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Hopkins recibió en 2021 el Óscar a Mejor Actor, segundo en su carrera, por su papel protagónico en 'El Padre'. A sus 83 años es el actor más longevo en obtener el galardón. | Foto: Cortesía Cine Colombia

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Anthony Hopkins, la leyenda de Hollywood con la que Cine Colombia reabre sus salas

Por su papel en ‘El padre’, Hopkins se convirtió en el actor más longevo en ganar un Óscar. Cine Colombia reabrirá sus salas este 15 de junio con esta emotiva película.

13 de junio de 2021 Por: Redacción de El País

1. Artista longevo

En una entrevista reciente, Sir Philip Anthony Hopkins bromeaba sobre su método para interpretar personajes misteriosos y poderosos como el señor Stevens (el mayordomo de ‘Lo que queda del día’), o el refinado y cruel Hannibal Lecter en ‘El silencio de los inocentes’ y sus secuelas, o el soberbio Papa Benedicto XVI en ‘Los dos Papas’. Decía el actor galés “la gente me pregunta: ¿cómo lograste interpretar a un mayordomo? Pues, bueno, me quedo muy quieto y no hablo mucho. ¿Cómo interpretaste a Hannibal Lecter? Quedándome muy quieto y sin hablar mucho. Entonces, ¿cómo interpretaste al Papa? Bueno, ya sabes, quedándome quieto, pero con una túnica”.

Curiosamente, aunque por cada una de las películas mencionadas recibió una nominación al Óscar —en total ha sido nominado seis veces—, fue solo por su actuación de escasos 16 minutos en ‘El silencio de los inocentes’ que le concedieron el Premio a Mejor Actor en 1992. Este sería su primer récord en la historia del cine, obtener a los 51 años el galardón más codiciado, después de aparecer en unas pocas escenas donde, como él dice, se quedó “quieto y sin hablar mucho”.

Su segundo Óscar, también a Mejor Actor, lo recibió en 2021 por su protagónico en ‘El padre’, logrando así un nuevo récord, pues a sus 83 años es el actor más longevo en obtener el galardón. En esta última película, Hopkins interpreta a un padre que va cayendo progresivamente en el olvido de sí mismo por la demencia senil, frente a la mirada impotente de su hija, interpretada por Olivia Colman.

Pero antes de hablar sobre la última actuación, enternecedora y demoledora de Sir Anthony, es necesario comentar su legendaria trayectoria, donde el papel de padre ha sido una constante mejor representada en el cine que en la vida real.

Volviendo a su perturbadora actuación en ‘El silencio de los inocentes’, en la escena más espeluznante, como él afirma, no tuvo necesidad de hablar. Ese espantoso sonido de succión acompañado de un movimiento obsceno de la lengua, que Hannibal Lecter hace desde su celda, quedará para la historia del horror. No en vano este personaje es considerado, paradójicamente, como el mejor villano del cine según el American Film Institute.

En una entrevista con la revista Bocas, el actor recuerda que ese gesto aterrador fue una improvisación de su parte, inspirada por la leyenda de Drácula.

“Solía narrar la historia del conde Drácula de pequeño. Como cuando ve la sangre de Jonathan Harker mientras se hace una cortada al afeitarse, el conde que está detrás de él, pero no hay reflejo en el espejo, de inmediato se va a la yugular. Ese sonido lo puse ese día y en el set de filmación con Jodie Foster, lo hice como una improvisación en ese momento. No tenía la intención de hacerlo. Es como succionar un buen vino Chianti. Jonathan Demme (el director), fuera de cámara, dijo: ‘¡Oh, Dios mío!, eres un enfermo. Pero se queda en la toma’. No tenía la intención de que se convirtiera en una pieza central, pero todo fue un accidente”.

Entre otras curiosidades de la grabación de la primera parte de ‘El silencio...’, como cuenta Joaquín Barañao en su ‘Historia freak del cine’, la coprotagonista Jodie Foster, “no le dirigió ni una sola vez la palabra a Anthony Hopkins, a lo largo del proceso”.

“¡Era intimidante! Estaba petrificada”, dijo Foster en una declaración. Solo hasta el último día de grabación se reunieron a hablar, y Hopkins le confesó: “Yo te tenía miedo”.

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Por ese entonces, principios de los 90, Hopkins estuvo a punto de devolverse a Inglaterra y dedicar su carrera al teatro londinense, consagrándose con papeles shakesperianos frente a un público más culto, pero el teatro no ofrecía la misma comodidad que Hollywood. Justo antes de tomar la decisión de regresar a Londres, apareció en su vida Hannibal Lecter. Hopkins fue la segunda opción para este papel, el primero y quien lo rechazó fue Gene Hackman.

Sobre su trabajo teatral, Hopkins contaría a la revista Vanity Fair: “el teatro no encaja con mi personalidad ni con mi temperamento. Nunca lo disfruté. El teatro británico es muy académico y yo siempre he sido muy mal estudiante. No me gusta la autoridad, ya sufrí suficientes abusos de pequeño. Recuerdo que Katharine Hepburn, durante el rodaje de mi primera película, ‘El león de invierno’ (1968), me dijo: ‘Estamos en pleno enero en el sur de Francia y cobrando por ello. Esta es la mejor vida, ¡aférrate a ella!’”.

Por si fuera poco, la actuación de Hopkins como Hannibal Lecter fue tan convincente, que según Joaquín Barañao, existe la teoría de que la pareja que entonces tenía el actor no soportó seguir más con él, la asociación con el personaje de la película se le hizo intolerable.

Aunque Anthony Hopkins no tiene un método muy formal para su trabajo, sí tiene algo muy claro, “aprendo las líneas, eso es lo que hago, aprendo las líneas a fondo para que estén en mí y las repaso muchas, muchas veces”. Su gran memoria es prueba de ello, por eso no pierde la oportunidad de recitar poemas enteros de sus adorados W. B. Yeats y Dylan Thomas. De hecho, durante el rodaje de ‘Amistad’ (1997), dirigida por Steven Spielberg y donde Hopkins interpretó al expresidente norteamericano John Quincy Adams, en una escena impresionó a todos repitiendo de memoria un discurso completo del prócer.

En la misma grabación, una vez más, el carácter avasallador de Hopkins generó intimidaciones a su alrededor, incluso del mismo director de la película. Aunque el actor pedía que lo llamaran solo “Tony”, Spielberg siempre lo llamó reverencialmente “Sir Anthony”.

Además de encarnar al asesino de cine más famoso, Hopkins no se dejó encasillar y ha demostrado ser un polifacético intérprete, caracterizando con gran credibilidad personajes controvertidos como Picasso, Nixon, Hitchcock y el Papa Benedicto XVI. Incluso antes de su salto a la fama con Hannibal Lecter, en 1982, había interpretado a Hitler en ‘El búnker’, una película de George Schaefer.

No obstante, observada en perspectiva, el papel más reiterado en su trayectoria ha sido el de padre: desde sus actuaciones como Rey Lear en el teatro londinense, obra que volvió a interpretar para su más reciente versión cinematográfica en 2018. Pero su rol de padre empieza con el drama familiar ‘El buen padre’ (1985), donde Hopkins actúa como Bill un hombre que lucha por la custodia de su hijo.

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Después tiene una seguidilla que pasa por la romántica ‘Leyendas de pasión’ (1994) donde es padre de tres hermanos enamorados de la misma mujer; ‘La máscara del Zorro’ (1998), donde es el original Diego de la Vega padre de Elena, interpretada por Catherine Zeta-Jones; o ‘¿Conoces a Joe Black?’ (1998) en la que es un millonario humanista cuya hija se enamora de la muerte. Aquí no puede faltar su delirante actuación en ‘Titus’ (1999), adaptación de ‘Titus Andronicus’ la obra más violenta de Shakespeare, en esta Hopkins lleva al extremo el dolor y venganza de un padre. Luego viene la caricaturesca ‘Thor’ (2013), donde hará del irascible dios Odín, padre de Thor y Loki.

De algún modo todos estos padres guardan una autoridad y poder que inspira respeto, algo que se da natural en el actor, pero es con ‘El padre’ (2020) donde Anthony Hopkins se enfrentó a una naturaleza opuesta de la paternidad, la de un hombre que pierde todo su orgullo y disminuido por la demencia senil, al perder su memoria heroica, es decir, su gran leyenda de hombre triunfador, queda en la indigencia existencial, completamente frágil y a merced de desconocidos que pueden ser sus hijas, o enfermeros de un geriátrico. Él nunca lo sabrá con certeza.

Cuando un actor, cuya imagen se ha mantenido como modelo del carácter fuerte, logra representar a un anciano despistado que olvida hasta su propio nombre, y en vez de intimidar, puede despertar la más delicada ternura, es porque ese actor es un artista, para lo cual no hay edad de jubilación.

2. Amor y dolor

Anthony Hopkins siempre ha tenido dificultad para relacionarse con las personas, pero eso no ha impedido que el actor pueda disfrutar de longevos matrimonios, aunque una vez se termina la relación, las cosas no siempre han salido bien, como es el lamentable caso de su única hija Abigail, fruto de sus primeras nupcias con Petronella Barker.

La relación con Barker duró seis años, de 1967 a 1972, año en el que la carrera profesional de Hopkins estaba creciendo, mientras su vida personal caía en picada, con un alcoholismo que empezaba a ganarle en la partida y un “egoísmo” que, según le dijo el actor a The Guardian, le impedía creerlo digno para crear una familia. Por todas esas situaciones decidió abandonar a Barker y a su hija Abigail, de apenas 14 meses, con quien no volvió a tener relación alguna, más allá de un leve acercamiento en la década de los noventa, que no fue el conmovedor reencuentro que se esperaría.

“La gente se separa, las familias se separan y sigues con tu vida. La gente hace sus elecciones. No tiene por qué gustarte tu familia”, diría el actor. Las declaraciones, que fueron consideradas muy “frías”, fueron defendidas por el actor, que aseguró: “Es frío porque la vida es fría. Como cuando alguien le dice a John Osborne: ‘Señor Osborne su actuación es ofensiva’ y él responde que ‘la vida es ofensiva’”.

Su segundo matrimonio con Jennifer Lynton tampoco salió muy bien. Pese a que ha sido el más largo hasta ahora (29 años), a lo largo de las casi tres décadas, el actor vivió distintos romances, trascendiendo sus aventuras con la modelo Joyce Ingalls y con la guionista Francine Kay. En los últimos años antes del divorcio, Hopkins y Lynton llegaron a un acuerdo, en el cual manejaban una relación a distancia.

Y luego, el 1 de marzo de 2003, un año después de separarse de Lynton, Hopkins se casó con la que sería su tercer y actual esposa, la colombiana Stella Arroyave (65), 18 años menor que él. El actor había comenzado su relación con Arroyave año y medio antes en la tienda de antigüedades que ella regentaba en Los Ángeles.

“Me conoció cuando tuve un bajón emocional. Yo no sabía que lo tenía. De hecho, pensaba que era feliz. Pero estaba luchando contra una incipiente depresión. No confiaba en nadie, y menos en las mujeres”, llegó a afirmar el actor. “Ella es muy positiva. He aprendido de ella a tomarme la vida de la forma que venga”, añadió.

Arroyave ha sido como un bálsamo para el actor, según cuenta Hopkins, ella se preocupa porque trabaje demasiado y lo impulsa a cultivar su interés por la pintura (algunos de los coloridos cuadros de enormes ojos del actor se venden ahora por 80.000 dólares según W Magazine) y por la música, específicamente el piano.

Golpe emocional: Abigail

La última vez que Anthony y Abigail Harrison se vieron fue en 2011, cuando coincidieron en el estreno de ‘The Muppets’, aunque tampoco entonces llegaron a acercarse del todo.

Abigail, quien dijo haberse sentido abandonada por su padre, pasó por el alcoholismo, abandonó los estudios y llegó a coquetear con las drogas. Más tarde confesaría que estuvo a punto de perder la vida y culpó de todo aquello a la relación con su padre.

Sin embargo, Abigail también ha dicho abiertamente que, si bien le producía tristeza que su padre y ella sean tan distantes, reconocía que este era un actor fantástico al que respetaba.

3. Su genialidad

Proveniente de Port Talbot, ciudad de Gales, hijo de un hombre y de una mujer trabajadores, dueños de una panadería, Hopkins debió lidiar con el prejuicio de los galeses, vistos como “trabajadores, sucios, tristes, melancólicos, obreros; subvalorados en un lugar donde coexisten la flema inglesa de los británicos de Inglaterra, los campesinos escoceses, los piadosos y religiosos irlandeses y los sucios, olorosos y trabajadores, y sobre todo abnegados y pobres galeses. Para Hopkins, el dinero y el éxito eran casi que una venganza de esa condición de haber nacido en ese lugar”, dice Juan Carlos Romero, profesor del Programa de Cine y Comunicación Digital, en la Universidad Autónoma de Occidente.

Cuenta Romero que “casi a los 80 años, Hopkins descubre que siempre ha padecido de un Asperger leve, eso explica por qué siempre tuvo dificultades, desde muy niño, para relacionarse con los demás. Se sentía menos listo, así lo dice él. Su personalidad es interesantísima, más incluso que sus papeles y su trabajo como actor, porque habla sin ningún misterio y con una firmeza sincera que no es usual en el mundo del cine de Hollywood. Él siempre ha considerado que le pagan demasiado por algo que él hace de una manera simple”.

Dice Romero que Richard Burton, también de Port Talbot, a quien Hopkins conoce a sus 15 años, le aconseja irse “de ese agujero de mierda”, y por eso se va a Inglaterra y luego a Norteamérica.

Relata Romero que Hopkins nunca ha ocultado uno de sus traumas, haber abandonado a su primera esposa, Petronella Barker, con una bebé, con quien después tuvo un fracasado intento de acercamiento. Dejó de beber un 29 de diciembre de 1975 al despertarse en un hotel sin saber qué hacía ahí. Creció en una familia donde no se expresaban los sentimientos, por eso se conmovió en el entierro de su padre al decirle por primera vez que lo quería.

Suele anotar en algunos guiones “no requiere interpretación”, cuando le dan papeles como los de ‘La máscara del Zorro’ y ‘Transformers’. “Sabe dónde actuar y dónde es un molde para decir unos parlamentos y cobrar cifras exorbitantes. Fue su papel de Hannibal Lecter, el psiquiatra caníbal, el personaje que lo catapultó. El mismo año que recibió el Óscar, la reina Isabel II le concedió el título nobiliario de Sir. Y en su larga trayectoria ha demostrado su gran capacidad de interpretar cualquier tipo de rol, así no tenga su fisonomía. Se precia de tener una jugosa cuenta bancaria que le permite, según él, hacer lo que más desea: no hacer nada”, anota Romero.

Para el periodista cultural y crítico de cine Jaime Ponce, en la trilogía del “extraordinario psicópata Hannibal Lecter, Hopkins superó al personaje”; admira además su trabajo con Coppola como Van Helsing en ‘Drácula’ y del exorcista en ‘El rito’. En ‘El padre’ “se hace un verdadero homenaje a esta leyenda, que en el papel que le pongan se acomoda y mejor cuando los elige”.

Películas

Estas son algunas de sus mejores actuaciones:

El silencio de los inocentes (1991)

Lo que queda del día (1993)

Titus (1999)

Hitchcock (2012)

Los dos papas (2019)

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