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Opinión: Nuestra Ciudad Delirio

Columna de Paola Gómez, Jefe de información de El País, sobre la película Ciudad Delirio.

5 de abril de 2014 Por: Paola Gómez | Jefe de Información de El País

Columna de Paola Gómez, Jefe de información de El País, sobre la película Ciudad Delirio.

Escucha tu intuición, siente la música y dejate llevar. Se lo rumora al oído la coqueta Angie a un español tieso e incapaz de sincronizar un paso. Se lo repite también a los alumnos de su academia. Quizás lo aprendió de su padre, ‘Vaso de leche’, quien lo recita en un capítulo de su cátedra salsera. Y la frase funciona incluso como un mensaje subliminal para el espectador, porque de eso se trata ‘Ciudad Delirio’: de sentir, de escuchar, de dejarse llevar. Esa es la esencia de una película que nos habla de una ciudad tan nuestra, tan cotidiana, pero inédita para un cine acostumbrado a las epístolas de mafiosos caleños, de ladrones míticos y de la vida de pandillas. Esta es una apuesta por esa Cali que baila, que es un canto a la alegría, que en los pasos y la salsa descubre la felicidad. Que se siente orgullosa de esa virtud, y cuya destreza para convertir una canción de salsa en júbilo es una leyenda universal.En ese mundo surge la caleña auténtica: la mujer divina que no sucumbió a la belleza artificial. Esa trigueña de cabello largo, piernas eternas, caderas de ensueño y hombros al aire. Esa que arrasa con su carisma y que siente la salsa en sus venas. Nadie mejor que Carolina Ramírez para encarnarla. De antología también el personaje de Jorge Barragan: ‘Vaso de leche’, el melómano puro del barrio caleño, que colecciona pastas y recita fechas y canciones. El que rompe el hielo y abraza al extraño, enamorándolo de esta, nuestra Ciudad Delirio. O La tía Lucrecia, que con soltura encarna Vicky Hernández: la caleña adulta, femenina y orgullosa, espontánea y sincerota (se me pareció tanto a mi mamá). O la caleña entradora y emprendedora a la que le da vida otra muy nuestra: Margarita Ortega. O los bailarines de esas escuelas que germinan en lo más popular de Cali: Ronald Sevillano, que interpreta a Ferney el socio y amigo gay inseparable de Angie; Viviana Vargas, la Natali que sueña con ser campeona; y William, el tormentoso ex marido de la protagonista (John Alex Castillo, a quien conocimos como Higuita en ‘La Selección’) quien es el típico bacán caleño, tramador e incorregible.Todos esos personajes van de la mano de una música que hace parte de nuestra banda sonora. El ‘Son Cepillao con Minué’ de los orígenes de Guayacán, que se escucha en las primeras escenas; la voz de Jairo Varela que se cuela en un matrimonio, con esa versión de ‘Tocando el Cielo’ ( su último canto en estudio) empatando con la voz de Niche de hoy: Elvis Magno. El ‘Oiga Mire Vea’, el ‘Cali Pachanguero’, el son antillano que tiene su sitial de honor y el Ah Ah oh no, de Lavoe con la orquesta de Willie Colón, que ameniza el trailer de la película.Esa es nuestra Ciudad Delirio. La del ‘vojabés’, el ‘vení te digo’ y los demás dichos de nuestro arrastrado acento. La del MÍO que arriba al Bulevar del Río, frente a una Ermita que luce bella. La del Municipal, majestuoso y clásico. La de Siboney y otros templos del bailador. La del Chorrito Antillano y los sitios de culto a la salsa. La de Kissme y su cultura Kitsh, que al aparecer en pantalla genera un murmullo revelador en la sala, de cuántos amores han pasado por ahí. La del barrio popular donde el himno de Piper Pimienta, ‘Las caleñas son como las flores’, rinde homenaje a la sonrisa de la vendedora, de la señora en el balcón, de la que vestida va de mil colores, de todas nuestras mujeres...Y claro, en el marco de esa historia está quizás una de las mejores cosas que le ha pasado a Cali en su historia reciente: Delirio, la industria cultural en torno a la salsa y el circo, que sin duda hoy por hoy es uno de los mejores espectáculos no de Colombia, si no del mundo. Dicen los críticos que la película tiene cierto aire al cine Bollywood, de las películas de la India, sin personajes oscuros, con mucho baile y donde las historias no son determinantes. La verdad, para mí Ciudad Delirio no es la película que uno deba mirar con ojos de crítico ácido. Simplemente se trata de eso que le susurra Angie a Javier, su enamorado español: escucha tu intuición, siente la música y dejate llevar. Y como es tan nuestra y como el cine en Colombia es un parto titánico, y como hay que rezar para que no lo saquen a empellones a pocos días de estar en cartelera, hay que apoyarla. Porque esfuerzos como ‘Ciudad Delirio’ (que estrena el 11 de abril) merecen ser vistos y hay que disfrutarlos. Porque después de verla, de cantarla y de bailarla es muy seguro que usted salga con una sonrisa en el alma. @pagope en Twitter

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