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‘El Gran Hotel de Budapest’, una película entre la comedia y la aventura

Basada en un libro homónimo, esta película narra una entretenida historia que tiene por protagonistas a dos empleados de un lujoso hotel que buscan esclarecer un crimen en el que uno de ellos resulta involucrado.

27 de julio de 2014 Por: Claudia Rojas Arbeláez | Especial para GACETA

Basada en un libro homónimo, esta película narra una entretenida historia que tiene por protagonistas a dos empleados de un lujoso hotel que buscan esclarecer un crimen en el que uno de ellos resulta involucrado.

Para algunos esta podría ser una simple película entretenida que te mantiene atento entre la risa y la velocidad dramática. Para otros puede parecer otro de los juegos de este director que con éste llega a sus once largometrajes. Y claro, para los menos expectantes (la gran mayoría), ‘El gran hotel de Budapest’ puede resultar una historia bastante chistosa llena de guiños y personajes exquisitos. En materia de gustos nada está escrito. Y en cuanto a directores, cada quien cuenta sus películas como mejor le salen o como bien le provoca. Este es el caso de Wes Anderson (‘Vida acuática’ 2004 y ‘Bajo el reino de la luna’, 2012, reseñada en esta misma sección), un director que se nutre su narrativa visual del universo de sus tramas. A esto ya nos tiene acostumbrados, y si no basta con recordar su última película ‘Bajo el reino de la luna’ (Moonrise Kingdom) en la que nos introdujo en un campamento de verano de niños scouts, donde los uniformes, los binoculares, los silbatos, los códigos y los mapas fueron elementos indispensables para narrar la historia de un par de niños que soñaban con vivir juntos para siempre. En esa ocasión también se acompañó de Bill Murray y Edward Norton, además de Bruce Willis. De aquel verano de campos soleados, ahora Anderson nos lleva a las montañas nevadas de la inexistente República de Zubrowka, ubicada en Europa Central bajo el tenso periodo intermedio de las dos guerras mundiales. El universo, que no podría ser menos encantador ni nostálgico que el bucólico del 2012, logra superarse en el mundo glamuroso de los grandes hoteles de comienzo de siglo, donde la etiqueta y los buenos modales lo eran todo.Así transcurren los días y los años en el Gran Hotel de Budapest, una magnífica construcción ubicada en medio de heladas montañas, y que es visitado por personalidades excéntricas y adineradas, sobre todo viudas solitarias que añoran la buena compañía del conserje Monsieur Gustave H (Ralph Fiennes, reconocido por películas en ‘El paciente inglés’, ‘La lista de Schindler’ y ‘Harry Potter’ en sus tantas partes), un hombre de gusto exquisito y refinamiento excesivo. Él es un hombre de la industria que vive por y para el servicio de sus clientas, asegurándose, a toda costa, que regresen la temporada siguiente. Y así es como lo encontramos cuando empieza la historia. El conserje despide a Madame D, una de sus clientas más fieles y agradecidas, sin imaginar que unas cuantas semanas después tendrá que viajar a su velorio acompañado por Zero, el nuevo chico del lobby a quien intenta entrenar como su posible sucesor. Durante aquel viaje las cosas se complican, por supuesto. Primero al heredar un famoso e invaluable cuadro, que termina siendo la cereza del pastel de la familia, y después cuando es acusado de ser el asesino de la millonaria Madame D. Sin poder siquiera defenderse y teniendo en contra a los poderosos herederos de la muerta y a un matón (Willem Dafoe) con cara de pocos amigos y muñequeras de calaveritas, el refinado conserje va a dar a la cárcel donde jamás pierde su estilo ni mucho menos su vocación de servicio. Entonces la historia que, hasta ese punto todavía marchaba por la delgada línea de la realidad y la fantasía, se inscribe por completo en la farsa y se larga en una carrera dramática que no conoce límites ni verdades. Y así nos mantiene al borde de la silla, en una película que es decidida y divertida, llena de exageraciones que se mueve entre lo cómico y lo policíaco. Se trata de una película donde Anderson, una vez más, vuelve a apostar por sus universos coloridos, por los códigos y las sociedades secretas, esta vez relacionadas con los escenarios de un gran hotel y de una pastelería refinada, que terminan siendo piezas fundamentales de la narración. A fin de cuentas contar de esta manera le viene bien, no solo porque el disfrute se deja ver en su obra, con la libertad del que se mueve entre los formatos, los colores y los estilos, sino también por el grupo de actores con los que suele embarcarse en sus proyectos. En esta, al igual que en otras tantas de sus películas, es común ver a Bill Murray, Edward Norton, Willem Dafoe y Adrien Brody, mientras que otros como Jude Law y F. Murray Abraham se le unen por primera vez.‘El gran hotel de Budapest’ ofrece una mirada nostálgica y romántica a las vocaciones ya extintas, pero es ante todo una película de diversión garantizada, aunque a algunos puede resultarles atravesada por el ritmo detectivesco de una aventura de Tin Tín. Docente Universidad Autónoma de Occidente@kayarojas

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