseverancia, Valentina sintió que ya no aprendía de la misma manera como lo había hecho toda su vida: “Se me dificultaba entender las cosas, olvidaba todo rápido, tenía pensamientos extraños, todo producto de mis altos niveles de cortisol”.


Incluso asegura que llegó a sentir que no era capaz de hacer nada por sí misma, “me tocaba anotarlo todo en una agenda, estaba muy ansiosa, nerviosa, había perdido el control de mi personalidad y no entendía lo que me pasaba. La frustración se apoderó de mí y decidí retirarme de la universidad. Imagínate ver que tu cerebro ya no funciona, eso era exactamente lo que yo percibía a diario. Pero, muchas veces me daba pena explicarlo”, confiesa.

Tuvo que lidiar además con el aumento de peso repentino, el acné, los cambios de ánimo abruptos, la depresión, principios de osteoporosis y diabetes e, incluso, comenzó a olvidar ciertas cosas.

Luego de tanto indagar, los médicos que la trataban se dieron cuenta de que sus cambios se debían a esta enfermedad no tan usual, cuyo origen era un tumor en una glándula de la base del cráneo. “Me operaron dos veces por tumores en la hipófisis, y no sanaba. Finalmente se dieron cuenta que tenía otro tumor en el mediastino (espacio medio de la caja toráxica) y que este era el que ocasionaba mis cambios”.

Precisamente, hoy en día, con 1,77 metros de estatura, su delgado torso, sus largas piernas y su rostro de facciones angelicales, se suma una marca que lleva con orgullo. Se trata de una sutil señal en su cuello que habla de esa lucha que durante más de 365 días libró y que le recuerda que “la vida se compone de breves instantes, tan valiosos que no alcanzamos a imaginarnos”.

Con las ocho letras que componen la palabra Valentía, Valentina hizo honor a su nombre pues a sus 21 años -ahora tiene 22- enfrentó su situación con una madurez sorprendente para su juventud. “Son las ganas de hacer las cosas que amas lo que te impulsa a seguir adelante. Cuando uno es apasionado por lo que hace, da lo mejor de sí”.

La caída del sexto piso de su apartamento le ocasionó a esta joven fractura de mandíbula, de una cervical, de pelvis y costillas; perforación de pulmón y un trauma craneoencefálico que la tuvo tres semanas en coma, en la unidad de cuidados intensivos, y un mes completo hospitalizada.

Fueron muchos los rumores y las especulaciones de los medios de comunicación, acerca de lo que para su familia fue un accidente que se atribuye a su debilidad corporal y mental, tras meses de luchar con esa rara enfermedad. Ella aclara que el cortizol no solo le causó inestabilidades físicas, sino neurológicas, “tuve el accidente a causa de los cambios clínicos que estaba viviendo”.

Y como si se tratara de una película de horror sin final, tuvo que sobreponerse a otra noticia. “Cuando me recuperé del accidente y me sacaron el tumor en el esternón, descubrieron que este tenía células cancerígenas y decidieron someterme a quimioterapia”.

“Un día, recuerda Valentina, me di cuenta que estaba en una clínica y volvieron a mí los recuerdos de esos días oscuros y difíciles de explicar. Tenía muchas preguntas, pero como me habían hecho una traqueotomía no podía hablar y menos moverme”. Dice que fue difícil despertar del coma y encontrarse con una cantidad de versiones de lo ocurrido, muchas sin fundamentos, y sobreponerse para afrontar la quimioterapia.

Quien también tuvo que sacar fuerzas fue su mamá, Margarita Rosa Arjona, quien confiesa que esa etapa dividió en dos la vida de su familia: “Fueron momentos muy duros, ver a Valentina con tantos cambios físicos que iba teniendo, sin saber con qué estábamos lidiando. Todos tuvimos paciencia porque desconocíamos la enfermedad de Cushing, luego llegaron el accidente y las quimios, pero contamos con el apoyo de la gente y de Dios”.


Dice Margarita que en su hogar ahora atraviesan un momento de amor, unión y espiritualidad. “Hemos salido poco a poco de esa dura etapa. Valentina tiene ahora una visión de la vida diferente; en medio de todo, esto nos enseñó como familia a ver las prioridades de la vida”.

Y muchos más cambios ha visto en su hija: “Está feliz, mucho más madura, con ganas de hacer muchas cosas. A veces me sorprende, la veo y me siento muy orgullosa de ella por que no solo fue una valiente, sino que ahora es una mujer tranquila que vive el hoy y que, aparte, está muy involucrada en el tema de la labor social queriendo ayudar a otros”.

Para Margarita, su hija es la definición exacta de ‘resiliencia’ y lo dice con la voz entrecortada por la melancolía: “Aunque hubo un momento en que ya la vi demasiado triste, ella siempre conservó esa esperanza y nos repetía: ‘¡Yo voy a mejorar!’. Siempre fue muy positiva y sacaba ánimos de donde no los tenía”.

Cuenta que su hija menor desde muy pequeña mostró señales de coraje: “Valentina es una niña muy fuerte, recuerdo un Día de la Madre que íbamos a salir a comer para celebrar y se cortó el pie, le tuvieron que coger puntos, pero al rato estaba como si nada hubiera pasado. Me sorprendió ver en ella, desde pequeñita, esa fuerza. Siempre ha sido una guerrera”.

El despertar de Valentina

Aún sin cumplir los 10 días que un paciente necesita para recuperarse tras una quimioterapia, Valentina se presentó al ‘casting’ del Exposhow 2016, sin hacer alusión alguna a su condición y al drama que había vivido.

Lo hizo pese a los temores naturales de su madre, quien no quería verla pasar por una prueba de tanta exigencia física. “Estaba flaquita, con algunos morados y muy cansada por todo lo que había pasado, pero le notaba en sus ojitos tanta ilusión, que no pude más que apoyarla”, dice Margarita.

“A la semana de la última sesión de quimioterapia estaba desfilando ya en el Cali Exposhow”, cuenta la madre. “Contó con el apoyo de su oncóloga que fue a verla y fue maravilloso, como madre, poder verla de nuevo feliz”.

“No tenía ni pelo, me conseguí una peluca y aunque llevaba tan solo una semana de haber acabado la quimio, me presenté al ‘casting’. Normalmente tardaba diez días en recuperarme, pero eran tantas las ganas de volver que desfilé ante el jurado y pasé”.

Pero, como si se tratase de ese realismo mágico del que habló Gabriel García Márquez, el regreso de Valentina trajo además su nominación a Modelo Revelación y su nombramiento como una de las cuatro caleñas imagen del Cali Exposhow 2017. “Estoy muy contenta con el concepto de este año, de nombrar a cuatro y no a una sola modelo. Cada una tiene una trayectoria importante y con sus características físicas aporta a la belleza desde la diferencia. Esto resalta la multiculturalidad que hay no solo en la región, sino en la moda“, dice ella.

Después del Cali Exposhow, seguirá con proyectos personales en los que ya trabaja. “El modelaje abre muchas puertas y esto puede ser usado para ayudar a otros. La idea es llevar a cinco niños sobrevivientes del cáncer, entre los 5 y los 10 años, a San Andrés. Ya conseguimos que una aerolínea nos obsequiara 10 tiquetes para que vayan con sus mamás. Estamos recaudando fondos para cubrir todos los gastos y que cumplan sus sueños”.

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