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Industria de Licores del Valle presenta plan de choque para crisis financiera

Luis Fernando Martínez, gerente de la Industria de Licores del Valle, espera que pérdidas operativas de la empresa no superen los $3000 millones al finalizar el 2014.

31 de agosto de 2014 Por: Redacción de El País

Luis Fernando Martínez, gerente de la Industria de Licores del Valle, espera que pérdidas operativas de la empresa no superen los $3000 millones al finalizar el 2014.

Para nadie es un secreto que cuando una empresa gasta más de lo que recibe se quiebra. Y en esas anda la Industria de Licores del Valle, ILV, la ‘joya de la corona’ del departamento pues es la entidad que mayores ingresos propios le aporta al ente territorial, de ahí que su salud financiera sea motivo de interés general en la región. La foto de la ILV hoy es la de una industria en crisis, cuya capacidad de producción es de 60 millones de botellas al año pero que en este 2014 solo va a fabricar 9,5 millones, pues eso es lo que puede vender en el mercado interno (Valle) y una maquila en los llanos orientales, únicos clientes con que cuenta por el momento.“Eso lo podemos sacar en seis meses, contando con un mes para mantenimiento de los equipos. El resto del año la línea de producción de la planta de San Martín podría permanecer parada”, asegura Víctor Manuel Escobar, presidente del Sindicato de Trabajadores de las Empresas Licoreras, Fábricas e Industrias de Licores de Colombia, Sinaltralic. Pero el problema más grave de la ILV no es la subutilización de su infraestructura, sino que el costo operativo de fabricar aguardiente y ron es más alto que los recursos que entran por la venta de sus productos cada año.Es que para comprar la materia prima, pagar la nómina de 102 empleados y los gastos generales, la compañía se gasta unos $48.000 millones al año, según cifras aportadas por la misma licorera. A ese monto hay que sumarle una carga pensional, que proviene de los 500 jubilados que tiene, la cual este año le cuesta $12.000 millones. Así que la operación anual de la ILV vale $60.000 millones aproximadamente. Y sus ingresos anuales, que será lo que reciba por la venta de ocho millones de botellas dentro del departamento, más la maquila de un millón de botellas para el Meta y otro medio millón que vende al exterior, apenas llegarán a los $57.000 millones.La operación entonces arrojará un déficit cercano a los $3000 millones al finalizar 2014, aunque Luis Fernando Martínez, gerente de la ILV, dice que podría ser mayor: “Hace un año cuando llegué acá vislumbré un escenario difícil por eso tomé algunas medidas para disminuir las pérdidas y asegurar las transferencias para la salud de los vallecaucanos, también construí un plan de choque a mediano plazo con el cual espero transformar la ILV, de una fábrica de botellas a un clúster del alcohol (ver tablas y gráfico)”, dice Martínez.Según el concepto del Gerente, la ILV se concentró en fabricar aguardiente y ron, descuidando otros negocios como la destilería, las maquilas, la producción de abono a través de la vinaza, de dióxido de carbono, así como el embotellamiento de agua, entre otras posibilidades.Escobar, presidente de Sinaltralic, considera que los problemas de la ILV tienen su génesis en la irresponsabilidad con que ha sido manejada la empresa históricamente, aunque reconoce que “en la administración del 2009 se constituyó un fondo pensional que tiene hoy cerca de $20.000 millones y un fondo de contingencias que alcanza los $1500 millones.“Hemos denunciado contratos inconvenientes como el del holograma, que costaba $6000 millones al año y prometía aumentar las ventas en 10 % pero nunca logró sus objetivos; también el de mantenimiento con Pavicom por $4500 millones, que tras cuatro años no lo han terminado; así como los contratos de publicidad que firmó el nefasto William Rodríguez (exgerente) que están en la mira de la Fiscalía por presuntas irregularidades”, reclama Escobar. El sindicato en pleno respalda la gestión de Martínez porque ha visto algunas señales alentadoras: “No existe una nómina paralela, término el contrato del holograma para las tapas y tiene un plan de salvamento a largo plazo para la empresa que incluye una alianza con un ingenio que busca reactivar la destilería de San Martín, la cual lleva siete años cerrada y se está deteriorando, incluso ya se robaron hasta los paneles de control”.Pero si bien los sindicalistas han dado un compás de espera al Gerente, las medidas que Martínez ha tomado, no tienen tranquilo a todo el mundo. Desde la Asamblea del Valle el diputado Mario Germán Fernández de Soto citó un debate donde hizo varias denuncias.“No puede ser que la Unidad Especial de Rentas del Valle le juegue sucio al mismo departamento entregando a granel las estampillas para el comercializador de los licores de Caldas sin tener total control de que dichos elementos se peguen en las botellas que corresponden, facilitando el contrabando técnico o carrusel, que es cuando entran al Valle botellas que iban para otros países o San Andrés, de esas que no pagan impuesto y salen mucho más baratas, las estampillan y las venden a mejores precios que el ron Marqués del Valle, fomentando una competencia desleal”, dijo Fernández.Además, según el diputado, debido a esa falta de control es que en el norte del departamento se vende aguardiente Antioqueño, aunque el Valle acabó el convenio que le permitía a la Fábrica de Licores de Antioquia traer sus productos a esta región desde el año pasado.Martínez reconoce que ambas situaciones afectan el mercadeo de la compañía, ya que según cifras de Euromonitor International, agencia de investigación de mercado, “de cada cuatro botellas de licor que se venden en Colombia, una es de contrabando”. O sea, de cada $1000 que vende la ILV, $250 se los llevan los contrabandistas de licores.La Asociación Colombiana de Empresas Licoreras, Acil, señala que el otro gran flagelo que deben enfrentar las licoreras del país es la adulteración, la cual sigue siendo muy fuerte en el Valle.“En las ferias de los pueblos del departamento, así como en diciembre en algunos barrios de Cali, la gente compra los populares porrones (botellones de agua de 20 galones) que se venden llenos de aguardiente como si fuera producto de la ILV pero en realidad ese licor es fabricado en alambiques, que hoy son muy tecnificados, pero es una práctica que sigue siendo de mucho riesgo”, dice el Presidente de Sinaltralic.“Eso repercute en que las ventas de la ILV vayan para abajo en los últimos años y que cada vez vender nuestros productos sea más difícil, no solo porque hay más competencia de otros licores y el gusto del consumidor está cambiando, sino por la falta de un control operativo de rentas en el Valle”, dice Martínez. “Muchas personas me preguntan, ¿por qué no acaba el contrato con el comercializador (Suprema)? les respondo: No tengo cómo asumir esa labor comercial y lo cierto es que el problema no es quien venda, sino con qué recursos mejoramos el control, cómo estabilizamos la empresa con otros ingresos y, en ese momento, pensar qué hacemos con ese socio estratégico que es nuestro comercializador”, concluye Martínez.“Hemos cumplido”Sebastián Bonilla, gerente del Consorcio Suprema que comercializa los productos de la ILV desde octubre de 2012 explicó que “a la fecha en el acumulado cumplimos en un 88 %, generando recursos al departamento por $142.000 millones, además, las ventas crecieron 32% a julio del 2014, con relación al 2013”. Reconoce que en 2013 quedó una cartera pendiente de $85.000 millones y que “una vez la ILV aplique los descuentos dirigidos a los canales y consumidor final, correspondientes a las ventas de 2012 y 2013, esa suma bajará a $13.000 millones”. En 2014 hay pendientes $10.000 millones, que se ajustarán en segundo semestre.

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