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John Frank Pinchao, en el reality 'Bailando con las estrellas'

Pinchao, célebre por su fuga después de ocho años en poder de las Farc, es hoy un famoso motivador personal que espera ganar el concurso.

10 de enero de 2016 Por: Lucy Lorena Libreros | El País.

Pinchao, célebre por su fuga después de ocho años en poder de las Farc, es hoy un famoso motivador personal que espera ganar el concurso.

Apenas si había cumplido los 18 años cuando John Frank Pinchao se interesó por aprender a bailar. Ahora que lo recuerda —en medio de una pausa corta en su ensayo de ritmos latinos, en su casa de Bogotᗠaquello se convirtió  casi en un asunto de ‘supervivencia’. Era simple: “a las chicas, al menos a las más lindas, les gustan los muchachos que bailan”.

De sus años en el Instituto Técnico Industrial Piloto le habían quedado un título de bachiller, la disciplina del estudio y  una timidez tan severa que lo que ocurría cada vez que sus amigos de Usme lo invitaban a una fiesta, era verse a sí mismo sentado en un rincón intentando grabar en la memoria los pasos que observaba en los pies de otros.

Después los ensayaba en su casa. Hasta que un día fue él quien se animó a llevar a las vecinas a la pista. Y así de alegre vivió hasta que completó 24 años y el sonido ensordecedor de un cilindro bomba, la madrugada del 1 de noviembre de 1998, le partió la vida en dos. 

Estaba en Mitú, Vaupés, y era un  policía. Lo que siguió luego fueron ocho años y medio secuestrado por las Farc.  Y, al cabo de ese tiempo, una fuga de película  que lo convirtió en héroe nacional y le regaló algo que nunca cortejó y de lo que no ha podido despojarse: hacerse un hombre célebre.       

Y usted se volvió tan célebre que ahora protagoniza un programa que se llama ‘Bailando con las estrellas’...

Mire, yo nunca me imaginé la fama. Con Arteaga, un compañero de secuestro con el que mamaba gallo,  decíamos que lo más importante en lo que podríamos convertirnos al ser libres, era ser escoltas de Ingrid Betancourt. Pero uno nunca está preparado para la exposición mediática, para que te llamen héroe. Cuando la policía me encuentra, después de mi fuga, imaginaba todo muy  discreto... ir al hospital donde me harían chequeos y luego llegarle de sorpresa a mi familia. Pero nunca que mi historia se volvería universal y que el propio presidente Uribe me iba a recibir en Palacio.

Tan célebre también que su historia se convirtió en libro y en un documental de Discovery...

Ni yo mismo me lo creí. Cuando me fugué solo tuve cabeza para pensar en el riesgo de no saber nadar, llevar poca comida y tener una idea vaga de la zona en la que estaba, solo sabía que era selva virgen. Pero, en cautiverio pensaba que a esa altura del conflicto, los secuestrados no valíamos nada y que las Farc nos matarían. Así que dije: si muero, que sea en libertad.  

Lo devuelvo a 1998. ¿Quién era John Frank Pinchao, ese muchacho al que secuestraron las Farc?

Un suboficial que llevaba cinco años en la Policía, en el grado de subintendente y que había realizado curso de ascenso para intendente. En algún momento intenté estudiar contaduría, pero como me trasladaron de Bogotá para Arauca y luego a Mitú, no pude seguir.

Y entiendo que su sueño desde niño era ser policía...

Cuando cumplí la mayoría de edad, en el 91, se abrió por primera vez la posibilidad de que uno pudiera prestar servicio militar en la Policía, cosa que hasta entonces solo se podía en el Ejército. Así que para mí era como un sueño que se abría. En parte porque tenía el ejemplo de familiares policías y porque de niño veía la labor que hacían en el barrio marginal donde crecí, lleno de  delincuencia. Recuerdo a un grupo especial, ‘Los Cobra’,  andaban en motos y hacían  correr a los bandidos. Por eso me despertaban respeto y me animaba  llegar a ser como ellos. 

Muchas otras cosas cambiaron en su vida tras el secuestro. Estudió en el exterior, conoció a su hijo y hasta se retiró de la Policía. ¿Ser libre es como volver a nacer?

Sí,  algo parecido. Hace tres años me retiré de la Policía y vivo de una especie de pensión y de dar charlas sobre supervivencia y superación personal. Intenté formar un hogar junto a la mamá de John Alejandro, el hijo que nació en cautiverio, pero no se pudo porque las bases de esa relación no eran fuertes, había sido una relación muy corta antes del secuestro. Luego nació María José, pero con ella tampoco vivo. Es que es difícil hacer un hogar cuando te enfrentas a que debes cuidar de la seguridad de tus hijos y se abren posibilidades de viajar, en mi caso a Chile, donde trabajé un año en la embajada de Colombia, y en Francia dos años, donde  aproveché una beca que me ayudó a conseguir Ingrid Betancourt, para estudiar gestión y resolución de conflictos.

Su libro, ‘Mi fuga’, está dedicado justamente a Ingrid Betancourt... 

Es que gran parte de la motivación para escapar  nació de ella; me impulsó y me  insistió en que, fuera de la selva, había una vida esperando por mí. De hecho, el plan de fuga lo planeamos con Ingrid, algunas veces en las noches o mientras ella me enseñaba francés, porque ella misma intentó escaparse con Luis Eladio Pérez sin éxito varias veces... El pacto era que el que lograra escapar primero traería la  libertad a los otros. 

¿Y cómo fue su ayuda?

Gracias a la información que le di a la Policía en ese momento, fue que comenzó a gestarse lo que después el mundo conocería como la Operación Jaque. Mi experiencia en cautiverio les dio más claves sobre cómo operaba la guerrilla, sus fragilidades.    

¿Y será que también pondrá en jaque a sus parejas en el reality?

¿Bailarín yo? Yo creí que bailaba bien hasta que comencé a ensayar para el programa. La propuesta me la hicieron hace apenas un mes. Lo más difícil ha sido sincronizar el conteo musical con el conteo corporal, manejar los tiempos de la música. Pero pienso que si pude aguantar ocho años de secuestro y sobrevivir a 17 días en la selva persiguiendo mi libertad, puedo con lo que sea.

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