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La esposa que no fue feliz con Bolívar

"Yo, Maria Teresa es una deliciosa novela que recrea la vida infantil y juvenil de Maria Tersa Rodriguez de Toro, esposa de Simon Bolivar, cuya vida dejó muchos interrogantes".

9 de agosto de 2015 Por: Carmiña Navia Velasco

"Yo, Maria Teresa es una deliciosa novela que recrea la vida infantil y juvenil de Maria Tersa Rodriguez de Toro, esposa de Simon Bolivar, cuya vida dejó muchos interrogantes".

Cali y el Valle del Cauca están siendo una cantera de buenas y recientes novelistas.

Adelaida Fernández Ochoa, premiada en Casa de las Américas este año con su novela ‘La hoguera lame mi piel con cariño de perro’; Rosalba Plaza, premiada en el Jorge Isaacs 2014, con ‘Yo, María Teresa’; Gabriela Castellanos con su magnífica novela ‘Jalisco pierde en Cali’ y Melba Escobar con su celebrada ‘La casa de la belleza’.

Voy a ocuparme  del reciente premio Jorge Isaacs que sale por estos días al mercado librero. ‘Yo, María Teresa’  es una deliciosa novela de época en la cual lo primero que encontramos es una fiesta del lenguaje. La obra recrea la vida infantil y juvenil de María Teresa Rodríguez del Toro, esposa de Simón Bolívar, quien pasó por la historia como una ráfaga, dejando  interrogantes antes que afirmaciones. Una imaginación juiciosa y una investigación aplicada sirven como punto de partida a la creación de un mundo ficcionalizado en el que se profundizan los caracteres de los dos protagonistas. 

La novela se abre con una llamada primera parte en la que asistimos a la frustración matrimonial de la joven María Teresa quien acusa su  soledad, ociosidad y abandono por parte del esposo. Inmediatamente se devuelve en el tiempo y se abre para entregarnos un cuadro de la España de principios del siglo XIX. Nos enfrentamos entonces a la vida y a las costumbres de la baja nobleza y alta burguesía, especialmente desde el punto de vista de las mujeres: sus procesos de formación, sus amistades, sus ocios y lecturas, el mundo de sus criados. Desde sus mismos inicios quedamos  impactados por la ambientación tan bien lograda. Los salones,  veladas de lectura o de música, las visitas al orfelinato, nos llegan con  autenticidad y verosimilitud. 

Cuando ya tenemos situada a la protagonista, cuando ya hemos hecho sinergia con ella, atravesamos el océano para ubicar al coprotagonista. Recorremos su hacienda y sus juegos en libertad, su temprana orfandad, la relación con su Nana, los reclamos de sus parientes al maestro, su amor por los caballos, su indisciplina no controlada. 

Una vez familiarizados con los dos jóvenes entramos a la espera de su encuentro porque más allá de la historia ya las primeras páginas de la novela nos los muestran casados.  La historia de este fugaz matrimonio ha sido tratado pocas veces en la literatura porque las novelas que recrean la vida del libertador se ocupan fundamentalmente de los aspectos políticos y de las mujeres que sirvieron a su causa. La misma Manuelita Sáenz ha sido pocas veces mirada por ella misma.  En este sentido, la novela a la que nos referimos es  diferente y nos entrega una mirada inédita sobre María Teresa y muy original sobre su fugaz marido. 

El texto propone una lectura  irreverente de Simón Bolívar el libertador, el héroe político.  Esto se hace posible sobre todo porque el trecho de vida focalizado en Bolívar es el de su primera juventud irresponsable anterior al de sus ejércitos, sus hazañas y sus sueños de libertad política. 

La novela nos deja ver una María Teresa joven en sintonía con su época, en espera del amor, pero preocupada por una serie de actividades que le llenan su vida. Siente que a su alrededor están obsesionados con su posible matrimonio, pero ella no lo vive así, ella se ocupa de la contabilidad de su padre, de los niños del orfelinato en medio de las salidas y socialización de una muchacha de su posición social y época. La percibimos cálida en sus relaciones y abierta al medio que la rodea. Y antes que todo, una joven amante de los libros y de la lectura. La voz narrativa la penetra y nos muestra una conciencia reflexiva, llena de interrogantes sobre lo  mejor para su porvenir. Se acerca tímidamente por primera vez a los aleteos del amor, en su amistad con un joven general del ejército francés, pero la llegada del indiano Bolívar la conmueve hasta sus más íntimas entrañas y la lleva a consumar un amor en el que, nos dice la novela, no estaba su felicidad y sí, en cambio, su muerte. 

La reticencia inicial de María Teresa lleva al joven Bolívar a esmerarse en su formación, a aprender el francés, a acercarse a los libros. Se transforma entonces de un joven que pasa muchas hora durmiendo, en uno aplicado en el aprendizaje. Este es uno de los aspectos más interesantes  de la novela premiada: el papel jugado por la que sería su esposa -por pocos meses- en la educación y formación del joven Simón Bolívar. 

Finalmente la narración se estructura también como una historia de amor, en la que los amantes se entregan a sus lides y al juego de los cuerpos, durante la travesía que los lleva hasta América. Una vez en las indias, el joven matrimonio inicia su nueva vida de casados y es aquí donde definitivamente Simón Bolívar no califica. En general los estudios y la ficcionalización sobre su figura se han concentrado en su vida política-pública o su ocaso como líder, en sus frustraciones a este nivel. La novela que nos ocupa por el contrario focaliza, desde el punto de vista de María Teresa Rodríguez del Toro la vida privada e íntima del libertador. En esta relación el esposo que aún no sueña su delirio sobre el Chimborazo,  aparece como incapaz de  valorar el tesoro de mujer que tiene entre sus manos. Su poca sensibilidad no le permite sintonizar con los deseos de su esposa de ocupar su tiempo en algo útil, su concentración en sí mismo, lo incapacita para percibir en María Teresa su soledad y la sensación de abandono en que se encuentra. Por eso mismo llega tarde a su lecho de enferma.

En cuanto a la protagonista lo que nos plantea la novela, con una fina mirada feminista, es que su matrimonio la condujo a la desdicha, a la soledad y a la muerte. Todo el tiempo hemos tenido acceso al interior de la conciencia de la joven, sin embargo en los últimos momentos no lo tenemos. Presenciamos externamente que la fiebre tropical se la tragó. El mismo médico no tiene una explicación plausible de la adquisición de la enfermedad, el mismo médico se muestra impotente. El silencio rodea la cama de la enferma. De alguna manera María Teresa nos es robada a todos, al esposo que tarde se lamenta, a su familia, a los lectores y lectoras, a la historia.

 

 

 

 

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