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Después de cuatro años, Los Aterciopelados regresan a la tarima

25 años después sus canciones siguen ‘retumbando’ y llenando de sonidos el álbum de recuerdos de los colombianos.

11 de mayo de 2015 Por: Lina María Álvarez | especial para El País

25 años después sus canciones siguen ‘retumbando’ y llenando de sonidos el álbum de recuerdos de los colombianos.

Héctor era un chico humilde. Vivía en Restrepo, barrio al sur de Bogotá, con su mamá y su abuela. Tenían una tienda. Allí, utilizaba sus manos para empacar bolsas de arroz y frijoles. Compró un bajo porque un amigo se lo dijo, ni siquiera, sabía cómo se tocaba.

Andrea era una chica de estrato alto. Acababa de llegar de Inglaterra de estudiar cerámica. Para ella, la música solo  era un hobby. Creció escuchando a su mamá cantar rancheras a todo pulmón.

Nadie creería, ni ellos mismos, que 25 años después, sus canciones seguirían ‘retumbando’ y llenando de sonidos el álbum de recuerdos de los colombianos. Este año lanzaron su libro fotográfico ‘Con el corazón en la mano’, donde cuentan su historia y cómo sus hijos,  Milagros, Jacinto, Sara Mitú y Balam,  cambiaron sus vidas. 

¿Cómo se conocieron?

Nos veíamos en la universidad. Ella llegó de Inglaterra  con un look punketo. Un amigo en común me dijo que formáramos un grupo y que él tenía una amiga cantante, y llevó a Andrea a mi casa. Él se salió del grupo y Andrea y yo formamos ‘Delia y los Aminoácidos’.

¿Soñaban con hacer música?

Andrea desde pequeña estaba en contexto,  la mamá se reunía con amigos a cantar y a tocar. La invitaron a hacer parte de los coros de la universidad y del grupo ‘Distrito especial’. Siempre tuvo esa vena musical. Mi abuelita tocaba armónica, puras melodías campesinas, pero a mí me gustaba el rock.

En la cuadra era el único. Un domingo, un amigo me dijo que fuéramos a comprar instrumentos. Nunca pensamos que esto se iba a convertir en un oficio, un trabajo, un proyecto de vida.

Fueron de las primeras agrupaciones colombianas en hacer fusiones, ¿de quién fue la idea?

Queríamos hacer algo auténtico,  nuestro. Al comienzo, nos basamos en el  rock y en el pop, pero luego se nos dieron otros ritmos, sonidos latinoamericanos. La música con la que crecimos  fue una de nuestras primeras influencias.  La mamá de Andrea, cantaba en las fiestas boleros y rancheras. A mí me encantaba la salsa. 

¿Se imaginaron llegar a ser un referente del rock a nivel mundial?

No, para nada. En Colombia no habían grupos de rock con trayectoria, no teníamos escenarios, ni la posibilidad de grabar un disco, y menos de escucharnos en la radio. Cuando empezamos solo  esperábamos tocar en un bar para 300 personas, no teníamos más pretensiones. Llegó un nuevo ciclo de rock en español y entramos nosotros. Gracias a eso grabamos un disco, pero fue una gran sorpresa.

¿Qué significó ser los primeros colombianos nominados al Grammy?

Fue un momento muy intenso, inolvidable. Nos abrió muchísimas puertas. Después de eso, siempre traíamos un sonido muy fresco, que llamaba la atención, sobre todo en  Estados Unidos y Europa. Allá les gustaban nuestras mezclas. Fue una época grande, con  alegrías y logros musicales.

¿Es cierto que se autocensuraron en  la portada del álbum ‘El Dorado’?

Sí. A la  cara de la Virgen  le pusimos  la de Andrea, pero luego nos dio miedo meternos por ese lado… Nuestra postura era más estética que  contestataria y la cambiamos.

¿Es cierto que un periodista les preguntó que cada cuánto se bañaban?

 Había un periodista en El Espacio que siempre hacía cosas muy chistosas… hacía preguntas muy simpáticas. No sé por qué siempre nos asociaban y nos asocian  con el movimiento hippie. Nos gustaba mucho y ojalá lo fuéramos.

¿Los estigmatizaron ?

Sí. En los primeros años vimos un poco de rechazo por lo que tocábamos, porque teníamos el pelo amarillo y usábamos taches, porque traíamos encima la cultura popular. La gente, con el tiempo, logró vernos de otra forma. Hubo varias cosas que nos posicionaron e hicieron que de ahí para acá, la gente nos valorara más y les quitarán muchos prejuicios.

El último trabajo que realizó fue un disco infantil. ¿Dónde quedó el  punketo, el de ‘La Pestilencia’?

No ha cambiado mucho lo que digo ahora de  lo que decía en ‘La Pestilencia’. Una de las canciones más recordadas dice ‘sigue el sonido de tu corazón, halla tu camino’. Era lo mismo, pero en otro empaque. La experiencia de ser padre  lo nutre a uno muchísimo. El disco que saqué es un álbum para niños activistas, para que aprendan a cuidar el medio ambiente.

Jorge Drexler, Kevin Johansen y Carlos Vives, están preparando un homenaje por los 20 años de ‘El Dorado’, ¿cómo se sienten al respecto?

Por el tema de los 20 años han surgido varias propuestas, hasta nos quisieron llevar al cine, pero solo aceptamos la del libro fotográfico ‘Con el corazón en la mano’ y la realización de un DVD.

La Fundación Barrio Colombia nos propuso hacer un homenaje con grandes cantautores y ahí va. Ellos están liderando el proyecto, ya han confirmado grandes nombres. Estamos muy emocionados y contentos por el cariño de la gente y de los colegas.

¿Cómo les va con la fama?

A Andrea es la que más reconocen y le daba difícil porque la acechaban  en todas partes. Si ella pensaba en ir  a un paseo, no podía porque no la dejaban andar. Es difícil por momentos, pero es lindo ver el cariño de la gente.

¿’Miran la esencia y no las apariencias’, como dice su canción?

Es lo que tratamos. Hay que hacer un trabajo a nivel personal y vivir aterrizado al planeta y estar consciente del entorno, de la comunidad. Tenemos la misión de que  la música sea esa alegría, que acompañe a  la gente.

¿Qué canción social le harían al país?

Hay tantas cosas a que cantarles, a la corrupción, a la indiferencia de las clases políticas, a la inequidad.  

Debemos cambiar nuestro modelo económico y modo de vida, por eso hacemos énfasis en los derechos  de los otros y de la naturaleza.  Nos cansamos de los políticos de antaño, de la guerra, de la violencia, le cantamos a un nuevo amanecer, a un nuevo despertar.

Una relación netamente musical.

Quiero aclarar algo, todavía la gente cree que Andrea y yo somos pareja. Con su pareja, con la que ya lleva 15 años tuvo a sus hijos Milagros y  Jacinto. Y lanzó el disco  titulado ‘Andrea Echeverry’, muy marcado por la maternidad. Yo  con mi esposa Carolina tuve nuestros dos hijos. Aunque uno no escriba  para sus hijos, la sensibilidad aflora.

¿A qué se debió su separación?Duramos como dos años o un poco menos, no fuimos pareja más y se acabó el grupo. Pasó como un año sin hablarnos y un día nos reunimos solo para el trabajo musical. De ahí le apostamos a Aterciopelados. No somos pareja desde  el 91 o 92. Hay una confusión muy grande. Incluso los medios todavía dicen que estamos juntos.  Desde el primer disco de Aterciopelados, nada qué ver.  ¿Qué piensan sus parejas del regreso?Tenemos una relación musical y  familiar. Somos dos familias que parecen una. ¿Cómo fue estar de nuevo en escena?Regresar a Rock al Parque y a  Estéreo Picnic fue bonito. Todavía hay mucho por decir, mucho por hacer. ¿Dónde hubo fuego, cenizas quedan? No, para nada. Hace 15 años tenemos familias estables.  Toca aclarar que todo es un chisme. Somos muy buenos amigos, tantos años de gira… Andando con nuestros chicos de un lado a otro. 
Colombianos, en las grandes ligas¿Cómo fue compartir escenario con Soda Estéreo? Fue increíble. Tuvimos la suerte de estar en el mismo sello y que Gustavo Cerati viera ‘Bolero Falaz’ por MTV. Luego el mismo Cerati, en una entrevista, dijo que le gustaba mucho la canción y la pinta de la cantante… Gracias a eso nos invitaron acompañarlos en su gira por Estados Unidos y a Andrea a cantar en el desconectado de Soda, cosas que ellos no solían hacer. ¿Cómo fue el tiempo con  Cerati? No compartimos muy profundamente con él,  pero nos encontrábamos y salíamos por ahí. Siempre nos decía a donde ir: “vayan y compren ropa a tal lado”. Nos contaba sobre los conciertos a  los que había ido. Era un gran caballero, muy amable, tenía mucho humor, pero igual, era muy distante.  No le gustaba que se metieran en su intimidad. Y ¿cómo fue trabajar con Phill Manzanera, productor de Pink Floyd? Cuando logramos entrar a las grandes ligas, nos dieron a elegir a nuestro productor. Sabíamos de Phill Manzanera era un gran productor con una  descendencia colombiana. Yo siempre estaba pendiente de esos temas, mucho más que Andrea. Lo contactamos gracias a Bunbury y con él grabamos el tercer disco de  Los Aterciopelados. Ese fue el pico de nuestra carrera. Imagínate, ¡estábamos grabando como los  mismos Pink Floyd!.
 

 

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