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“El tango no existe”: Rodolfo Mederos en el Festival de Música de Cartagena

El músico y compositor Rodolfo Mederos estuvo en Cartagena presentando su obra ‘Del Amor’, con versos de Juan Gelman.

11 de enero de 2014 Por: Ricardo Moncada | Enviado Especial de El País al Festival Internacional de Música de Cartagena

El músico y compositor Rodolfo Mederos estuvo en Cartagena presentando su obra ‘Del Amor’, con versos de Juan Gelman.

Maestro en la interpretación del bandoneón, compositor y arreglista, el argentino Rodolfo Mederos es una autoridad para hablar del tango, expresión que más que una música es una forma de ser.Mederos cuenta cómo bebió desde niño de este género, casi desde el vientre de su madre. Con 4 años de edad ya acunaba el bandoneón en sus rodillas y veía cómo el carnicero de la cuadra también lo tocaba, el verdulero abrazaba una guitarra o el zapatero cantaba esas melodías nostálgicas cargadas de sentimientos.A los 14 años, el músico ya hacía parte de un conjunto típico y luego trabajó con algunos de los grandes pilares del género, como Osvaldo Pugliese, Anibal Troilo o Astor Piazzola. Después hizo su propio camino en la música. Unió los sonidos del tango con expresiones ajenas desde música clásica, el folk, el jazz el rock o el flamenco. Ha hecho música para cine, para teatro y, alternado con artistas de la talla de Joan Manuel Serrat. El músico está en Cartagena como invitado del Festival Internacional de Música donde presentó su programa ‘Del Amor’, en la que mezcla poemas de su compatriota Juan Gelman, cuya poesía y lucha contra la dictadura argentina lo hacen un referente de su país.Aunque es Mederos un apasionado del tango, opina que este género ya no existe, que Piazzola no es un referente del tango, abomina del tango electrónico y tiene poca fe en lo que puedan hacer las nuevas generaciones con esta música.¿Qué lo motivó a emprender este proyecto con poemas de Juan Gelman?Hay dos motivos. Una es por mi naturaleza siempre proclive a experimentar, he realizar maridajes con muchas otras expresiones del arte. Me faltaría  hacer algo con bambucos y quedaría cubierto. El otro motivo es que yo siempre admiré la poesía de Juan Gelman y él siempre ha admirado mi manera de hacer tango. Nos conocemos hace años, pero una vez durante un asado en una casa de un amigo en México, dijimos que teníamos que hacer algo juntos y como si se hubieran alineado los planetas todo se dio. Al poco tiempo él me estaba enviando poemas, yo comencé a entusiasmarme y empecé a componer melodías, luego apareció un productor y se convirtió en un programa para presentar.¿Cuál era el reto?En el caso de cruzar la música con la palabra lo interesante es que te pone en una situación de extremo cuidado buscando el punto de equilibrio para que la música no resulte invasiva, pero tampoco ésta resulte sin autonomía. Es buscar un equilibrio entre lo ético y lo técnico.¿Pero qué le significó trabajar con la obra y con el propio Gelman, un símbolo de la historia de su país?Gelman es un trozo de nuestra historia. Además de ser el autor de la poesía, él mismo está cargado de historia. Pero a la hora de componer traté de no contaminarme con esa presencia. A lo que me refiero es que con lo que yo trabajo es con sus poemas, no con lo aledaño a ella, pero desde luego la presencia de Juan es algo que nos salpica a todos, lo hace un poco más cercano, más intenso, más emocionante.Cambiando de tema, ¿qué significa para usted Astor Piazzola, con quien usted trabajó en sus inicios?Por qué me pregunta por Piazzola, por qué no por (Aníbal) Troilo, por  (Osvaldo) Pugliese. Piazzola ya pasó a ser como un Macdonalds, no tengo nada qué ver con él. Adoro su música, lo respeto y por su persona tengo un gran recuerdo porque colaboró conmigo de una manera generosa en épocas muy difíciles para mí, pero estéticamente me oriento hacia otro lado.¿Pero acaso Piazzola no es un referente en el tango?No para mí. En el mundo parece que Piazzola es el tango y fíjate que justamente no es el tango, casi te diría que es el antitango. El tango es otra cosa, algo que ya no existe. Quien no vivió en Buenos Aires en los años 50 o 60 nunca va a comprender lo que fue el tango. Hoy tiene una comprensión turística. Los jóvenes se acuerdan de Piazzola porque tocaba el bandoneón y fue novedad en los 60. Por eso también ha criticado el tango electrónico...Prefiero no hablar de eso. Si vamos a hablar en serio, eso no es serio. Eso no es música, es basura, es producto de la ignorancia, de la mediocridad y del oportunismo. Estos músicos no hacen música, hacen papas fritas. Eso que llamamos tango que yo viví en los años 60 no existe ni en poesía, ni en intérpretes, ni arregladores, ni compositores de hoy. Lo que queda son fotocopias cada vez más borrosas. Ahora, porque enchufen una guitarra no puedo decir que el tango se salvó.¿Qué camino le queda al tango?No le queda camino, el camino va para atrás. Queda la historia. Tenemos que acostumbrarnos a que la cosas pasan, nada ni nadie es eterno y los mitos no son buenos. El tango tuvo su pico más alto en los años 40 y 50, luego tuvo un meseta y finalmente un decaimiento. ¿Qué pueden hacer las nuevas generaciones?Bucear en esa historia, alimentarse de ella investigarla y buscar algo que sea de ellos. Pero tengo serias dudas en esa generación porque están distraídas con todo lo que ocurre en el planeta. Hoy el bolero, el flamenco, el tango, el bossa nova y el jazz no existen, fueron manifestaciones de la primera mitad del Siglo XX. Lo que existe es una mercadería turística. En detalle La obra ‘Del amor’, con música de Rodolfo Mederos y poemas de Juan Gelman, fue producido por Casa de América Cataluña, y se estrenó en Barcelona, en 2010 y luego se llevo a Argentina, México y ahora Colombia.Está integrado por poemas referidos al amor en todos los sentidos, que son leídos por el propio Gelman mientras Mederos interpreta las melodías que compuso para ellos.En Cartagena, debido a quebrantos de salud de Gelman, los versos fueron declamados por el poeta Juan Manuel Roca.Mederos nació en 1940 y, tras compartir con grandes músicos, fundó su grupo Generación Cero, que proponía fusionar jazz y rock con tango y que significó un gran aporte al género en ese momento. En los 90 realizó grabaciones como ‘Tanguazo’, ‘El día que Maradona conoció a Gardel’ o ‘Eterno B. Aires’.

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