Este mes llegará a las salas de cine 'El Valle sin sombras', no se la pierda
Se trata de una mirada documental a muchas de las historias que se quedaron sin contar y una voz necesaria para los sobrevivientes que ya fueron olvidados.
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3 de nov de 2015, 12:00 a. m.
Actualizado el 17 de abr de 2023, 07:56 p. m.
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Se trata de una mirada documental a muchas de las historias que se quedaron sin contar y una voz necesaria para los sobrevivientes que ya fueron olvidados.
El 13 de noviembre se cumplen 30 años de la tragedia de Armero, pueblo borrado por una avalancha que sepultó en 15 minutos más de veintiocho mil personas. Y este mes llegará a salas de cine El Valle sin sombras, nueva película de Rubén Mendoza. Se trata de una mirada documental a muchas de las historias que se quedaron sin contar y una voz necesaria para los sobrevivientes que ya fueron olvidados. Para Mendoza, volver a ver hacia atrás y recordar una tragedia de tal magnitud, como lo fue la de Armero, no es para nada fácil. La necesidad de poner este documental al servicio de las voces de los sobrevivientes y de revelar todas esas historias que se quedaron sin contar, más allá de los 30 años que pronto se cumplen de sucedida la tragedia, es parte de mirar a estos personajes con respeto, como contemplar el hermoso Volcán Nevado del Ruiz, asegura el director. Son gigantes. Son los dueños de su dolor, aun así, se han impuesto no solo a la avalancha, que solo fue el inicio de la tragedia, sino a una humillación extendida, y un abuso que dura 30 años. Una burla que a quien no lo mata, como a ellos, los hace más fuertes, reflexiona. Respecto al humor que acompaña los dolorosos recuerdos de los sobrevivientes, Mendoza comenta: El humor es como un salvavidas en ese mar de dolor, de desastre. Nadie, ni yo, que no haya vivido la tragedia, tiene suficiente imaginación como para entender una montaña inmensa, que se mueve a razón de una cuadra cada cinco segundos, llevándose personas, carros, animales, tractores, casas, edificios, tumbándolo todo, sepultándolo todo. Una licuadora apocalíptica revolcando a niños con muros, a ancianos con camiones. El humor viene de su propia fuerza¨. Una de las revelaciones más dolorosas que expone El Valle sin sombras es la narración de la suerte de los niños desamparados que entraron en procesos de adopción por parejas europeas, y esa lucha titánica de sus padres por reencontrarlos u olvidarlos. Sobre este hecho, dice el director que los niños desaparecidos de Armero son una causa que defienden muchos de los sobrevivientes de la tragedia desde esos días. Unos niños que además de quedar prácticamente sin pasado y sin vínculos, no tuvieron la posibilidad de esperar a que sus familiares salieran de las clínicas, o se confirmaran como muertos para tratar de curar su destino. Es un tema doloroso que sacó de la cordura a muchas familias, a muchos hombres y mujeres, a los que no se llevó el lodo, sino la ansiedad, el desequilibrio, el remolino de la locura. Cuenta Mendoza que la mayor dificultad que tuvo al abordar esta tragedia es que se multiplicaba, se bifurcaba, se enraizaba en muchas otras, que no paran, hasta hoy. Conmovido aún con la imagen, asegura que nadie creería que Edilma, esa que habla con desparpajo y humor, vio morir a sus gemelitos ahogados en lodo mientras se soltaban de sus brazos, decapitada su hijita de 6 años por una teja impulsada por la avalancha, su esposo ahogado, a metros de ella, que tuvo a su hijo pequeño colgado un día de su cuello, que debió soportar que sus hijos se pudrieran a su lado porque quedó sembrada por varios días hasta que con su propia fuerza y mano se tuvo que amputar una pierna para sobrevivir y buscar a su pequeño, que había sido traficado. Jamás pensaría uno que el estado además se le burlaría con su recuperación, que le negaría los subsidios, que le negaría una casa porque era para personas con más de un hijo, añade el realizador. Cuando uno ve que esa mujer ha sido ultrajada y humillada desde hace 30 años, como todos los Armeritas que murieron y los que sobrevivieron en una tragedia anunciadísima, le hierve la sangre una vez más por ser colombiano. Por haber tenido la desgracia de habitar este mundo en estas fronteras tan inepta e indiferentemente administradas, considera. Y aunque Omaira Sánchez sigue siendo el símbolo de la tragedia de Armero, El Valle sin sombras quiso examinar otras historias, recuerdos y verdades. Dice Mendoza que la misión de un cineasta es no ser un turista de un tema y que ya los Armeritas están hartos de las lluvias de florecitas cada noviembre, de ver como se trafica con su camposanto, como de los cientos de hombres y mujeres que estuvieron sembrados por días, solo queda un nombre. Advierte que Omaira no es culpable de nada. Es una hermosura de niña que duele en el alma pero como bien dice uno de los personajes de la película, fue el símbolo perfecto para consolidar el olvido. Su dolor, su visión y su existencia eran luz. Pero la banalización de su imagen, el tráfico de su dolor, el facilismo de la prensa, la han convertido en un verdugo del dolor para muchos de los sobrevivientes de Armero. Sobre la películaEl Valle sin sombras es una película escrita y dirigida por Rubén Mendoza y producida por DiaFragma Fábrica de películas, Caracol Cine y Dago García. Dago hizo posible esta cita. Porque yo siento que esta película era una cita con la vida, con el destino. Lo que me toma 4 o 5 años en mis otras películas, lo logramos consolidar en 4 meses: claro, con personajes y visiones que han madurado 30 años, y que son la base fundamental de la película. Quisimos hacer algo juntos con Dago. Cuando le propuse el tema, a los 8 días tenía luz verde.
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