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El Islam gana cada vez más adeptos en Cali

En días de Semana Santa, ¿por qué cientos de caleños decidieron acoger al islam como su religión? La ciencia, dicen, tiene mucho que ver. GACETA visitó la mezquita An-Nur del barrio Santa Isabel para entender el fenómeno.

27 de marzo de 2016 Por: Santiago Cruz Hoyos | Periodista de GACETA

En días de Semana Santa, ¿por qué cientos de caleños decidieron acoger al islam como su religión? La ciencia, dicen, tiene mucho que ver. GACETA visitó la mezquita An-Nur del barrio Santa Isabel para entender el fenómeno.

El velo o al Hiyab, dice Lyda María Franky, es para la mujer que practica el islam algo tan natural como cuando nos ponemos la camiseta de la Selección Colombia en días de partidos importantes. No es considerado, de ninguna manera, como lo consideran algunos en Occidente: una forma de represión. Con el velo se guarda la belleza femenina, tan valiosa que no tiene por qué ser disfrutada por cualquiera, ni siquiera con la mirada.

 Es viernes, día en que los musulmanes acuden a las mezquitas en todo el mundo, incluso en una ciudad mayoritariamente católica como Cali. Lyda, actual rectora del Colegio Montessori de la ciudad, es  una de las fundadoras de An–Nur (La luz) la mezquita ubicada en el barrio Santa Isabel, en el sur. El sermón de este mediodía giró en torno al órgano que, según el Corán, nos garantiza el paraíso o el castigo de Alá: la lengua. 

Aunque ahora Lyda recorre la ciudad en el puesto del pasajero de un carro mientras explica cómo se hizo musulmana – latina.

-  No hay por qué negar nuestro origen.

Lyda nació en Cali y a los 16 se fue a estudiar a la Universidad  de Tampa, en Estados Unidos. Eran días, recuerda, en los que se hacía muchos cuestionamientos acerca de la pobreza en Colombia. ¿Por qué ella tenía tantos privilegios y en cambio miles de jóvenes no?

El tema lo comentó con algunos compañeros árabes de la universidad,  y  uno de ellos le dijo: tienes corazón de musulmana.

-  ¿Qué significa eso?, preguntó intrigada.

- Los musulmanes son  las personas que practican el islam, una religión donde la caridad es una obligación. 

A Lyda le llamó la atención aquello y comenzó a investigar. Musulmán, leyó,  es una palabra que significa “el que se somete a Dios”. Se debe vivir para complacerlo a él,  es decir  cumplir los mandatos que dicta el Corán. Además el musulmán cree en los ángeles, en los libros sagrados y en el día del juicio final. Son algunos de los pilares de la fe.

El creyente tiene, de otro lado, ciertos deberes: orar cinco veces al día, ayunar un mes al año, el mes de Ramadán, para darle gracias a Alá por los regalos recibidos, ir por lo menos una vez en la vida a La Meca, la ciudad natal del profeta Mahoma, aunque sin dejar a su familia pasando trabajos, y hacer caridad de dos maneras: a través del ‘zakkat’ o simplemente con una sonrisa, escuchar los problemas de un hermano,  hacer un favor. 

- El ‘zakkat’ solo lo dan los que pueden hacerlo, es decir quienes están económicamente estables.  Es el 2.5% del dinero que tienes ahorrado después de un año y de haber pagado todas tus deudas. Se distribuye entre los hermanos necesitados. 

[[nid:520076;http://contenidos.elpais.com.co/elpais/sites/default/files/imagecache/270x/2016/03/p8gacetamarz-16n11photo01.jpg;left;{Foto: Jorge Orozco | El País}]]Unas semanas después de convencerse de  que el islam era la religión que quería seguir, Lyda se convirtió o más bien “regresó”. En las creencias islámicas, todos nacemos musulmanes. Cuando hacemos la ‘shahada’  o la profesión de fe, retornamos al camino original.

- Toda mi formación profesional la terminé en el Medio Oriente: hice estudios del Corán, me especialicé como educadora, abrí algunas escuelas,   con lo que se comprueba que no es cierto lo que creen muchos: que la mujer musulmana debe permanecer en casa. Una mujer que practique el islam puede hacer todo lo que quiera, siempre y cuando complazca a Dios. Además la mujer en el islam debe educarse, hacer una carrera profesional, porque en sus manos está la crianza de los hijos.

- ¿Tiene la mujer la libertad de hacer lo que quiera?

- No tiene la libertad de hacer cierto tipo de trabajos donde esté muy mezclada con hombres, o realizar trabajos pesados. Pero no se trata de represión. Todo depende de la mirada del tema y hay una forma de explicar la nuestra: la joya más querida, la mujer, no la tiras a un jardín al sol y al agua, ¿o sí?  Tú la proteges.

Por eso no hacemos trabajos pesados. Por eso el hombre tiene la obligación de darle el apellido a los hijos, llevar la comida a casa, pagar  las cuentas. Si la mujer quiere trabajar lo puede hacer. Y si quiere compartir los gastos, también. Pero no es su obligación. El dinero que  gane es para ella.

 - ¿Y eso acaso no es una forma de fomentar machismo? El hombre como proveedor, la mujer que depende de él…

- El islam no promueve el machismo, por lo menos para mí. Lo que pretende es que, aunque el hombre como la mujer son vistos como iguales en términos de derechos, cumplen roles diferentes para que el hogar no se destruya.

Si analizas, en Occidente se tiende a que el hombre y la mujer cumplan los mismos roles, sean solamente proveedores, y eso está dañando a los hogares. Los niños crecen sin padres, hay mujeres que desprecian a sus esposos por ganar más dinero. Lo que quiere el islam es evitar eso diciéndole al hombre usted encárguese del sustento, la mujer de educar a los hijos, aunque claro, esa es una labor de los dos. Pero hay unos roles que debe cumplir lo masculino y otros lo femenino para que haya un equilibrio en las familias.

Si de algo se quejan los musulmanes en el mundo es que los han mal interpretado o han traducido de manera errónea, o por lo menos imprecisa, el Corán.   Por eso, dicen, los relacionan con asuntos en los que no tiene nada que ver el islam como el terrorismo  o el machismo.

- No es cierto que haya una represión a las mujeres en el islam. Al contrario: la comunidad musulmana cree que la cultura occidental humilló a la mujer. Te voy a poner un caso: el profeta Mohamed prohibió tratarse con violencia en los matrimonios.

[[nid:520079;http://contenidos.elpais.com.co/elpais/sites/default/files/imagecache/270x/2016/03/p8gacetamarz-16n7photo02.jpg;right;{Foto: Jorge Orozco | El País}]]Y sin embargo en los países occidentales hay tanta violencia contra la mujer… ¿Por qué? Todos los días vemos noticias de mujeres asesinadas por sus parejas.   Un joven le puede pegar a una mujer en la calle y nadie interviene. Para nosotros  eso es inadmisible.

También son muy comunes los casos de  mujeres con hijos que viven solas o con sus padres. ¿Dónde están sus esposos? No están. Son miles los niños  que crecen sin la figura del padre porque estos padres son indiferentes, no les importa tener un hijo aquí y allá, no responden por ellos, no los cuidan. Eso en el islam tampoco se admite, dice Amer Hassan.

Amer nació en Egipto hace 33 años, así que desde niño practica el islam. Es el Shej, o líder religioso de la mezquita del barrio Santa Isabel. Quizá el temor de ser mal interpretado se manifiesta en él al punto de grabar, con su celular, nuestra conversación. Aunque es cierto que algunos supuestos practicantes de la religión también la han malinterpretado y en su nombre han cometido muchos atropellos... - Sin embargo le propongo un desafío -  dice Amer - : encontrar un texto islámico que apoye matar a los civiles, a la gente pacífica, (como lo que sucedió con los ataques de París en noviembre de 2015). No existe un solo texto que invite a eso. Un verdadero musulmán no perjudica a los demás. El Corán dice que quien mate a otro ser humano merece la ira de Dios. 

[[nid:520080;http://contenidos.elpais.com.co/elpais/sites/default/files/imagecache/270x/2016/03/p8gacetamarz-16n1photo02.jpg;left;{}]]¿Cómo vamos a ir en contra del libro sagrado?  El tema es que hay tanta represión, tanta injusticia en el mundo,  que causa la formación de grupos extremistas que de ninguna manera practican el islam, aunque dicen hacerlo. Sucede  en otras religiones: gente que comete delitos pese a ser cristiana, o católica. Son personas  que  no están dispuestas a escuchar la voz de la razón ni de la religión. La única voz que pueden escuchar es la de la venganza. Y eso, no es el islam.

 La mezquita An–Nur surgió en 2006, con un grupo de, si acaso, cinco caleños que se habían convertido  en el exterior, como en el caso de Lyda o Yuliano Tascón, quien ‘regresó’ al islam mientras estaba en Venezuela y después de haber iniciado una búsqueda espiritual tras la muerte de un hermano menor. Otros fundadores, como Firas Yousseff, que nació en Cali pero se crió en Palestina, heredaron la religión de sus padres. Al principio se reunían en un pequeño salón de un restaurante del norte de la ciudad,  pero con el tiempo la comunidad fue creciendo, así que debieron alquilar casas para reunirse.   La congregación de esta mezquita puede llegar a 200 personas. En el primer piso, sentados en alfombras en las que se debe permanecer descalzo y rodeados de cuadros con inscripciones del Corán, reciben el sermón los hombres. En el segundo piso, las mujeres. 

[[nid:520083;http://contenidos.elpais.com.co/elpais/sites/default/files/imagecache/270x/2016/03/p8gacetamarz-16n7photo01.jpg;right;{Los musulmanes oran cinco veces al día.Foto: Jorge Orozco | El País}]]Es simplemente para evitar distracciones, explican. La naturaleza del hombre es mirar a la mujer. Sin ellas a la vista se evitan ciertas tentaciones. Por eso, otra vez, el velo. Quizá también sea una forma no declarada de reconocer el poder que tienen ellas sobre nosotros.   

Al frente, en un púlpito, Amer Hassan, el shej, vestido con una túnica blanca, habla ahora de cómo la lengua puede garantizar el paraíso pero también el castigo de Alá. Con la lengua podemos hacer todo el bien que queramos, pero también todo el mal. Hablar chismes de una persona, o en cambio hablar para desactivar el odio en el otro.  - Todo musulmán le debe hablar con cariño a los demás, dice Amer  y eso de alguna manera es un alivio.  Algunos creyentes están inquietos por la presencia del fotógrafo de esta revista.  No solo por ese temor de ser malinterpretados, sino  porque no quieren que en su trabajo se enteren que practican el islam. Es difícil explicar de qué se trata esta  religión a quien se   mantiene frente al  televisor y piensa como la televisión, comenta uno de ellos.   La mayoría de quienes  escuchan el sermón del  shej son caleños, aunque también hay extranjeros. Casi todos llegaron a la mezquita por curiosidad. Investigaron en Internet qué es el islam, en Google escribieron ‘islam Cali’ por si acaso, y se encontraron con el blog de la mezquita: centroculturalislamicoannoor.blogspot.com.co.  Los musulmanes en Cali no salen a predicar ni nada por el estilo, así que cada uno de los creyentes se ha acercado porque así lo quiso.  Finalmente, creen, es Alá quien puede cambiar el corazón de las personas, no ellos, así que no recorren Cali tocando de puerta en puerta para hablar  del Corán. Todos, también,  llegaron en busca de respuestas. Paul Cabrera, barba poblada, 40 años,  practica el islam desde hace 12. Es ingeniero topográfico de la Universidad del Valle. Su regreso al islam empezó por una búsqueda que emprendió después de graduarse de la universidad. Por un lado acababa de terminar una relación sentimental que lo dejó sin piso y por otro tuvo una especie de iluminación, dice. Trabajaba en un bar  y notó cómo algunos se destruyen: jovencitas borrachas, vomitando, siendo manoseadas por hombres sin darse cuenta. Esa escena  hizo que Paul sintiera la necesidad de ser más espiritual, ordenar su vida. Visitó a los Testigos de Jehová, a los evangélicos, pero no se convenció del todo. Vio lujos exóticos de los pastores, gente que fingía estar poseída por el demonio, así que los descartó.  

[[nid:520084;http://contenidos.elpais.com.co/elpais/sites/default/files/imagecache/270x/2016/03/p8gacetamarz-16n1photo04.jpg;left;{Corán, libro sagrado del Islam.Foto: Jorge Orozco | El País}]]Intentó el budismo, pero el celibato no es con él, así que se fue. Luego estuvo con los Hare Krishna, también con el judaísmo, y tampoco. Por descarte, investigó el islam. Cuando comenzó a leer el Corán se sorprendió. Mucho de lo que la ciencia ha descubierto ya estaba escrito ahí, en ese libro revelado hace más de 1400 años, comenta.  

En uno de los apartes leyó la descripción exacta de las montañas. “Os he puesto las montañas como estacas, para que no tembléis”…   - Yo, que soy ingeniero topográfico, sé cuál es la función de las montañas:  evitan que la Tierra se mantenga temblando. Ahí se concentran las fuerzas de los movimientos tectónicos. ¿Y qué es una estaca?  Un palo que tú clavas y el mayor porcentaje del cuerpo está clavado, y el más pequeño por fuera. La ciencia ya comprobó que lo que vemos de las montañas es más pequeño que lo que está profundo. ¿Cómo podría saber eso alguien hace 1400 años? Otro ejemplo es el hierro. En el Corán dice: “os he hecho descender el hierro”. Descender el hierro significa que no era de la Tierra. Y ya se descubrió científicamente que el hierro es producto de las explosiones de las estrellas.  Las evidencias científicas del Corán, y el haber resuelto mis dudas espirituales, me convencieron  de que esta era la religión  verdadera”.  Testimonios como el de Paul se repiten en la mezquita. Muchos aceptaron el islam como su fe porque en él encontraron respuestas satisfactorias, o por lo menos,  con sustento para ellos. Rodrigo Martínez, chileno, agrónomo de profesión, asegura que leer el Corán fue como recibir un balde de agua fría. - La evidencia científica que encontré hizo que yo no hallara un motivo para decir: esta religión no es cierta.  Por ejemplo el Corán habla sobre los mares: “He dejado fluir las dos grandes masas de agua, que se encuentran, pero las separa una barrera que no rebasan”. La ciencia  descubrió que donde se unen dos mares existe una barrera invisible. Esa barrera los divide para que cada mar tenga su propia temperatura, salinidad y densidad. Por eso el agua del Océano Pacífico es distinta a la del Atlántico. Son muchas las evidencias científicas del Corán.  Firas Youssef se pregunta en cambio cómo en el libro sagrado ya se había escrito que la Tierra tenía forma elíptica, “como un huevo”, cientos de años antes de que Galileo Galilei lo confirmara.  - Ese fundamento científico del islam es lo que está atrayendo a tanta gente en Cali. El Corán le da respuesta a todas las inquietudes que pueda tener el ser humano. Respuestas a las que el hombre se aferra. El islam te invita a que pienses, analices, no tragues entero. Si notas, los creyentes son profesionales, han estudiado. Aquí  todo lo ves desde una perspectiva científica. El islam le apunta al intelecto, no a las emociones. Por eso en esta mezquita tampoco ves instrumentos musicales ni orquesta para alabar. El objetivo es entender. 

[[nid:520075;http://contenidos.elpais.com.co/elpais/sites/default/files/imagecache/270x/2016/03/p8gacetamarz-16n1photo01.jpg;left;{Foto: Jorge Orozco | El País}]]Pero también el islam está atrayendo a la gente porque, más que una religión, en realidad es una forma de vida: comportarse correctamente, hablar correctamente, tener modales y valores claros, evitar lo que nos hace daño como las drogas, el licor, la carne de cerdo, orar cinco veces al día, no hablar mal de nadie, actuar bien.

No hay por qué temer,  dice  Firas, y en la mezquita, ahora, todos se arrodillan, inclinan su frente hasta el piso y comienzan a  orar en lengua árabe.

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