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Distintos ritmos hacen parte del espectáculo en donde el bailarín caleño Gian Carlo González Yusti participa. | Foto: Especial para El País

TURQUÍA

El caleño que con su talento para bailar conquista a Turquía

Gian Carlo González pasó de dirigir un espectáculo en la iglesia cristiana a la que asistía, a deslumbrar hoy con su baile a propios y turistas de todas partes del mundo, en hoteles de lujo de varios estados turcos.

14 de junio de 2019 Por: Natalia Fernández Benavides / Semillero De Periodismo UAO- El País

Existe un dicho muy famoso: “lo que es para ti te encuentra” y este se ha evidenciado en Gian Carlo González Yusti.

Desde muy niño sintió atracción y fascinación por el mundo artístico. Su primera fantasía fue ser bailarín de salsa. Sin embargo, se vio frustrado, pues sus padres preferían que además de estudiar en el colegio, asistiera a la iglesia y aprendiera primeros auxilios.
‘Gianca’, como le dicen todos de cariño, vivió su adolescencia en medio de una familia religiosa, en una iglesia cristiana. Esta congregación era su segundo hogar, y el lugar en el que, paradójicamente, se acercó por primera vez a su sueño y al mismo tiempo, en el que se alejó de lo que era él mismo.

La iglesia tenía convenio con una corporación universitaria. En esta institución Gian Carlo empezó a desarrollar sus capacidades artísticas a través de clases de ballet, jazz, danza contemporánea, acondicionamiento físico, entrenamientos y anatomía del cuerpo.

Cuatro años pasaron como en un parpadeo. En este tiempo ‘Gianca’ encontró su pasión a través de la danza, pero luchaba por ocultar quién realmente era por los estereotipos y parámetros que le imponía la iglesia. Para ser un buen feligrés tenía que ser heterosexual y él no se sentía así. En muchas ocasiones, cuando el joven aficionado danzaba en los cultos percibía las miradas incómodas de los demás devotos por sus movimiento ‘afeminados’, los comentarios de pasillo siempre terminaban llegando a él. Las prédicas del pastor recalcando una y otra vez que ser homosexual era un pecado, lo hacían sentir, como decían ellos, “lejos de Dios”, razón por la que se entregaba larga horas a la oración experimentando frustración por amar a Dios, la música y la danza, pero sintiéndose más cautivo que nunca.

Un estudiante destacado, líder de jóvenes en su congregación y un excelente bailarín... tanto talento en un joven de 15 años logró impactar. A su corta edad, este soñador llegó a ser el coordinador del staff de la compañía de la corporación. Además, tuvo el privilegio en su adolescencia de tomar talleres con grandes profesionales de la danza, procedentes de Bogotá, Medellín, Barranquilla, entre otras ciudades.

‘Gianca’ admite con aires de triunfo que para él, “ser bailarín es sinónimo de libertad”, razón por la que a sus 18 años decidió abandonar la iglesia y la compañía para empezar una nueva etapa cargada del más grande desafío: ser él mismo en un mundo donde existen las etiquetas, los prejuicios y las categorías.

Entró a Be Danza, aquí reforzó sus conocimientos sobre el jazz, hip-hop, el baile contemporáneo y afro. Estudió, además, en otras tres academias, incluso, estuvo en la compañía contemporánea de Incolballet durante casi un año. Trabajó en Free Expression, Aescena, Happy Flow y Asere (que actualmente no existe).

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En el año 2018, el amante de la danza se percata en su habitual camino a casa de la existencia de CAS Entertainment, una agencia que forma y contrata bailarines para enviarlos a otros países con el fin de realizar giras mostrando lo mejor del talento colombiano. Gracias a un amigo cercano de este aficionado por el arte, la agencia le propone ser parte de un show latino para presentarlo en diferentes hoteles de Turquía durante seis meses; a cambio de un muy buen sueldo, viáticos para alimentación, tiquetes de avión y transporte durante el tiempo de la gira.

Hoy, a sus 24 años, este bailarín despierta con un intenso frío en Turquía, al otro lado del mundo. Luego de diez años de carrera artística, de ser campeón dos veces en el Old Dance International, Inter Jazz y una vez en el Golden Dance Cup, se encuentra cumpliendo su sueño de bailar y viajar. Una gira de seis meses recorriendo hoteles cinco estrellas en este país, representando no solo a Colombia sino a toda Latinoamérica a través de un idioma universal: la danza.

Este apasionado por el jazz, baila todos los días, ensaya con el grupo diariamente hasta ocho horas porque los shows no dan abasto. El bailarín estrella tiene ensayo en la mañana y en la tarde. Y en la noche, presentación, pero cada 15 días tiene un día para descansar. Hasta el momento ha conocido Istanbul, Antalya, Kemer, Belec, Malaga y Lara.
Usualmente los viajes entre ciudades o provincias duran entre ocho y diez horas. En Turquía quieren conocer los ritmos latinos con ansias, por lo que algunos hoteles los contratan varios días seguidos. El salario le genera mucha tranquilidad a este bailarín quien asegura que es muy rentable ser artista en ese lado del mundo, incluso, se encuentra abierto a la posibilidad de quedarse más tiempo luego de la gira.

Comienza la magia

El show tiene vida propia, dada por cada uno de los artistas, desde los músicos, los cantantes, la directora y los bailarines.

El público turco es muy receptivo. Los artistas lanzan plumas que vuelan en medio del escenario generando una atmósfera de fantasía, cual cuento de hadas. La melodía y las luces les dan la bienvenida a los 20 bailarines, 2 percusionistas y 2 cantantes. Son 61 minutos de gloria. Se siente el corazón palpitar a millón. Comienza la magia. Salsa, cha cha chá, samba, música urbano, latina, tango y son.

El show cuenta con un repertorio exquisito: Cuba, Cuban pete (mambo), Havanna, Rock Song, (tango), Guantanamera, Ban Con Tin, de Tito Puente (Salsa), Falsas Esperanzas, I Like It, Mi gente y cierra con 110th Street and 5th Avenue, de Tito Puentes.

A pesar de su larga trayectoria en el mundo de la danza, este joven acepta que todos los públicos son diferentes y representan una nueva experiencia. “Uno siempre está a la expectativa de que todo salga muy bien. Siempre es como si se hiciera el show por primera vez”, explica. La gira es una oportunidad para crear lazos de amistad, asegura.

Valentina Gallego Uribe es cantante de la compañía, también se encuentra en la misma gira en Turquía, lleva poco tiempo conviviendo con sus compañeros y con ‘Gianca’ logró encontrar una conexión especial. “Él es magia en escena, transmite profesionalismo y mucha pasión. Da gusto verlo bailar y disfrutar lo que hace”, expresa la joven intérprete con mucha alegría.

El público es muy receptivo, el show no solo lo disfrutan los ‘turcos’, también los turistas de diferentes partes de ese lado del mundo. Los alemanes son los que se muestran más encantados por el espectáculo y por la cultura colombiana. Lo califican como digno de representar a nuestro país.

Con una expresión de grandeza en su rostro Gian Carlo reconoce que “en Colombia hay mucho talento y es muy lindo ver que en otro lugar del mundo anhelan verte. A muchas personas les gusta vernos acá”.

Adaptarse a otra cultura

A pesar de sentir una emoción inmensa por encontrarse en este lugar, Gianca reconoce que no todo es color de rosa. Lo más difícil de esta experiencia es estar lejos de su familia durante un largo tiempo y a una enorme distancia. También, adaptarse a otra cultura, en otras palabras “cambiar el chip”. Comprar un simple dulce es algo muy difícil, “nos toca hacer uso del cuerpo para señalar qué queremos comprar”. A pesar de que este profesional de la danza considera tener buen nivel de inglés, en este país no es tan común ese idioma, por lo que se ve obligado a gesticular para hacerse entender.

En las noches le gusta quedarse un rato en el lobby del hotel en el que esté para conocer más personas, aprender más y compartir con otros sobre Colombia y América Latina. Rusos, indios y ucranianos son algunos ciudadanos con los que ha logrado intercambiar culturalmente. En una ocasión, se encontraba con algunas compañeras del grupo, colombianas, y al mencionar a los extranjeros su nacionalidad, estos reaccionaron de inmediato: “Pablo Escobar” y “marihuana”. Con esas, las dos palabras que menos describen al país que posee la mayor diversidad de pájaros en el mundo, la casa de la más grande cantidad de anfibios en el mundo y la extraordinaria variedad de pisos térmicos.

Fernanda González Yusti, hermana de este artista asegura, cargada de orgullo: “’Gianca’ es una excelente persona, entregado y apasionado por lo que le gusta, exigente y perfeccionista con su trabajo. Verlo bailar eriza la piel, sorprende, transmite emoción, fuerza, es demasiado impresionante”, expresa desde Cali.

Está gozando una parte del sueño: Vivir la vida que imaginó de niño, bailar en tarimas que su mente no alcanzaba a dibujar, comunicarse a través de la música y de su cuerpo. Pero anhela llegar a Royal Family, una de las compañías de baile urbano más reconocidas en el mundo y estar en musicales de Broadway. Por lo pronto, hoy hechiza con la magia de su baile en Turquía.

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