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¿Quién es Óscar Murillo, el vallecaucano que se robó el show en el Festival Arco, en España?

La Feria Arco Madrid concluyó el domingo, pero el vallecaucano Óscar Murillo tendrá su obra expuesta hasta el 20 de marzo.

3 de marzo de 2015 Por: Patricia Medrano, corresponsal de El País en Madrid.

La Feria Arco Madrid concluyó el domingo, pero el vallecaucano Óscar Murillo tendrá su obra expuesta hasta el 20 de marzo.

A primera vista el artista plástico Óscar Murillo es un tipo común y corriente. Un joven de 29 años, que viste con tenis, camiseta y chaqueta negras y que esconde las manos en los bolsillos. El padre de una niña de seis años y de un bebé de mes y medio.Pero Óscar, también es el hijo de un obrero que trabajó en el Ingenio Riopaila, ubicado en La Paila, Valle, donde nació. Su padre, era miembro de un sindicato y recibió amenazas que lo llevaron a salir del país, junto a su familia. El destino final fue Londres, donde creció. El padre de Óscar quería que fuera futbolista o ingeniero pero él quiso estudiar arte una carrera que culminó en el Royal College of Art, de la capital británica.Murillo fue uno de los artistas invitados la semana pasada a la Feria Internacional de Arte Contemporáneo Arco en Madrid, en el cual Colombia fue el país invitado de honor. Allí, en el Centro Cultural Daoiz y Velarde de la capital española estará hasta el 20 de marzo, su instalación ‘De marcha ¿una rumba? No, sólo un desfile con ética y estética’.Tímido, inseguro al hablar, talentoso y con ambición, a Murillo le molesta que se digan muchas cosas que se dicen de él. Como que es el nuevo Jean Michel Basquiat. “Pero eso es una estupidez, algo absurdo, no sé en qué momento se empezó a decir eso o por qué. Yo no me parezco a Basquiat”.O como que es un artista con una carrera meteórica (de solo cuatro años en el mercado del arte), cuyas obras se han llegado a subastar hasta por US$400.000. Mencionar esto es como darle un martillazo en el dedo meñique. Óscar Murillo quiere que se hable de él, de su arte caótico lleno de performances, instalaciones y pinturas con grafismos, de sus proyectos internacionales.El arte fue su terapiaMurillo salió de Colombia en 1996, cuando tenía diez años. En Londres sufrió un “trauma”, como él mismo dice: el de dejar su tierra, sus amigos, sus juegos, el río en el que solía bañarse. Pero el arte le sirvió de “terapia disimulada. Pasaba horas encerrado y no es que ya hubiera arte en sí, pero había herramientas y materiales en mi casa y en la escuela para aprender sobre arte”, contó en Madrid.Luego de un lustro regresó, a sus 15 años, y últimamente va de puntillas por lo menos una vez al año a su tierra natal. Pero sólo en 2014 Murillo expuso por primera vez en Colombia en la Bienal de Arte de Cartagena. El 11 de marzo volverá, esta vez invitado por el Museo de Arte la Universidad Nacional en Bogotá. Y del 19 de marzo al 17 de mayo estará en una exposición conjunta de un programa de residencia en el Artpace, de San Antonio, Texas. Allí lleva un tiempo haciendo “una pausa a un método, a mi trabajo en Londres, pues uno trabaja en una burbuja. Estoy haciendo colaboraciones con gente del arte de Guadalajara y San Antonio”.De futbolista a artistaSu padre, Belisario Caicedo (Murillo usa como nombre artístico el apellido de su madre), habla de su hijo con ternura y descreimiento. Mientras cuenta que quería que Óscar estudiara ingeniería, Murillo lo mira con cara de pocos amigos. Para más ‘inri’, Belisario cuenta que recién llegados a Inglaterra en 1996, cuando el pequeño Óscar tenía once años, lo metió en las ligas inferiores del equipo de fútbol Arsenal, donde estuvo un tiempo. El hoy cotizado artista lo mira con cierta incomodidad… “Es una cosa romántica de los padres desear que el hijo sea futbolista o ingeniero”.Lo cierto es que el Belisario nunca sospechó que su hijo tuviera aptitudes para el arte. “Nunca lo vi, ni me imaginé, pero sí que se ganó un concurso de pintura infantil para los hijos de los empleados del (Ingenio) Riopaila”, cuenta. “Ha sido siempre muy independiente, desde los 15 años él se soltó solo”.‘Frecuencias’Murillo se embarcó hace año y medio, junto a sus padres y dos artistas mexicanos y argentinos, en un proyecto titulado ‘Frecuencias’. Empezaron hace año y medio a viajar por 17 países de todos los continentes a visitar escuelas para instalar lienzos en blanco sobre los pupitres de los niños y dejar que los estudiantes los manipulen. “Los lienzos los dejaremos por un año o seis meses y a ver qué pasa. Voy a hacer una instalación con ellos”, explicó Murillo el viernes en un conversatorio público en Casa de América en Madrid.“Tiene ya un estatus de fundación y es una colaboración con los estudiantes, para que ellos tengan una experiencia visceral. Potencialmente esos lienzos van a volver a mi taller y yo los voy a intervenir. Atacar un lienzo tiene una dificultad. Allí con esos niños el arte no existe, es una intervención directa a mano y con sus herramientas propias. En Kenia y Zambia, por ejemplo, no tenían casi recursos, solo usaban el color azul y la tierra”.Normal y fenómeno Su tío político, Juan Carlos Zapata, dice que Óscar “es un tipo muy chévere, normal, un hombre tranquilo. A él no le gusta que lo comparen, ni que le hablen de plata, él quiere que hablen de él”.En la otra punta, Belén Palanco, periodista especializa del The Art Newspaper, opina que Murillo es un fenómeno. “Vi su obra en Berlín y es un fenómeno dentro del mercado del arte y de la historia del arte actual. Hoy hay pocos así, que en tan corto tiempo logran que su obra se triplique en un tres mil por ciento. Su obra me interesa como un fenómeno dentro del arte contemporáneo”.

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