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Sergio de la Pava, el escritor que pasó de los estrados judiciales a la fama literaria

De madre caleña y padre manizalita, Sergio de la Pava se convirtió en la gran sorpresa literaria en Estados Unidos al ganarse el premio PEN por su novela ‘A Naked Singularity’. ¿Quién es este abogado que saltó de los estrados judiciales a la gloria literaria?

3 de septiembre de 2013 Por: Juan Fernando Merino I Especial para GACETA

De madre caleña y padre manizalita, Sergio de la Pava se convirtió en la gran sorpresa literaria en Estados Unidos al ganarse el premio PEN por su novela ‘A Naked Singularity’. ¿Quién es este abogado que saltó de los estrados judiciales a la gloria literaria?

Hay revuelo en los medios literarios de Estados Unidos: una obra escrita por un autor desconocido, que ni siquiera había publicado anteriormente en revistas o periódicos, recibió en días pasados uno de los premios más importantes en lengua inglesa, el PEN Literary Award. La novela lleva un enigmático título proveniente de la física cuántica, ‘A Naked Singularity’, es decir, ‘Una singularidad desnuda’. Por si fuese poco, su autor, un defensor de oficio neoyorquino de origen colombiano, también ha resultado ser bastante enigmático. En la contraportada original del libro lo único que aparece es la frase: “Sergio de la Pava es un escritor que no vive en Brooklyn”, y en las entrevistas que le han hecho a raíz del premio suele responder de manera escueta, a veces incluso lacónica, rehusando contestar ciertas preguntas y resistiéndose a hablar de su vida personal. Se sabe que nació en Colombia, de madre caleña y padre manizalita, y que siendo aún muy niño se mudó con ellos a Nueva Jersey, donde al parecer vive con su esposa y un hijo. También parece ser que visita el país con cierta frecuencia.Si bien resulta seductora la historia de un desconocido que de un día al siguiente salta al Olimpo literario –ya algunos críticos lo han compararlo con grandes escritores posmodernos como David Foster Wallace, John Gaddis y Thomas Pynchon– es preciso matizar la historia. Porque De la Pava no es un advenedizo en la escritura. De hecho, su ahora célebre novela cuenta con 678 densas páginas y tardó cuatro años en escribirla; ya está terminada su segunda novela, ‘Personae’, y actualmente está trabajando en la tercera. Otra cosa muy diferente es que no haya seguido los cauces tradicionales de muchos escritores consagrados. En parte porque no los buscó, ya que jamás estudió literatura ni asistió a talleres de creación ni probó suerte enviando relatos cortos a concursos o revistas. Y en parte también porque cuando salió a buscar un agente o una editorial para publicar su novela no logró convencer a nadie. Fue entonces cuando decidió lanzarse al incierto mundo de la publicación por Internet, o ‘print on demand’. Fue allí cuando empezó la aventura prodigiosa de ‘Una singularidad desnuda’, una saga que no habría podido ocurrir en tiempos precibernéticos. Un reseñador en la connotada revista virtual de literatura Quarterly Conversation la elogió profusamente llamándola “una de las mejores novelas de los últimos diez años”; otros reseñadores, críticos y lectores se encargaron de echar a rodar por Internet la bola de nieve con sus entusiastas comentarios, se fueron multiplicando las ventas individuales y las recomendaciones de boca en boca… Hasta que la editorial de la Universidad de Chicago, que no se caracteriza precisamente por apostarle a autores noveles, compró los derechos para su publicación física, una apuesta que fue ampliamente refrendada con la obtención del mencionado premio.Pero, ¿qué aborda y de qué manera ‘Una singularidad desnuda’? La novela cuenta la historia de Casi, un hijo de inmigrantes colombianos que vive en Brooklyn y trabaja en Manhattan como defensor de oficio. En el transcurso de la historia presenciamos lo que ocurre cuando su sentido de la justicia e incluso su sentido de identidad comienzan a resquebrajarse y acompañamos al protagonista en un periplo intelectual de proporciones míticas, donde los temas abarcan desde la búsqueda de la perfección, la crítica feroz al sistema judicial norteamericano y los excesos policiales, la distorsión de la realidad en la Televisión, hasta pasajes de la vida de un excampeón mundial de boxeo, la receta de las empanadas colombianas, los grandes interrogantes filosóficos, las reflexiones sobre la existencia de Dios y, por supuesto, la física cuántica.En días pasados iniciamos con Sergio un intercambio de mensajes y hemos logrado establecer un diálogo cordial, respetuoso de sus silencios y omisiones, y al mismo tiempo revelador de ciertas actitudes vitales y directrices creativas. Aquí, apartes de ese diálogo. Sergio, me gustaría saber lo que significó para usted el cambio del español al inglés como lingua franca… ¿Fue acaso una causa de angustia o una aventura?Tenía 4 años cuando entré a la escuela (en Estados Unidos) y recuerdo muy bien la alienación nerviosa que sentía por ser incapaz de comunicarme; desde entonces y a propósito no he hablado mucho en ninguno de los dos idiomas. ¿Qué tan presentes están Cali o Colombia en sus novelas?Colombia aparece en ambas novelas. En ‘Una singularidad desnuda’ casi como una referencia fantasmal, y en ‘Personae’ de manera más directa.¿Qué recuerdos de niñez conserva de Cali y de Colombia?Son muchos recuerdos, ese tipo de memorias que me ayudan a apoyar el alma, pero que son demasiadas como para mencionarlas en detalle, pero tengo un recuerdo extraño: una noche en Cali estaba prendiendo pólvora con un grupo de niños sin supervisión de ningún adulto cuando uno de ellos dijo, de la manera más casual, que hacía poco una niña de nuestro grupo había perdido un ojo haciendo exactamente lo mismo que hacíamos en ese momento. ¡Cómo! ¿Ha tenido momentos significativos en sus regresos al país?Cada contacto que he tenido con Colombia desde mi niñez ha servido para sustentar mi convicción en la “otredad” fundamental y electrizante del país; tanto así que lo que otros llaman simplísticamente ‘Realismo Mágico’ me parece a mí nada más que crónicas neutrales.‘Una singularidad desnuda’ apareció hace unos pocos años, pero con seguridad detrás de esa primera novela había un lector voraz desde la niñez. ¿Me equivoco? Créame si le digo que usted no querría leer una novela muy extensa escrita por alguien que en algún momento no hubiese estado obsesionado con leer exhaustivamente, así que la respuesta a la primera parte de la pregunta es sí. Y supongo que he escrito de manera esporádica desde que tenía diez años, pero ‘Una singularidad desnuda’ fue mi primer intento genuino de abordar una novela.No figuran en su biografía estudios de literatura. ¿Un escritor puramente autodidacta? Mis intermediarios fueron los grandes autores, pero es posible que un adiestramiento formal a la escritura genere formalismo y lo que yo más busco es que una formación caótica se convierta en melodía.No quisiera hablar de influencias en la novela, pero digamos inspiraciones, luces de navegación… ¿Tal vez Melville, Faulkner, Pynchon? ¿Quizás Svevo? Estoy consciente de que Melville y los clásicos rusos han sido para mí tremendamente importantes; más allá de eso, se trata de un enigma que prefiero preservar.También hay muchas referencias a la ciencia, en particular a la física, comenzando por el título. ¿Es uno de sus grandes intereses?Es uno de mis grandes intereses, pero solo hasta cierto punto porque considero que a final la física debe darle paso a la filosofía para responder las verdades esenciales, o al menos reflexionar sobre ellas.Algunos reseñadores han comparado su novela con los textos de Foster Wallace, Gaddis y otros escritores posmodernos, pero en el caso de ellos el argumento no es tan importante mientras que sí lo es en ‘Una singularidad desnuda’. ¿Es válida esta evaluación?¿Y qué tal si el argumento surgiera de manera orgánica y solo como último recurso? Podría ser el caso… Me parece que algunos escritores temen el uso de un argumento sólido pero, para ser sincero, a mí ese tema del argumento no me asusta mucho, excepto cuando me asusta.Existe la tendencia de intentar etiquetar las obras literarias en un género, por ejemplo, o en una escuela. En el caso de ‘A Naked Singularity’ no ha resultado fácil. ¿Podría tratarse de una ruptura con los géneros anteriores?Está usted en lo cierto pero detesto las malditas etiquetas cuando se trata de esta actividad. Esas cosas son para los chicos de secundaria cuando están decidiendo en cual mesa deberían sentarse a almorzar, no para aquellos dedicados a una actividad valorada por quizás una décima parte del uno por ciento de la población; en otras palabras, nuestra marginalización nos otorga una libertad, ¿por qué empezar a circunscribirla? En reacción a una pregunta de si la novela era un “thriller judicial” respondió usted que aquella combinación era abominable pues tomaba “dos entidades verdaderamente admirables, la ley y la literatura, y las degradaba a ambas”... Cualquier persona que use indebidamente la novela para encontrar un simple entretenimiento o una simplificación a un nivel ínfimo es mi enemigo. Pero enemigo solo en términos literarios, de otro modo podemos seguir siendo amigos. Aunque algunos de nosotros apreciaríamos mucho si esa persona se quitara de en medio, está bloqueando la vista.Por último, a pesar de la sombría visión del Sistema Judicial Americano y el papel negativo de los medios masivos, se percibe en la novela una corriente de humor y cierto optimismo. ¿Podría ser que pertenece usted a esa rara especie de escritores optimistas?Es una verdad fácilmente verificable que no todo es una porquería; yo lo he visto con mis propios ojos. Tan solo añadiría que el pesimismo profundo es particularmente irritante cuando proviene de personas que pasan una porción significativa de su tiempo en reuniones sociales en Martyha’s Vineyard con vino y queso importados.

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