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Carlos Paz lleva 40 años dando cátedra de estilo propio

Carlos Paz tiene una habilidad tremenda para memorizar cómo se escucha cada instrumento en una canción que va a bailar.

27 de septiembre de 2015 Por: Lucy Lorena Libreros | El País.

Carlos Paz tiene una habilidad tremenda para memorizar cómo se escucha cada instrumento en una canción que va a bailar.

Es lo que en música culta se llama el ‘oído total’. Eso que permite que un músico de quilates sea capaz de saber qué nota musical se produce cuando se cae un llavero. Así mismo es el oído del Resortes Colombiano. De eso está seguro Carlos Trujillo, director artístico de Delirio, el espectáculo en donde  Carlos Paz es una de las figuras principales.   El tipo tiene una habilidad tremenda para memorizar cómo se escucha cada instrumento en una canción que va a bailar. Cómo suenan la conga, el piano, el bajo. “Entonces lo que hace Carlos es tocar la música con el cuerpo. Eso es lo que lo diferencia de los bailarines de ahora, que se aprenden tres pasos y con eso bailan lo mismo una pachanga que un danzón”, dice Trujillo.  Es que Carlos Paz es un músico al que se le interpuso un bailarín en el camino. Y eso que por allá, a mediados de los años 80, él quiso torcer el destino, dejar descansar las pistas de baile y echar a rodar un sueño largamente aplazado:  tener orquesta propia.  Antes de que el anhelo se cumpliera había vivido un tiempo en Nueva York donde conoció a grandes de la salsa como Leopoldo Pineda, Pite ‘El conde’ Rodríguez, José Mangual Junior e Ismael Miranda. Y al mismísimo Charlie Palmieri, que en su casa de la Gran Manzana le dictó clases de piano al hijo de la pareja que Carlos tenía entonces.   Emocionado ante la posibilidad de hacer su propia música, las agallas le alcanzaron para llegar un día hasta las puertas del sello discográfico fundado por Ralph Mercado, célebre por las descargas latinas que organizaba en el  mítico Cheetah Nightclub y por servir de cómplice musical de figuras como Celia Cruz y Tito Puente.  “Era el año 88 y yo le mostré algunas canciones que tenía, compuestas por mi esposa de esa época, Aydé Osorio. Ralph me presentó a un productor que con el tiempo se convirtió no solo en mi amigo sino en uno de los grandes arreglistas de la  música latina: Sergio Georges”, recuerda ‘Resortes’. De su mano, Carlos Paz logró no solo terminar de afinar el proyecto de su banda, sino grabar el único álbum que quedó para el recuerdo. Se llamó —tal como la orquesta— el Grupo Barú de Carlos Paz.  La agrupación fue una breve primavera y duró menos de un año. ‘Resortes’ volvió a la danza, a ser el bacán del barrio Calima que todos invitaban a las fiestas, pero la música se le había quedado a vivir para siempre en el alma. Entonces, si no podía continuar con su grupo, al menos se dedicaría a rescatar joyas musicales que lo inspiraran para bailar. Clásicos de Cachao como ‘Malanga amarilla’ y otros del gran piano  de Noro Morales como ‘Cógele el paso’ y ‘Vitamina’.  Varios de esos discos los hace girar en el programa que cada domingo, desde las 10:00 de la mañana, transmite a través de la emisora virtual www.elhuecodelasalsa.com. Un espacio que se prolonga hasta las 2:00 p.m. Las únicas cuatro horas, quizás, en que  el resortes colombiano deja de estirarse. 

Mundial de SalsaEn el marco del Mundial de  Salsa, el bailador Carlos Paz se presentará en el Parque del barrio Obrero  el 1 de octubre, a las 7:00 p.m.,  con bailarines representativos de la Vieja Guardia.Entre los artistas estarán  su amigo Félix Veintemillas y María Tovar, la primera campeona de salsa que tuvo la ciudad.  Paz ha sido  el coordinador de este evento.
 Cógele el paso... ¿Cómo un joven sin mucha gracia del barrio Calima se convierte en uno de los mejores bailarines de Cali?  Desde niño me gustó el baile. Desde que mis papás tuvieron un club en Corinto, Cauca, donde la gente iba a  bailar. Me embelesaba ver eso. Y en mi casa conocí al mejor bailarín, mi hermano mayor, Óscar. Los domingos lo ponían a trapear la casa y mientras lo hacía, bailaba.  Muchos años después, de muchacho, me iba a bailar al Maizalito, un sitio del barrio Popular donde rumbeaban los bravos de la salsa. Allí organizaban concursos y todos  me los ganaba. El premio eran botellas de aguardiente que luego vendía.  Uno de los grandes de esa época era Watussi. ¿Qué tanto le aprendió?A mí lo que me gustaba era ver bailar a los grandes, entender cómo lograban sus pasos, pero no para calcarlos. Lo que siempre hice fue crear. A veces me pasa que los muchachos en Delirio me ven ensayando y preguntan: “Uy, ¿cómo lograste ese paso?”. Y resulta que no me acuerdo cómo lo saqué. En mis inicios yo veía a Watussi y pensaba si algún día lo podría vencer en la tarima. Y el milagro se me dio: fue en el grill Honka Monka, en el año 77. Como sabía que era tan bueno, lo único que se me ocurrió para hacer diferencia fue bailar encima de una mesa y con eso tramé. Él quedó tan desconcertado que ni siquiera me felicitó.      ¿Por qué decidió ser bailarín solista?La culpa es de doña Emma, la mamá de quien fue mi pareja de baile en mis inicios, Soledad Castro. Por esa época se hizo un concurso en el Inem, un colegio del Calima en el que participaron todos los bravos de los ‘agüelulos’.  Y ganamos. Nos volvimos famosos en el Norte y nos invitaron a una presentación en Salomia. Sería mi primera presentación en un show de pareja. Pero a ella la castigaron. Y, por más que insistí, doña Emma no dejó ir a Soledad. Me tocó improvisar y bailar solo, pensé. Y resultó que mi estilo gustó y desde entonces nunca me afané por conseguir pareja. Entendí que ninguna iba a escuchar y a sentir la música como yo lo hacía.  Cuentan que los bailarines de la Vieja Guardia inspiraron muchos de sus pasos en el baile que hacían algunos artistas mexicanos en el cine. ¿Cómo recuerda esa época?Le digo la verdad, yo casi no veía cine mexicano. Iba pocas veces. Y por una razón elemental: era pobre y mantenía  pelado. Escasamente podía  ir a los ‘agüelulos’. Sí, dicen que muchos de los pasos caleños salieron de allí, pero yo prefería ver a los bailarines de los barrios populares porque ellos bailaban muy bonito. Esa fue mi escuela. A usted lo llaman bailarín de la Vieja Guardia, pero algunos de ellos aseguran que su estilo no es precisamente el del caleño tradicional porque usted baila en los tacones...Es que yo soy un bailador, no un bailarín. Un bailarín es el que va a una escuela a aprender. El bailador se hace en el barrio, en la calle. Yo lo que quise siempre fue no parecerme a nadie, bailar simplemente como yo sentía la música, improvisar, como en el jazz. Y aunque sepa que tengo 57 años no me siento de la Vieja Guardia. ¿Qué edad tiene entonces?Como 27... No me siento como un abuelo que les da sermones a los bailarines jóvenes porque sabe más que ellos. Yo me entreno igual que ellos, me entrego igual. ¿Qué piensa de la manera en que se baila salsa ahora, tan acrobática, ese ‘Cali Style’ que no termina de convencer a muchos? No critico esa forma de baile.  Cali ha sido una creadora de estilos, como el pasito ‘Cañandonga’ o el ‘baile del ganso’. El que comenzó con la velocidad al bailar fue Watussi y eso después se fue transformando. Como cambió la salsa misma, así esa salsa a muchos no les guste.   ¿Alguna vez imaginó que podría vivir del baile?Nunca. Lo del baile era un hobby de gente popular. Por eso me parece muy importante lo que ha pasado con el desarrollo de tantas escuelas de salsa en Cali, de ver cómo a través de esos espacios les ha cambiado la vida a tantos muchachos que no tenían más opción que las calles. Cuando me llamaron para trabajar en Delirio, hace nueve años ya, no lo podía creer. Como tampoco me creo que hoy pueda decir que gracias al baile he conocido Europa.     ¿Por qué declinó la propuesta de recibir un reconocimiento en el Mundial de Salsa de este año?Puede sonar arrogante, pero no lo es:  creo que los bailarines merecemos un mejor trato. Finalmente, la fama que tiene Cali como capital de la salsa se debe es a los bailarines. Pero la mayoría de ellos no recibe un salario ni puede vivir de su arte. Y a veces por una presentación no se ganan más de $120.000. Entonces pasa que primero se mueren sin que les hagan un homenaje. Y un homenaje no es lo mismo que un simple reconocimiento.  

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